luns, setembro 29, 2008

El coloquio de los perros, número 22.

Ya ha salido el número 22 de la ciberrevista El coloquio de los perros en el que Juan de Dios García acoge con su habitual hospitalidad un artículo mío que, si quieren, pueden leer pulsando sobre el título:


DESCRIPCIÓN DE LA VENTANA.
Los guiones cinematográficos de Belén Gopegui.

sábado, setembro 27, 2008

El diario.

¿Ya has logrado
escribir en tu libreta
el hoy que es yo
con hache
y del revés?

xoves, setembro 25, 2008

Agradecimiento.

A veces mi carácter es peor de lo que lo imagino pero he tenido la suerte de cruzarme en mi camino con personas de corazón generoso, cerebro comprensivo y vesícula biliar resistente que me han regalado con su amor. No me extraña leer ese En defensa de Le Rosaire tras el que se adivina la mítica pluma de mi maestro Fritzgerald y a la que se han sumado personas (y un animal) de una calidad ética capaz de superar su reducido número. Ya saben ellos que predican en el desierto pero no puedo menos que agradecer la denuncia de una injusticia microscópica sí, pero dolorosa.

Sergio B. Landrove.
Subdirector plenipotenciario de Le Rosaire.



Pueden leer el manifiesto y suscribirlo o repudiarlo en el cibersitio de Le Rosaire o en eBierzo.

Y también en La Zorrera. (Adenda de 27 de septiembre de 2008)



martes, xullo 01, 2008

Le Rosaire de l´Aurore. Número cuarenta y tres, julio de 2008.





«¡LE ROSAIRE HA SALIDO! ¡DESCÁRGUESE LE ROSAIRE!»



Número cuarenta y tres, julio de 2008.





COMENTARIOS AMPERPAPIGIOS por Gervasio Friztgerald, director capitidisminuido de LR.

LA PARADOJA DEL TORERO. Extracto de la ponencia «El exceso de valor como un jándicap para la fiesta nacional» que el tauromaquiólogo belga Anselmo Payá dictό con ocasión de la XXXIII Exposición Internacional de Manifestaciones Artísticas de Baden-Baden.


PLENO AL REVÉS. Un entremés de Anselmo Cobirán.







luns, xuño 30, 2008

El cantar tiene sentido en El coloquio de los perros.

El numero de verano de la ciberrevista El coloquio de los perros acoge un articulo mío sobre el cantautor Chicho Sánchez Ferlosio. 

ADDENDA 2017: Hace mucho tiempo que la mudanza de cibersitio de El coloquio de los perros impide consultar el enlace por lo que pueden leerlo pulsando en su título:


P.S. Este fin de semana estuve en Valladolid y me traje este recuerdo:





Placa en la esquina de la plaza de José Zorrilla con la calle Conde Iscar.
[Foto: Abril. Valladolid, 28 de junio de 2008.]

xoves, xuño 19, 2008

La gris verdad.


«No», dijo él y era «Sí.» La pregunta es lo de menos. ¿Qué más da que ella le preguntara si tenía hora o si quiso saber si aún continuaba queriéndole como el primer día? Lo esencial era la mentira: el hecho de haber abandonado los principios que tan férreamente se había propuesto defender desde la última caída hacía... ¿sólo dos semanas? Ni siquiera. Había vuelto a fallarle. Se había vuelto a fallar. Dijo «No» y mintió, aunque no lo hizo queriendo ni para defender, como había hecho otras veces, un plan preconcebido. Fue algo instintivo, inconsciente y precisamente eso le preocupaba más: «¿habré dejado de mentir para ser la mentira?» Había dicho «No» queriendo decir «Sí» que, a la postre, era la verdad. Aunque, ¿era «Sí» la Verdad? «Habría mucho que matizar», pensó, «casi tan cierta es, en este caso concreto, la negación como su opuesta. Todo es cuestión de perspectiva. Nada es absolutamente blanco o negro: todo es gris. Hay miles, quizá millones, de matices.» Una breve sonrisa borró la seriedad que se había apoderado de su rostro. «Ahora me miento a mí mismo, ¡Lo que me faltaba! He mentido y ya está, buscar justificaciones no hace sino empeorarlo todo He mentido, no sé por qué lo he hecho pero le he fallado una vez más. He de decírselo y cuanto antes, mejor. Todo retraso supone, lo sé bien, la necesidad de seguir alimentando la mentira. No le puedo volver a fallar. Pero, ¿le he fallado? ¿Qué es fallar? ¿Ejercer la infidelidad? ¿Eso soy? ¿Un hombre infiel? Decir eso sería mentir porque “infiel” significa lo que significa...» Siguió con sus pensamientos y deducciones hasta que logró tejer una maraña de justificaciones irrefutables.
Días más tarde, pálido, incapaz de pensar en otra cosa que no fueran los pequeños detalles que daban verosimilitud a las especulaciones y con el estómago al borde de la nausea se dio cuenta: «¡Pero cómo he podido caer otra vez! Me he encastillado en mi error y eso no hace más que engordar cada vez más la bola de nieve...» Seguía pensando cómo solucionarlo todo, como introducir en su respuesta el «pero» que enlaza el «No» con el «Sí» y no se dio cuenta de que el semáforo estaba en rojo.
El conductor salió asustado y él agonizando sobre el asfalto le dijo: «No se preocupe. Apenas estaba vivo»

sábado, xuño 14, 2008

Tentaciones de Alice.


Como cada mañana, tras la rápida ducha,
bajo las escaleras hacia la realidad.
Y allí, en el descansillo, me cruzo con mi imagen
que desde el otro lado me invita a renegar
de este mundo que habito, reino del sinsentido
poblado de criaturas siervas de la maldad.
Me lo pienso (no crean) y extiendo los dos brazos
dispuesto a zambullirme there, trough the looking-glass.
Pero mi yo invertido me guiña siempre un ojo
señalando una falla del reino de cristal.

«Hay truco, no te creas», entiendo que me dice,
«no es gratis el lograr tanta felicidad.
Aquí estamos seguros, todo está planeado
no quedan jabberwockies contra los que luchar.
Tampoco las sonrisas aparecen sin gato
ni los huevos te encuestan buscando la Verdad.
Pero si entras recuerda: lasciate ogni speranza
ya jamás en tu vida volverás a silbar.»

Yo me devuelvo el guiño, desextiendo los brazos
y, claro, me conformo con lo que el día me da:
una homérica aurora, las tostadas quemadas,
mentiras en la radio, tu beso nunca igual,
el café calentito, dos o tres guerras nuevas,
la lluvia en la ventana, ¡todo por estrenar!




(Ilustraciones de John Tenniel para Trough the looking-glass, and what Alice found there, de Lewis Carroll)

sábado, xuño 07, 2008

Que ya puso el obispo... (Una canción del Rucho)

El Rucho me envió está canción en su momento pero no he podido publicarla hasta hoy. Es una suerte no ser reo de actualidades y por eso la comparto ahora. Se une a La torre de La rosaleda para formar una «lírica contraurbanística» que, según algún crítico, debería incluir un romance sobre el centro comercial. El Rucho da la callada por respuesta pero sonríe.



Que ya puso el obispo,
vecina,
los sus cimientos.
Ya regó con hisopo
de plata
el vil cemento.
Ya firmó en sucursal
de banca
el documento
por el cual se hipoteca,
ay, amiga,
para hacer templo.
Ya vendió al diablo
su alma,
al diablo Dinero,
por tener una iglesia
flamante
en barrio nuevo.






Colocación de la primera piedra de la iglesia del Buen Pastor en el barrio de La rosaleda.

Foto: Diócesis de Astorga
Ponferrada, 23 de mayo de 2008.

xoves, maio 01, 2008

Causalidad.


Ch3chu y compañía han acogido en su remozada bitácora uno de mis microcuentos. Si les apetece pueden leerlo pulsando sobre su título:


CAUSALIDAD
en eBierzo.

sábado, abril 19, 2008

Maldición.

Tu gesto más absurdo
y el más inverosímil
llevarán en su seno
semilla de costumbre.

mércores, abril 09, 2008

La responsabilidad del lector.



Siempre he creído que la ignorancia sobre los antecedentes del autor y lo que nos quiere decir es la mejor posición para acercarnos a una obra de arte y poder valorarla. Sólo de esa manera podemos disfrutar de las novelas, por ejemplo, tal cual son: libres de condicionamientos absurdos como la fama o el criterio de autoridad. En el caso de las obras «clásicas» es prácticamente imposible acceder a ellas sin prejuicios pero, paradójicamente, son las que suelen sorprendernos más, porque la idea popularizada suele alejarse mucho de la realidad que nos muestran.
A mí, el otro día, Luis Buñuel me enseñó a leer a Max Aub. Les cuento:

I. Los crímenes ejemplares de Max Aub.




Uno de mis libros favoritos es Crímenes ejemplares, de Max Aub. Una compilación de microcuentos que David Hidalgo ha descrito de manera inmejorable:

[…] Desde los años 40, deudor quizás del carácter fragmentario de sus novelas, aparece en Max Aub el uso del microcuento en el que se conjugan la efectividad inmediata con la autonomía narrativa. Una de sus obras más populares está formada por microrrelatos en torno al homicidio. Se trata de Crímenes ejemplares (1957), libro esencial en la configuración de la nueva narrativa en el que se funden la brevedad y el realismo maravilloso en una serie de relatos en los que los supuestos autores de diferentes crímenes dan cuenta de las razones que los motivaron a ello. La contribución de estos textos va más allá de la simple concepción del microcuento y del humorismo del que están dotados, ya que en el fondo de los relatos se observa un profundo alegato a favor de la tolerancia y el respeto y contra el egoísmo. […]

[La realidad del deseo. Max Aub en el laberinto del exilio. David Hidalgo Vernalte. Trabajo de investigación. Inédito.]



Portada de la primera edición (1957)




II. La revelación buñuelesca.

Leyendo las memorias de Buñuel que transcribió Carrière (el cineasta se lo agradece en la nota preliminar* pero los editores españoles, hasta donde yo sé, no le reconocen autoría alguna en la portada) un pasaje me llamó poderosamente la atención:

[…] El mismo año […] rodé El río y la muerte […] Inspirada en la facilidad con que puede uno asesinar a su prójimo, la película contenía un gran número de asesinatos aparentemente fáciles e, incluso, gratuitos. […] Sin embargo la mayoría de los sucesos que cuenta esa película son auténticos y pueden, de paso, permitir echar un vistazo a este aspecto de las costumbres mexicanas. […] Hay países de ese continente [América Latina] en los que la vida humana -la propia y la ajena- tienen menos importancia que en otras partes. Se puede matar por un sí, por un no, por una mala mirada, o, simplemente, «porque tenía ganas.» Los periódicos mexicanos ofrecen todas las mañanas el relato de algunos sucesos que asombran siempre a los europeos.


Aquí paré de leer, me acordé de Aub, amigo de Buñuel en México, e imaginé que juntos habrían hablado mil veces de este tema. Además, dado su humor negro, los soñé recopilando recortes de periódico en los que se narraban las excusas más inverosímiles y jocosas. Proseguí con el libro:

Por ejemplo, entre los casos más curiosos: un hombre espera tranquilamente el autobús. « ¿Llega a Chapultepec?» «Sí», responde el primero [sic] . « ¿Y para ir a tal sitio?» «Sí», responde el otro. « ¿Y para ir a San Ángel?» «Ah, no», responde el hombre interrogado. «Bueno –le dice el otro- pues ahí tienes por los tres.» Y le mete tres balazos en el cuerpo […]
O también (es uno de los primeros casos que leí en la Prensa a mi llegada): un hombre entra en el número 39 de una calle y pregunta por el señor Sánchez. El portero le responde que no conoce a ningún señor Sánchez, que seguramente vive en el 41. El hombre va al 41 y pregunta por el señor Sánchez. El portero le responde que, sin duda alguna, Sánchez vive en el 39 y que el portero del primer inmueble se ha equivocado.
El hombre vuelve al 39, llama al primer portero y le explica lo que pasa. El portero le ruega que espere un momento, pasa a otra habitación, regresa con un revólver y abate al visitante. Lo que más me asombró de esta historia fue el tono con que la contaba el periodista, como si le diese razón al portero. El titular decía: Lo mata por preguntón.

[México (1946-1961) en Mi último suspiro, de Luis Buñuel. DeBolsillo Traducción: Ana María de la Fuente]

La verdad es que poca diferencia hay entre los casos que cuenta Buñuel y los que recoge Aub, basten para demostrarlo 3 ejemplos:

Me salpicó de arriba abajo. Eso, todavía, pase. Pero me mojó toditos los calcetines. Y eso no lo puedo consentir. Es algo que no resisto. Y, por una vez que un peatón mata a un desgraciado chófer, no vamos a poner el grito en el cielo.

*

¡Y aquel jijo cerró a seises, cuando estaba tan claro como el día que yo tenía la última blanca! No lo volverá a hacer. Y se decía campeón de Tulancingo. ¿Para qué hablamos?


*



¿Ustedes no han tenido nunca ganas de asesinar a un vendedor de lotería, cuando se ponen pesados, pegajosos, suplicantes? Yo lo hice en nombre de todos.

La duda estaba sembrada ¿Y si en realidad Crímenes ejemplares no es una recopilación de relatos, como creemos, sino de noticias, tal y como dice Aub en la nota previa? ¿Y si hemos jodido Crímenes ejemplares por leerlo mal, confiando en el espíritu juguetón y falsario de Aub por encima de lo que nos dice en la nota? Quizá en este caso el libro se ha estropeado al haber sido leído por intelectuales y no por lectores desprejuiciados.

III. CODA: Una cita de (mala) memoria.


AGRICULTOR (A): ¿Me vas a dejar leer a mí la novela?

ESCRITOR ARGENTINO (E): No, no te voy a dejar, ¿Vos sos intelectual?

A: No, pero…

E: Y entonces, ¿para que te voy a dejar? ¿Para que me la leas mal y me la jodas?

A: A la novela no le va a pasar nada porque…

E: ¡Ah! ¿Qué no? Va a ser la primera novela que se joda por leerla mal.

A: Hombre nunca había oído…

E: ¡Porque no sos intelectual!

[Amanece que no es poco (1989) Dirección y guión de José Luis Cuerda.]





*Yo no soy hombre de pluma. Tras largas conversaciones Jean-Claude Carrière, fiel a cuanto yo le conté, me ayudó a escribir este libro.

mércores, abril 02, 2008

Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio. (y XIX)

Y aunque al padre no le gusta
que la escuela haya dejado
para cuidar a los niños
de una familia de al lado,
como Ignacia va creciendo
tiene que buscar trabajo.
Ella no se encuentra bien
en la casa en la que ha dado.
El trabajo no le importa,
pero sí los otros tratos:
come peor que en su casa
para tal, ¡no vale cambio!
Así que deja a los niños
de sus padres al cuidado.
A casa de don Camilo
entra de chica, al rato.
Son 9, pero no dan
al agua ni medio palo.
Encima, de vez en cuando,
le riñen sin razonarlo.
De nuevo Ignacia decide
abandonar el trabajo
y esperar por uno bueno,
o siquiera… menos malo.
Entonces, como por magia,
le ofrecen otro contrato
para servir en la casa
de un hombre adinerado.
Que si es de Cacabelos
en Ponferrada ha acabado
y que tiene 6 hijos
que no los da bien ciudado.
A Ignacia se le iluminan
los ojos sólo al pensarlo
«¡Yo viviendo en Ponferrada!
¿quién podría imaginarlo?»
Después de hablar con los padres,
acepta el nuevo encargo.
Y ella a la ciudad se marcha
mirando a todos los lados:
«¡Qué grande es! ¡Cuánta gente!
¡Cuánta luz! ¡Es un milagro!»,
piensa Ignacia mientras entra
en Ponferrada soñando.
Cuando suben a la casa
que ha de estar a su cuidado
la señora va y le dice
«Contigo hoy no contábamos,
no tengo para ti cama
pero puedo arreglarlo:
¡en buhardilla de vecina
estarás como en palacio!»
Le preparan una cama
y después de haber cenado,
le dicen «¡Hasta mañana
que aprenderás tus encargos!»
Ignacia de la emoción
no da el sueño conciliado
y mira por la ventana
los faroles alumbrando.
«¡Qué bonito que está todo!
¡Y que grande la ciudad!
¿Viviré aquí para siempre?
¿Qué será, Señor, será?»
La gente va por la calle
y no deja de cantar.
La niña Ignacia escucha
un son que le es familiar
(lo aprendió del buen Luciano
que lo solía cantar)
y acompañando a los mozos
que por la calle lo van
cantando medio borrachos
ella empieza a musitar:

«Cuando, silenciosa,
la noche misteriosa
envuelve con su manto la ciudad,
el eco de tu voz
yo escucho junto a mí,
y siento que es mayor mi soledad...
A mi mente acuden
recuerdos de otros tiempos,
y todo se hace oscuro para mí.
Me falla el corazón
y pierdo la razón,
y siento ya la angustia de morir.
El pasado me atormenta.
Imposible es olvidar...
Quiero de mi mente alejar la visión,
pero más la vuelvo a recordar.
Cuando, silenciosa,
la noche misteriosa
envuelve con su manto la ciudad,
el eco de tu voz
yo escucho junto a mí,
y siento que es mayor mi soledad...»*





*Noche triste, letra de Carmelo Larrea.






Nota de Landrove: Aquí terminan las Coplas de la infancia de Ignacia, la abuela de Rodrigo, afortunadamente la protagonista aún sigue dando guerra (de la buena no de la que tanto sale en estos versos) y este romance sólo se ocupa de sus primeros 15 años… Cabe pues la esperanza de que continúe el poema. Desde aquí animo a Rodrigo a hacerlo y le agradezco que me lo hay prestado para habitar esta Constelación.

martes, abril 01, 2008

Le Rosaire de l´Aurore. Noviembre y diciembre de 2007.

Queridos lectores:

La guerra (la puta guerra, ya saben) ha complicado aún más la distribución de nuestra hoja volandera pero, lejos de amilanarnos por las requisas de papel y tinta y de dejarnos vencer por el inexorable paso del tiempo, desde la redacción de LR hemos decidido continuar a nuestro ritmo recuperando
los números retrasados para contar, tal cual pasaron y pasan, los hechos y desastres de un guerra que nos quieren ocultar.

Pueden haber dificultado el ejercicio de nuestro derecho a difundir libremente ideas, pensamientos y opiniones durante unos meses pero (salvo con una oferta económica considerable) no nos callarán.

Esperamos seguir contando con su atención en estos tiempos de crisis para el periodismo mitocondriaco.


Sergio B. Landrove.
Subdirector Plenipotenciario.



Así que ya podemos entonar nuestro tradicional reclamo:



«¡LE ROSAIRE HA SALIDO! ¡DESCÁRGUESE LE ROSAIRE










LR. 25 de noviembre de 2007. Número treinta y cinco. Edición restoespañola.

LR. 28 de noviembre de 2007. Número 35. Edición valenciana.

LR. 30 de diciembre de 2007. Número 36.

luns, marzo 31, 2008

Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio. (XVIII)

Por aquellos años hizo
obras el Ayuntamiento:
asfaltó bastantes calles,
puso aceras de cemento.
Las casas estaban hechas
siguiendo antiguo modelo
para hacer las novedades
hubo que tirar primero
muchos de los corredores
que ocupaban el terreno.
Las escaleras externas
eran el único acceso
así que los más vecinos
haciendo escalas se vieron.
Todos menos Pepe, tío
de Ignacia que estaba lelo
y al que,por la caridad,
le dio escalera el Concejo.
Tío Pepe compartía
la casa con otra gente
que no hizo su escalera
dejando obra pendiente
«Mientras no hacemos la nuestra
usaremos la de Pepe»
El tío asiente riendo
porque ningún mal presiente.
Pepe ganaba unos cuartos
haciendo de campanero,
también hacía recados
para la gente del pueblo
que le pagaba en especie:
cachos de pan de centeno,
un chorizo, unos repollos…
¡De lo que iban teniendo!
Estando todos en casa
entra Pepe enfadado
por sus gestos y sus voces
se ve que está asustado.
Don Manuel muy pronto entiende
lo que le dice su hermano:
«Le han robado la comida
¡han sido los descastados!»
Aprovechando que suben
por escaleras ajenas
los vecinos de Pepín
le vaciaron la despensa.
Don Manuel muy irritado
va al cajón de la herramienta,
saca clavos y martillo:
«¡Se les acabó la fiesta!
Les atranco para siempre
esa puñetera puerta
y si quieren ir a casa
¡que entren por la azotea!»,
va gritando por la calle
don Manuel a quien lo oyera.
De dos zancadas él sube
por la causa del problema.
Atraviesa dos listones,
comienza a sellar la puerta.
A los golpes del martillo
los vecinos ya salieran,
a puntapiés y puñadas
quieren parar la obra nueva.
Don Manuel que está enfadado
no repara que son hembras
y usando uñas y dientes
va y se defiende de ellas.
Han seguido a don Manuel,
Angustias y la compaña
cuando llegan a la casa
se meten en la batalla.
Al auxilio de la gente
llega bien pronto la Guardia,
los llevan a todos presos
por discutir a patadas.
Ignacia que fue al mercado
por su madre encomendada
cuando vuelve se la cruza
por la pareja esposada.
«¡Ay, Dios mío! ¿Qué ha pasado? »,
se pregunta la chavala
cuando ve entre los presos
al padre y a su hermana.
«¡Tranquila, Ignacia, no temas
que no nos va a pasar nada!»,
dice Angustias, pero miente
que se le nota en la cara,
«Vete y cuida a los pequeños
y quédate quieta en casa
que dentro de un rato estamos
ya todos juntos de cháchara»
Los Guardias se ríen de esto
que su madre le contaba:
«Señora, no mienta a su hija
que la buena temporada
que va a pasar entre rejas
no nació quien la quitara»
Después de oir estas cosas
se marcha llorando Ignacia.
De repente no recuerda
lo que madre le encargara:
«¿Qué paquete era para ellas?
¿Cuál para la tía Juana?»
Sale corriendo y corriendo
y los alcanza en la Plaza.
«Madre, ¿qué paquete es nuestro?»
«El grande. El otro, Ignacia,
llévaselo a la tía antes
de ir para nuestra casa»
Teruelo, uno de los guardias,
se mete con la rapaza.
Ignacia, del miedo que tiene,
le saca una lengua larga.
«Venga, niña, si no quieres
quedarte aquí encerrada
más te vale ir corriendo
derechita para casa»
Cuando va a doblar la esquina
que la lleva a su morada
ya escucha gritos y llantos:
¡ya está la gente enterada!
Se guarda pronto en cocina,
y allí de llorar no para
con sus hermanos y abuelo
y es tanto el miedo que pasan
que se olvidan de cenar
y de marchar a la cama.
A eso de las doce y media,
era la noche mediada,
abren la puerta de fuera:
¡a los presos liberaran!
El señor Guerra volvió
de un viaje en el que estaba
y al saber de la noticia
por la familia mediara
porque don Manuel, el padre,
para él bien trabajaba
y se habían hecho amigos
entre jornada y jornada.

domingo, marzo 30, 2008

Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio. ( XVII )

En casa están sentadas
Ignacia y su hermana Celia
su madre les dice: «¡Ea,
teneis que ir a la huerta
a ver si tenemos agua
para regar la cosecha!»
Si la hay, una me avisa
y la otra allí se queda
para decir a vecinos
que nos toca a nos la quenda
Las niñas llegan al huerto
y allí ven a la su abuela
Basilisa que les dice:
«¡ Ya estoy yo, vos a la escuela!»
Por el camino se paran
en una viña en que vieran
unos racimos maduros
con una pinta muy buena.
Miran a uno y otro lado,
y meten mano en la cepa
sacan dos gajos enormes:
«¡Ya tenemos la merienda!»
Cuando vuelven al camino
sale el dueño de las cepas.
«¡Ladronas y malandrinas
voy a hacer que os detengan!»
Las prende por una mano
y corriendo se las lleva
derechas al cuartelillo:
quiere interponer querella.
Las niñas de lo asustadas
lloran y lloran sin tregua.
El hombre grita: «¡Ladronas!»
Basilisa que lo viera
va a casa de doña Angustias:
«¡La culpa es tuya, peleixa,
que mandas al huerto a niñas
mientras tú duermes la siesta!»
Al llegar al Consistorio
un funcionario los espera
«¿A quienes me traes aquí
Pero, ¿no te da vergüenza?
En vez de meterles miedo
otro racimo debieras
darles para sus hermanos
¡Si son dos niñas pequeñas!
¡Vamos, anda, vete a casa
vas a acabar entre rejas
como sigas abusando
de las criaturas buenas!»

sábado, marzo 29, 2008

Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio. (XVI)

En abril del 39,
la Guerra al fin terminó
y en Cacabelos la gente
la noticia recibió
con alegría o tristeza,
según es su condición.
Los falangistas montaron
la mejor celebración
conforme a sus preferencias:
Misa, bando, procesión,
banderas, himnos y tiros.
¡Qué al fin Madrid se rindió!
El día 1 de abril,
cuando terminó la guerra,
don Manuel lloraba mucho,
de alegría y de pena.
Triste porque Nacional
precisamente no era;
alegre porque sabía
(había echado las cuentas)
que a su quinta llamarían
la siguiente para leva.
Así que aunque él no fue
(como su costumbre era)
a la fiesta de Falange
en su cabeza hubo fiesta
pero también mucho duelo:
¡Cosas de la puta guerra!

venres, marzo 28, 2008

Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio. (XV)

Aunque ella va a la escuela
continúa trabajando:
ayuda en casa a sus padres
y hasta en las tierras labrando
se pasa muchas mañanas
desde el invierno a verano.
Pero no todo es deber
que también hubo descanso.
Don Manuel un día dice:
«¡Ignacia dame la mano
que vamos a ir al cine
que te lo tienes ganado!
Creo que te va a gustar
es película de cantos
y bailes aragoneses…
¡Corre que así no llegamos!»
Cuando entran en la sala,
la historia ya ha empezado
y aquellos aragoneses
un jamón están cortando
«¡Hija, llegamos a tiempo!
¡A ver si reparten algo!»

Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio. (XV)

Aunque ella va a la escuela
continúa trabajando:
ayuda en casa a sus padres
y hasta en las tierras labrando
se pasa muchas mañanas
desde el invierno a verano.
Pero no todo es deber
que también hubo descanso.
Don Manuel un día dice:
«¡Ignacia dame la mano
que vamos a ir al cine
que te lo tienes ganado!
Creo que te va a gustar
es película de cantos
y bailes aragoneses…
¡Corre que así no llegamos!»
Cuando entran en la sala,
la historia ya ha empezado
y aquellos aragoneses
un jamón están cortando
«¡Hija, llegamos a tiempo!
¡A ver si reparten algo!»

xoves, marzo 27, 2008

Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio. (XIV)

En las clases hace amigas
entre las niñas traviesas:
Minerva, Noemí y Sara
son 3 buenas compañeras,
pero arman tanto lío
que les dice la maestra:
«A vosotras, señoritas,
mal el nombre os pusieron
pues más que 3 niñas chicas
parecéis 3 hombres fieros
en “U” deberían terminar
los nombres de nacimiento
Sarú, Noemú, Minervu:
vuestros nombres son, ¡No miento!»
Cuando doña Maximina
la clase sola dejaba
para preparar comida
u otra tarea de casa
a veces mandaba al hijo
a cuidar a la alumnada.
Minervú haciendo honor
al nombre que ya le daban
se enfrentó al vigilante
con puños y con patadas
el resto de señoritas
con aplausos la animaban.
El pobre del vigilante
pagó por su madre mala,
que llegó tarde a salvarle
de la horda de rapazas.
Las pizarras de las niñas
eran todas de latón
menos una de entre el resto,
de primera división,
que por ser de losa buena
era de todas ilusión
usarla para en la clase
hacer cuentas sin borrón.
La primera que llegaba
cogía el pizarrón,
pero esto no era nunca
del problema solución.
Siempre se formaba bronca
y una enorme discusión
sobre quien llegó primera:
«No fuiste tú que fui yo»
Ignacia muy a pesar suyo
con el problema acabó
un día que a la escuela
ella la primera entró.
Cogió la losa en la mano
cantaba de la emoción.
«¡Hoy no hay duda! ¡La he cogido!
¡La primera he sido yo!»
El resto de las chiquillas
no le quieren dar razón,
se abalanzan sobre ella
con la peor intención.
La niña Ignacia temiendo
el robo del pizarrón
se sienta sobre la losa
para salvar posesión.
La losa, claro, hizo crac,
bajo el peso se rompió.
Maximina, la maestra,
como una fiera salió
y dijo: «¿Qué ha pasado?»
y a la Ignacia calentó.

Os amigos de Archimboldo Roque.


Juan de Dios García acoge en El coloquio de los perros (Número 20. Primavera de 2008) un recorrido alfabético por uno de mis tebeos favoritos Os amigos de Archimboldo Roque, de Jacobo Fernández Serrano. Pueden leerlo pulsando sobre el título.



RECORRIDO ALFABÉTICO POR "OS AMIGOS DE ARCHIMBOLDO ROQUE", DE JACOBO FERNÁNDEZ SERRANO.




Como las revistas tienen fecha de cierre aparece como «aún inédito» Aventuras de Cacauequi (Edición Anotada) que esta misma semana sale a la venta (en galego y castellano) editada por El patito editorial.


Más en:

Las ciberbitácoras de Jacobo Fernández:

Os amigos de Archimboldo Roque y

Jacobo Fernández.

Cultura galega:

Jacobo Fernández Serrano
(con varias historietas que se pueden leer no sin esfuerzo)


*Una recomendación: Hasta el 8 de junio en el Auditorio de Galicia de Santiago de Compostela se puede visitar la exposición 1973-2008 Historieta galega en la que, entre otras muchas cosas interesantes, podemos ver algunos originales de estos «amigos».



**
Un poco más de autobombo: Ana Lorenzo recomienda apasionadamente mi crítica apasionada de «Os Amigos…» en Libro de notas. ¡Muchas gracias, Ana!

mércores, marzo 26, 2008

Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio. (XIII)

Por aquel tiempo de Guerra
el pan más escaseaba
y un vecino ofrece a Angustias
trabajo para la Ignacia:
«Si pastorea mi buey
yo de comer bien le daba»
La madre dice que bueno,
el padre pon mala cara
pero asiente resignado:
la necesidad es tanta
que no será poco alivio
tener hija merendada.
Así que Ignacia comienza
a trabajar desde enana
llevando a pacer a un buey
desde las luces del alba.
Manuel no está convencido,
Basilisa le acompaña
persuaden a doña Angustias
de que es idea muy mala
el que la niña trabaje
cuidando una bestia parda.
Y cuando el dueño encuentra
pastora bien preparada
libera a la niña chica
de aquella pesada carga
y vuelve Ignacia al colegio
ahora con muchas más ganas,
pues de segunda a tercera
ha pasado la «estudianta»

martes, marzo 25, 2008

Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio. (XII)

Don Antonio, el señor cura,
a Luciano visitaba,
eran muy buenos amigos
a pesar de la sotana.
«Mire, don Antonio, tengo
una duda bien clavada.
Si el lobo come en el monte
a uno que allí paseaba
y no se encuentra su cuerpo,
ni en cementerio descansa
sino que abona los pinos,
las encinas y castañas
¿ese también va al Cielo?»
Estallan las carcajadas:
« ¡Luciano, qué cosas tienes
siempre de broma tú andas!»
Con Ignacia, don Luciano
ensaya muchas tonadas
cantan canciones de Misa
y también de las de casa.
Le gusta mucho la Salve
y le dice siempre a Ignacia
«Si la ensayásemos bien
tú la cantabas por Pascua
que yo se lo pido al cura
por la amistad que me guarda»
Desde que tiene la idea
no paran ya de cantarla
4 veces por la tarde
y 5 por la mañana.
Cuando ya está satisfecho
a don Antonio le salta:
«¿Dejaría que mi nieta
la Salve en Misa cantara
en Fiesta bien principal,
por ejemplo… ¡por la Pascua!?»;
«Si lo hace bien no hay reproche
para organizar cantata»,
le responde don Antonio,
«pero tengo que probarla»;
«Ignacia, ven un momento,
para el señor cura canta
la Salve como ensayamos
que le apetece escucharla»
La niña canta muy seria
como el abuelo enseñara
el cura al final aplaude
de tanto como gustara:
«¡Claro que vas a cantar
en Misa Mayor, Ignacia!»
Al abuelo de contento
casi se le caen las lágrimas,
se le hincha mucho el pecho,
luce sonrisa en la cara.
Tristemente no llegó
al momento que esperara
porque Luciano murió
antes de fecha fijada.

luns, marzo 24, 2008

Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio. (XI)

Del frente vuelve Vicente
que permiso se ha ganado.
Cuenta cosas de la guerra
que les dejan asombrados.
Lo que a todos más extraña
es que haya vuelto armado:
de pistolas y fusil
viene el tío pertrechado.
«¿Cómo trajiste los trastes?»,
le pregunta don Luciano.
«Padre, ahora se lo cuento
pues es caso bien extraño.
Cuando me dan la licencia
para pasar aquí un rato
me llama mi superior
para que vaya al despacho
y me dice todo serio:
“Tu ficha he estado mirando
y los de Reclutamiento
una nota han dejado
en que me piden permita
que vuelvas a casa armado
para vengar una ofensa
que te hicieron desalmados.
Así que lleva pistola
y una granada, soldado,
y da a aquellos cabrones
lo que se tienen ganado.
Que no sufrirá pena alguna
ninguno de mis soldados
menos por hacer justicia
al que tanto le ha dañado”»;
« ¿ Y qué vas a facer, hijo?»
«Guardarlas bajo candado
y no usarlas ni de broma
que ya hemos derramado
bastante sangre en el pueblo,
para seguirnos vengando.»

domingo, marzo 23, 2008

Otra historia es probable en eBierzo.


Ch3chu y compañía han tenido a bien acoger en su ciberbitácora un artículo presuntamente humorístico. Si les interesa pueden leerlo pulsando sobre su título:






Supongo que nunca les podré agradecer bastante los lectores que me regalan, aún asi: ¡Muchas gracias!

Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio. (X)

Al margen de la contienda,
la vida sigue avanzando
y cae gravemente enfermo
el abuelo don Luciano.
Con los hombres en la guera
y las hembras trabajando
le toca a la niña Ignacia
estar de enfermo cuidando.
La tía Amalia trabaja
por las viñas y los campos
pero antes de marchar
deja el yantar preparado.
El resto lo hace Ignacia
que los días son muy largos:
barre, friega, limpia, cose,
da la merienda a Luciano,
habla con él y le canta,
le espanta moscas del lado.
El abuelo también cuenta
a la niña muchos casos:
de Cacabelos y el mundo,
del presente y del pasado.
Al colegio sólo va
cuando le deja el trabajo
pero aprende muchas cosas
escuchando a don Luciano.
Así un día en la escuela,
la maestra ha preguntado:
«¿Quién descubrió las Américas?»
y todos se han callado.
La niña Ignacia recuerda
lo que su abuelo ha contado
y muy bajito va y dice:
«Colón, el marino osado»
Josefina, la maestra,
a pesar del tono bajo
oyó lo que dijo Ignacia
y le pide que hable alto.
Ignacia repite fuerte
el nombre del buen cristiano
y Maximina le dice
al resto del alumnado:
«¡ Y casi no viene a clase!
¿Quién esto te ha enseñado?»
Ignacia llena de orgullo:
«¡Mi buen abuelo Luciano!»

sábado, marzo 22, 2008

Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio. (IX)

Una tarde en la escuela
la maestra anunció
«Mañana: paseo escolar.
Nos visita un escritor
que nos hablará de cosas
que merecen atención»
Sabiendo que no habrá clase
pasan la noche peor,
se hace más larga que nunca
esperando primo albor
que anuncie los buenos ratos
que trae consigo excursión.
Al campo de San Bartolo
van todos en procesión.
La maestra les enseña
una bonita canción
que entonarán todos juntos,
cual si fueran orfeón,
para recibir al hombre
que visita la región.

(La canción alaba al libro
como el amigo mejor,
que nos cuenta las verdades
y distrae nuestra atención,
que nos lleva de viaje
y nos abre el corazón.)

La ensayan 2 ó 3 veces,
y al llegar el escritor
se la cantan y él aplaude.
«En pago de la canción
yo tengo para vosotros
de noticias, la mejor:
el ejército de España
Bilbao ahora tomó
que lo he oído por la radio
cuando llegué a la estación»
Ignacia tiembla un poquito
esperando lo peor:
cada victoria de Franco
anuncia celebración.
La Falange, en la plaza,
entona el «Cara al sol»,
lanzan vivas al Caudillo,
a la patria y ¡hasta a Dios!
Y la abuela Basilisa
no desperdicia ocasión
y siempre se lleva a Ignacia
a la bélica reunión,
la pone en primera fila
y juntas cantan el son
que es el himno falangista
tras escuchar un sermón
que da el alcalde del pueblo,
alabando la pasión
de «bravos hijos de España
que salvan a la Nación.»
Cuando Ignacia vuelve a casa
se cruza con los vecinos
que se cuentan la derrota
de los rojos bilbaínos.
Muchos de ellos la celebran
otros no dicen ni pío
(tristes ven como la guerra
va siguiendo su destino).
«Madre, ya volví del campo»,
dice Ignacia bien bajito,
«fue la toma de Bilbao
así que hoy habrá lío.
Si viene abuela a buscarme
dígale que no he venido
que no me apetece nada
acompañar al gentío
de la mano levantada
a celebrar lo ocurrido»
Para que nadie la encuentre
se guarda en un escondrijo
que es debajo de la cama
en un bien oscuro sitio,
donde nadie pensaría
que se iba a meter un niño.
Allí debajo la nena
da vueltas al sucedido
«¿El “ejercito de España”
es al que sirve mi tío?,
¿Estará él en Bilbao?,
¿Será un héroe de libro?
¿Por qué matan a la gente
si en nada les han ofendido?»

venres, marzo 21, 2008

Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio. (VIII)

A pesar de las sonrisas,
la guerra no ha terminado
y continúa avanzando
el ejército de Franco.
Cada vez más sangre riega
de España todos los campos
tanto soldado ha caído
que son hombres reclutados.
Para «servir a la Patria»
llaman al tío Carballo:
primero era enemigo,
ahora será buen soldado.
Al pasar la revisión,
que han de pasar milicianos,
ven su espalda magullada,
sus miembros amoratados.
«¿Dónde y quién te hizo esto»,
le pregunta el encargado.
«Fue volviendo de Fabero
donde yo tenía trabajo
en las minas que allí hay»,
dijo Vicente asustado,
«Fueron unos falangistas
que a la sombra me esperaron»
El militar toma nota,
después de escribir el «Apto»,
en la ficha del recluta:
«soldao» Vicente Carballo.

xoves, marzo 20, 2008

Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio. (VII)

Un día que llueve mucho,
¡un diluvio a la berciana!,
Angustias manda a la niña
a llevar almuerzo al papa.
Le pone bajo el bracito
una olla con pescada
y en la otra mano le calza
un gigantesco paraguas.
Avanza a pasitos cortos
contra el viento, contra el agua
hasta llegar a la viña
donde don Manuel podaba.
La lluvia parece niebla
y la su vista nublaba
avanza por el camino,
carreterita encharcada.
La viña está en un alto
padre conoce paraguas
y por la altura bien sabe
que debajo va la Ignacia.
Sin pensar en otra cosa
con la mano la señala,
desde lo alto del teso
muy contento él la llama.
Pero el silbido del viento,
la lluvia espesa, y las ganas
escasas de trabajar
tienen a Ignacia engañada.
No reconoce a su padre
en aquel hombre con barba
que parece un enanito
o un trasno deses que hablan
de noche en los filandones
que tanto miedo le daban.
Don Manuel baja la cuesta
dispuesto para ayudarla
pero cuando ve que se acerca
su hija piensa: «¡Virgen Santa,
ahí viene ese enanito
a robarme la pescada!»
Suelta el paraguas y esconde
la pota bajo la falda,
y corre y corre chillando:
«¡Auxilio que este me mata!»
Los demás agricultores
se ríen de la chavala
y don Manuel, hombre fuerte,
en un santiamén la alcanza:
«¡Ignacia, estate tranquila
que no pasa nada, nada
que soy tu padre ¿no ves?
El mismo que viste y calza»
Cuando Ignacia se convence
de que estaba engañada
le da la mano a su padre,
se meten bajo el paraguas
y van juntos a la viña
a dar cuenta de pitanza.
En la olla va un guisado
con pescadilla y patata.
«¡Tenemos suerte que llueve
y no se acaba la salsa!»,
dice don Manuel chistoso
para hacer reir a Ignacia.

mércores, marzo 19, 2008

Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio. (VI)

Los hijos de doña Angustias
no tenían casi nada,
por no tener no tenían
ni ropa que los mudara.
A última hora su madre
el vestido les lavaba
y por la noche tendido
dejaba que se secara.
Se levantaba temprano
para remendar las faldas
y que sus hijos salieran
decentes de aquella casa.
Mientras en estos trabajos
sus manos ella ocupaba
no dejaba de cantar
sin pensar lo que cantaba:
igual entonaba un tango
que canción republicana
y de «La internacional»
a una ranchera pasaba
sin darse cuenta de que
su vida hasta peligraba
si alguno de los matones
escuchaba las tonadas
que a su boca le venían
de tenerlas escuchadas.
La preciosa voz de Angustias
despierta a la niña Ignacia
que tararea con ella
bajito desde la cama.

martes, marzo 18, 2008

Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio. (V)

No hubo frente en El Bierzo:
de Nacionales fue casa,
sólo el maquis resistió
echándose a la montaña.
Cacabelos no fue menos
y de moros fue posada,
falangistas y soldados
la tenían dominada,
tras matar republicanos
y humillar a la «morralla»
que así le llamaban ellos
a todo al que se enfrentaban.
Uniformados y chulos
por la calle paseaban
la Guardia Mora y los otros,
los de camisa azulada.
Metiendo miedo a los niños,
amenazando a muchachas
acarician las pistolas,
recordando que ellos mandan.

luns, marzo 17, 2008

Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio. (IV)

La Guerra Civil llegó
sembrando España de muerte
también sentó en Cacabelos
sus reales la insolente.
En dos bandos dividido
quedó el pueblo una mañana
que falangistas y rojos
se tenían muchas ganas.
Hubo quien sacó la cuenta
de lo que no le pagaran
y quiso cobrarla en la sangre
de quien algo le adeudara.
Salieron viejas rencillas,
odios, enfados, venganzas
y en aquel lío de tiros
cayó alguna buena alma.
Desde lo de los mineros
que a Cacabelos bajaran,
los Civiles y Falange
esperaban la venganza.
Tío Vicente Carballo
en la mina laboraba
y andando iba a Fabero
bien temprano de mañana.
Regresaba por la noche,
al terminar la jornada.
Y saliendo de Quilós
unos hombres le esperaban
y una paliza le dieron
pensando que lo secaban,
que por muerto lo dejaron
en el medio de la campa.
Los gritos del tío Vicente
los vecinos escucharan
pero por miedo a los otros
y a su brutal represalia
nadie salió en su ayuda
mientras estaban los fachas.
Más tarde, unos vecinos
avisaron a Carballa:
«A tu hijo le pegaron
en el camino de Arganza,
pero está vivo, no temas:
sus heridas van curadas
y descansa hasta la noche
escondido en nuestra casa.
Nada más caer el sol
lo traemos a su cama.»
Aquel día la Falange
se lo pasó de parranda
persiguiendo a sus rivales
hasta sacarles el alma.
«¡Mataron al señor Joaquín!»,
decía la vecinada,
«fueron a primera hora
a buscarlo a la su casa.
él los oyó e intentó
fugarse por la ventana
cuando oyeron el pestillo
dispararon con sus armas
y cayó Joaquín al suelo
con su vida ya acabada.»
«¡Ignacia, vete y le cuentas
lo que escuchaste a Carballa,
para ver que tal está
después de esta vil jornada!»,
dice Angustias a su hija
tras saber de represalias.
A abuela Angustias barriendo
ve desde lejos Ignacia
cuando se acerca descubre
que de llorar no parara:
«¡Pegaronlle ao Vicente
pola noite traenmo a casa

venres, marzo 14, 2008

Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio.(III)

Seis años recién cumplidos
Ignacia los va luciendo
corre por las calles, juega,
pero poco dura esto
porque un buen día su abuela
sigue del padre consejo
y dice «Ya tes edade:
¡tienes que ir al colegio!»
Ignacia no quiere ir,
la gente le mete miedo:
que si pegan, que si riñen,
¡que si los niños son «buenos» !
La noche antes no duerme
pensando en aquel tormento
que ha oído que es la escuela
en que enseñan sufrimiento.
Después de desayunar
Basilisa dice «¡Ea,
rápido, Ignacia, la mano
que hoy te es día de escuela!»
Conoce bien el camino
que va hasta la Calexa
pero parece más largo
de la mano de su abuela,
porque las cosas sin ganas
se hacen siempre arriba cuesta.
Ignacia contiene el llanto
y las ganas de a carreras
escapar de aquella mano
que la lleva hasta la escuela.
Cuando llegan al umbral
cerrada encuentran la puerta.
Una sonrisa ilumina
el rostro de la pequeña.
Basilisa no se rinde
porque ¡menuda era ella!
y con firme decisión
peta en portal de madera.
Al rato, el director,
que su nombre Augusto era,
sale y pregunta «¿Qué quieren
a hora tan tempranera?»;
«¡Buenos días, caballero,
traigo a mi nieta a la escuela»;
«Pues debe volver tal día
que hoy es jornada de fiesta.»
Basilisa afloja mano
ya Ignacia corre ligera,
nada en las lágrimas, canta
y deja sola a su abuela.
Vuelve a casa sonriendo
se abraza a su hermana Celia
que junto a los más pequeños
dejara en una llorera
por el miedo que tenían
de perder a primogénita.
«¿Ya saliste? ¡Tan temprano!»
«No, hoy no había escuela
asi que podemos jugar
un ratín a la chinela»
Pero al cabo de unos días
hizo la abuela la cuenta
y dijo a Ignacia: «¡Prepara
que mañana es día de escuela!»
¡Otra vez vinieron lágrimas,
gritos y hasta pataletas!
Que como el paredón creía
que eran las lecciones esas.

xoves, marzo 13, 2008

Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio. (II)

Eran años de pobreza
(y no sólo en Cacabelos)
la tierra daba muy poco,
los sueldos un tanto menos.
No hay mucho donde comer
y hay que ser listo: ¡el primero!
Por eso la niña Ignacia
siempre se da un paseo
por las cocinas humeantes
de sus señores abuelos
y donde ve el mejor plato
allí aposenta el trasero
y come lo que le dan
como diez lobos hambrientos.
Octubre del 34,
huele la nena a pimientos,
cachelos y bacalao que
Basilisa puso al fuego
«Hoy como aquí ¡Cómo huele!»
piensa para sus adentros
Ignacia Blanco que ya
de gusto se está relamiendo.
Llega la hora de la cena,
la pota ya está en el centro,
las cucharas preparadas,
los vasos… «¿Pero que veo?»,
dice doña Basilisa,
«¡Falta el vino! Un momento:
¡Dionisio baja y traélo
que no presta comer seco!»
El abuelo se levanta,
al corredor sale lento,
comienza a bajar la escala
¡y ve a todo un ejército!
Rápido vuelve a la casa:
«Basilisa yo no quiero
beber vino con la cena
¡que han llegado los mineros!»
«¿Pero que dis Dionisio?
¡Qué minera, ni minero!
Deja que ya bajo yo
que tú tienes mucho miedo.»
Basilisa precavida
abre la puerta con tiento,
primero saca cabeza y
ve armados a los mineros.
«Hoy cenaremos sin vino»,
anuncia sin miramientos.
Cuando ya van a comer
de aquellos buenos pimientos
restralla el primer disparo
de las hordas de mineros
a Ignacia le entra un tembleque,
una desazón, un miedo
que se le olvida hasta el hambre
y las ganas de cachelos.
Los tiros se oyen cerca,
luego un poquito más lejos
éstos son de los Civiles
y aquellos de los mineros
que vienen pidiendo lo suyo
y han bajado de Fabero
armados hasta los dientes
contra Guardia en Cacabelos.
Así, bajo los disparos
pasa lentísimo el tiempo
y mientras los demás comen
Ignacia toda es un tiemblo.
Después de un rato bien largo
llega su madre corriendo:
«¡Buenas noches, Basilisa!
¿Estáis todos bien? ¿Enteros?
Hace un rato que quedé
en llevar a Manuel esto»,
dice enseñando una olla
que lleva la cena dentro,
«Pero con el tiroteo
no fui hasta lo de Garnelo»;
«No te preocupes, Angustias,
parece que va remitiendo
espera un rato y si escampa
la guerra del firmamento
vamos hasta el alambique
¡Y a Manuel nos lo traémos!»
Al rato acaban los tiros
y las dos recorren presto
el camino que las lleva
hasta el sitio de Garnelo.
«¡Vámonos, Manuel, apaga
el alambique corriendo!
¡Vamos a casa no sea
que vuelvan los tiroteos!»

mércores, marzo 12, 2008

Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio. (I)

Prolegómeno.

Rodrigo, que no se me resigna a ser personaje y lucha por su condición de heterónimo, me envió ayer un cibercorreo en el que me decía:

Querido Sergio:

Hace año y pico […] me sorprendiste leyendo un romance ( Coplas de la vida de mi abuela) que había escrito para mi abuela Filomena en su 80ª cumpleaños y lo acogiste en tu Constelación. Mi otra abuela, Ignacia, acaba de celebrar su octogésimo aniversario y mi regalo […] son otros ripios sobre su infancia. Te los envío por si te apetece leerlos […]

Después de recabar su consentimiento comparto el romance con ustedes, espero que lo disfruten.




COPLAS DE LA INFANCIA DE MI ABUELA.
1928-1942


Era el año 28,
comenzaba el mes tercero,
cuando Ignacia fue a nacer
en villa de Cacabelos.
Don Manuel Blanco, su padre,
aserrador, bodeguero,
que para comer labraba
un par de viñas y un huerto.
Su madre, Angustias Carballo,
(era propio de su tiempo)
se dedicaba a cuidar
de la casa y los pequeños:
que Ignacia fue la primera
de un conocido quinteto
formado por Celia, Alfonso,
Emilia y Carmen. Tuvieron
aún otra criatura
que murió pequeña siendo
pero esta historia ahora
adelanta mucho el cuento.

domingo, febreiro 17, 2008

¡«Habemus» Himno!, en eBierzo.com.


Ya pueden leer mi tercera contribución a eBierzo, la ciberbitácora de Ch3chu y compañía, una nueva versión de un artículo ya publicado en el número 25 de Le Rosaire de l´Aurore:




domingo, xaneiro 20, 2008

Constelación decimoctava en Diario de León ( X ).


Sergio B. Landrove escribe Mañana, un relato que tiene como destinatarios a las víctimas del terrorismo así presenta una llamada en la portada del Filandón (el suplemento cultural Diario de León) de 20 de enero de 2008 uno de mis cuentos que ya pudieron leer en esta Constelación y que ahora se pueden descargar pulsando sobre su título.



No dejo de agradecer a don Alfonso García su generosidad para regalarme lectores.

xoves, xaneiro 17, 2008

Carta de despedida a una librería.


(ANTE EL CIERRE DE ARRIBA Y BLANCO.)

En mi estantería sigue ocupando un lugar preferente mi colección de tebeos de Astérix. Están allí por motivos puramente sentimentales pues los años (y muchas discusiones con acérrimos tintinófilos como Juan Carlos y Antonio) me han hecho ver que esos fallos y deficiencias que son palmarios en las últimas entregas tienen su semilla en la idea original. Juan Carlos llegó un día a solicitar que mediara en nuestra disputa el ilustrador y escritor Xan López Domínguez que nos dijo: Yo soy más de Tintín. Los primeros números de Astérix están bien, pero cuando la poción sirve para todo desaparece el guión y las historias dejan de tener interés…

Me estoy yendo por las ramas y quizá esto no te interesa pero el caso es que esa colección está en mi memoria indisolublemente ligada a ti. De ti me traje para casa la mayor parte de los ejemplares (Otros vinieron conmigo de lejanos lugares: Santander, Gijón, Vilagarcía de Arousa… o de alguna de tus hermanas) y cuando los releo recuerdo la ilusión de decidir en casa cuál es el siguiente que quería leer, salir con uno de mis padres, abrir tu puerta y decir, por ejemplo, « ¿Tienen Obélix y compañía?», lo tenía que pedir yo, era parte del rito, de la magia del momento. El dependiente, no recuerdo su rostro, se iba, creo que al almacén, y volvía con el tomo que yo apretaba contra el pecho y ya no soltaba hasta llegar a casa. También gracias a ti, un sábado muy lejano (recuerdo que era sábado porque fui con mi padre), terminé la colección, por vez primera con Astérix en Córcega y, por segunda vez, con la aventura en la India que editaron cuando ya hacía tiempo (¿Meses o años?, es tan raro el tiempo de la infancia) que había comprado el de Córcega.

Me has contado muchas más historias: las del barón de Munchaussen, la de Jekyll y Hyde, el Cuento de Navidad, de Dickens y, más recientemente, la de Frankenstein o la de Los detectives salvajes; me has dado mucho que estudiar; me has enseñado a Descubrir el Bierzo en bicicleta y me has presentado a autores que, ahora, se encuentran entre mis favoritos: Gloria Fuertes, Bradbury, Capote y Gopegui.

Desde hace meses en tu puerta un pequeño cartel avisaba: Se traspasa, no me lo quise creer. Ayer, dando un paseo, vi carteles más grandes que confirmaban la mala noticia: 50% de descuento. Liquidación total. Miré, como tantas veces he hecho, a través del escaparate y vi que los estantes habían comenzado a vaciarse, que había empezado el expolio. Llamaron mi atención dos libros que estaban en mi lista de «A comprar» desde hace tiempo: Los parentescos, de Carmen Martín Gaite y el Diccionario Panhispánico de Dudas. Hoy por la mañana he participado en el saqueo. Sólo sé darte las gracias por lo mucho que te debo con esta carta que me ha salido demasiado triste. No es tristeza, es nostalgia: lo explica muy bien Lorca en otro de tus libros que están en mis manos: haremos en la esquina de la pena / una guirnalda de melancolía. (Versos finales de A Mercedes en su vuelo)

Muchas gracias.

Sergio B. Landrove.

Ponferrada, 17 de enero de 2008.


PS. En el prólogo a la novela que me acabas de regalar (ya la había leído gracias a la Biblioteca), que es la que Martín Gaite no pudo terminar porque se murió, escribe Belén Gopegui:

(…) yo no creo que los muertos nos vean. No nos ven, no existen, porque la muerte no es discurso, es pausa para siempre y no queremos darle pábulo nunca, tampoco con esa hipótesis imaginaria que si bien trae consuelo puede hacernos olvidar las cosas ciertas, la vida. Los muertos no nos ven, los muertos no existen sino que continúan: lo que existió continúa en lo que sigue existiendo, en lo que sigue pasando por su causa.

mércores, xaneiro 16, 2008

Restralletes (Uroboros en La Zorrera.)


Portada de Restralletes.
(Colás del Rucho con tres viñetas del tebeo Thom, de Andrés Meixide.)







Como felicitación de Navidad edité artesanalmente unos libelos en los que recopilé algunos de los microcuentos que he ido publicando en esta Constelación. Como me han convencido don José María Merino de que no todo microtexto es microcuento

(En este campo, la breve extensión es a veces una coartada para la pura ocurrencia, la hojarasca verbal o el chistecillo. Yo defiendo que la narratividad, es decir, el movimiento y la tensión dramática, tienen que estar presentes, aunque el género sea muy flexible, y permita una libertad extraordinaria. Pero si no hay movimiento, no hay cuento ni minicuento. Y me producen bastante perplejidad los textos que a veces leo y releo en algunas antologías, que siendo sin duda microtextos, no son en absoluto microcuentos.

dice J.Mª. Merino entrevistado por M.Á. Múñoz en su muy interesante bitácora El síndrome de Chéjov)

decidí llamarlos «restralletes» y digo en el prolegómeno:

Mi abuelo llamaba «restralletes» a los petardos y no más que eso, explosiones mínimas, son los microtextos que aquí recopilo. Muchos de ellos son meros chistes, paradojas u ocurrencias que no llegan a alcanzar carácter narrativo. Frutos de, como me dijo alguien, una libertad narrativa presa de los límites que se ha impuesto. Pretenden asombrar ¿o quizá iluminar?, pretendan lo que pretendan sólo el lector paciente podrá decir lo que consiguen. A su juicio los (y me) someto.

McLera, uno de los destinatarios del folleto, publica en su Zorrera Uroboros, uno de los cuentos, porque éste , sin duda, lo es.

Restralletes no es una recopilación cerrada y a ella se irán incorporando, si las musas quieren, mas textículos. Bajo ese subtítulo se publicarán, D.m., en esta ciberbitácora.

luns, xaneiro 14, 2008

Una epifanía en eBierzo.com.

Ya pueden leer (y escuchar) en eBierzo.com mi segunda colaboración con esta excelente bitácora sobre cultura e internet desde El Bierzo.




domingo, xaneiro 13, 2008

Fábulas crípticas en Diario de León.

Filandón, las páginas culturales dominicales de Diario de León, acogen hoy en su sección Textos y pretextos algunas de mis Fábulas crípticas, concretamente estas 18 que ya habían podido leer en esta Constelación: Fábulas crípticas.

FÁBULAS CRÍPTICAS


I

El león, soberano absoluto, rugió estremeciendo hasta el último confín de sus dominios.Las ovejas, todas a una, acataron sumisas: “¡Beeeeeeeee!”El pato ladró.


II

La rana apenas podía creer lo que estaba viendo. Croó con todas sus fuerzas llamando a sus hermanas pero, para cuando ellas llegaron, hacía rato que la mosca se había cansado de bailar claqué.

III

Martín era un gato y, aunque no le gustaba demasiado, acostumbraba a sonreír.

IV

Las hormigas se alejaban cargadas con el cadáver conscientes de que alguien tenía que hacerse cargo y ocultar aquella indignidad.

V

Atraídas por el olor, las moscas buscan un paso en la solidez del roble. Arremeten una y otra vez contra la puerta confiando en que sólo por su ilusión y esfuerzo alcanzarán lo imposible.

VI

Nada hacía disfrutar más a la araña que oír el crujido de las cucarachas bajo los zapatos de los humanos.


VII

Cuando por la noche las hormigas finalizan su jornada laboral las páginas de los libros recuperan su mudez.


VIII

El rinoceronte minucioso tuvo que abandonar su gran pasión: el maquetismo.


IX

Los monos, asustados por su parecido con los hombres, decidieron no afeitarse más.

X

La pantera se creía noche.

XI

La polilla, harta de lana, esperaba el cambio de estación.

XII


Tras la asamblea las serpientes decidieron no querellarse contra el autor del Génesis.

XIII

El pulpo se hizo un lío.

XIV


«¿Un vegetal es un animal?» fue la escueta pregunta que envió el insecto palo a un consultorio radiofónico esperando, al fin, salir de la depresión.


XV

Una vez más se ha denegado a los delfines la condición de súbditos del reino animal. «Demasiado humanos», ha declarado el jefe del negociado que tramitó el expediente.

XVI

El mariachi de armadillos interpretó como colofón de su recital la ranchera que les lanzó a la fama: «Rodar y rodar».


XVII

«Quiquiriquí», cantó el gallo a media noche sin demasiada convicción. Al reclamo de su voz el sol salió y el mundo se puso en marcha. Animado por los buenos resultados empezó a planear la invasión de Polonia.

XVIII

El hamster fugitivo apenas podía creer que sus pies le llevaran tan lejos.



(De nuevo todo mi agradecimiento a don Alfonso García, coordinador del suplemento)

venres, xaneiro 11, 2008

De himnos y contrahimnos.


Hoy ABC nos adelanta la canción que ha ganado el concurso para ser letra de nuestro himno nacional (ABC: El himno ya tiene letra y Compostela: «Fiskeo» el himno).


Mi himno favorito, de entre los que conozco, es el de la Comunidad Autónoma de Madrid que Joaquín Leguina tuvo el acierto (¿o el error?) de encargar al maestro Agustín García Calvo.

Aunque algunos de sus amigos no parecían confiar en que el poeta (y tantas otras cosas) no se estuviera vendiendo, así Rafael Sánchez Ferlosio le hizo estas advertencias desde las cartas al director de El país:

El himno de García Calvo.
Ya que ese inmenso cabezota de Agustín García Calvo, desoyendo el afectuoso y desinteresado consejo de toda la flor de sus amigos, ha tenido que salirse con la suya haciéndole al señor Leguina el himno de Madrid, considero oportuno recordar aquí unas estrofas del romance inacabado que, aunque en ocasión pretérita, con tema y espíritu bastante aproximados al himno de García Calvo, dejó escritas aquel injustamente olvidado segundón de la generacíón del 98 que fue el malogrado vate don Jacinto Batalla y Valbellido, que terminó muriendo maestro de escuela en una perdida aldea de Morelos:

"Si, como dicen los sabios,
no hay virtud mejor templada
que el vicio dé la soberbia
cuando renuncia a la espada,
y es verdad que así está hecha
la condición castellana,
para este lance de naipes,
ya conoces tu jugada:
que los unos a los otros
les ladren las cabalgadas
y los otros a los unos
les cabalguen las ladradas
en ese indigno bochorno
de una diaria embanderada."

(Publicada en El país, 14 de octubre de 1983);

don Agustín sin apartarse un ápice de todo lo que ha escrito contra el progreso progresado, el dinero, el Estado,… compuso esta canción. Un auténtico contrahimno:

Yo estaba en el medio:
giraban las otras en corro,
y yo era el centro.
Ya el corro se rompe,
ya se hacen Estado los pueblos,
Y aquí de vacío girando
sola me quedo.
Cada cual quiere ser cada una:
no voy a ser menos:
¡Madrid, uno, libre, redondo,
autónomo, entero!
Mire el sujeto
las vueltas que da el mundo
para estarse quieto.
Yo tengo mi cuerpo:
un triángulo roto en el mapa
por ley o decreto
entre Ávila y Guadalajara,
Segovia y Toledo:
provincia de toda provincia,
flor del desierto.
Somosierra me guarda del Norte y
Guadarrama con Gredos;
Jarama y Henares al Tajo
se llevan el resto.
Y a costa de esto,
yo soy el Ente Autónomo último,
el puro y sincero.
¡Viva mi dueño,
que, sólo por ser algo,
soy madrileño!
Y en medio del medio,
Capital de la esencia y potencia,
garajes, museos,
estadios, semáforos, bancos,
y vivan los muertos:
¡Madrid, Metrópoli, ideal
del Dios del Progreso!
Lo que pasa por ahí, todo pasa
en mí, y por eso
funcionarios en mí y proletarios
y números, almas y masas
caen por su peso;
y yo soy todos y nadie,
político ensueño.
Y ése es mi anhelo,
que por algo se dice:
«De Madrid, al cielo».

Más:

Youtube: El himno recitado por su autor y cantado por unos incondicionales.

Wikipedia: Agustín García Calvo .

De viva voz (Artículos de AGC en Páginas temáticas del MEC): El himno con un brevísimo comentario de AGC en el entrega IX de 1999.



Los libros de AGC, un inmejorable paseo por la la obra de AGC de la mano de ¿Dale Arden?


mércores, xaneiro 09, 2008

«Si le hacen alguna pregunta, no conteste, le quieren distraer.»


Este amable cartel recibe al viajero en la estación (de autobuses) Sur de la Villa y Corte:








Fotografía tomada de la bitácora La botella de Klein.
Pulse sobre la imagen para verla ampliada.







Las advertencias, por otra parte, me parecen una descripción estupenda del estado de ánimo que debemos tener los propietarios en un mundo como el nuestro, regido por el dinero.

Po(p)ema.

«¿Supuras tú?»
«Ni fu, ni fa.»
«Ja, ja, ja, ja»,
cantó el cucú.

«¿Rezumas pus?»
«Bailo cancán
con mi tutú;
no soy ya yo
que seré tú.»

domingo, xaneiro 06, 2008

Adenda a Le juro que no estuve allí.




El Rucho me dice en un correo sobre este cuento:

Acabo de leer tu Le juro que no estuve allí. […] ¡Casi no me acordaba del día en que se te ocurrió la historia y me la contaste! Aquel día (ahora sé que fue el 14 de febrero de 2004) esbocé la escena principal de la que nace el relato. Estuve buscando en mis cuadernos y he encontrado estos dos dibujos en los que el protagonista eres tú ( o tu caricatura) y no yo, como dices en el relato […]







Boceto de una de las fotos del terrorista que puso en jaque a los servicios de seguridad de la Casa Real. El Rucho 14 de febrero de 2004




Detalle del terrorista desperezándose. El Rucho. 14 de febrero de 2004.

sábado, xaneiro 05, 2008

Cousas do Kulechov, de Susana Rey Crespo.


Reciclo el titulo de uno de los asientos de esta Constelación ( La ficción nuestra de cada día) para nominar unas reflexiones sobre este estupendo cortometraje que pude ver en la pasada edición del festival de cine de Ponferrada (Muchas gracias a sus organizadores por intentar desperezarnos de lo que manda el dinero).

Juan de Dios García ha querido acoger en las páginas de su El coloquio de los perros la crítica, un tanto pedantesca que me suscito la muy interesante pelicula de Susana Rey. Si les apetece pueden leerla pulsando sobre el título



Por cierto después de leer el final convendría recordar que quizá:

El niño que osó decir «El emperador está desnudo», ¡ay!, acaso también estaba pagado por el propio emperador.
[Vendrán más años malos y nos harán peores. Rafael Sánchez Ferlosio.]





Más sobre estas cosas en:

Axencia audiovisual galega: Ficha técnica de Cousas do Kulechov.


C-18:
Los archivos de la Organización del Poder Apócrifo: Quién no es quién y La práctica de la impostura.

De lo acaecido y lo ficticio.