xoves, xullo 19, 2007

La torre de la rosaleda.



El Rucho sigue con sus poemas reivindicativos (otros son Ponferrada ha hablado y Ríos de savia) y, después del café de ayer en que estuvimos despotricando del urbanismo, me manda este soneto:








Enhiesto surtidor de sombra y miedo
que amenazas al pueblo con tu lanza.
Gnomón que a las estrellas casi alcanza
para medir el oro que es mi tiempo.

Mástil de hierro, amenazante dedo
que justo en medio de la ciudad te alzas
para romper desde la lontananza
la vista de los montes que más quiero.

Cuando te vi, axioma de hormigón,
qué ansiedades sentí de destruirte,
de volver al pasado, de regreso

al tiempo en que la vida era otra cosa
y no una farsa en manos del Progreso.
Río, pues llegarán heladas y eres rosa.




El Rucho sobre El ciprés de Silos de Gerardo Diego (y en Wikipedia).

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