Al margen de la contienda,
la vida sigue avanzando
y cae gravemente enfermo
el abuelo don Luciano.
Con los hombres en la guera
y las hembras trabajando
le toca a la niña Ignacia
estar de enfermo cuidando.
La tía Amalia trabaja
por las viñas y los campos
pero antes de marchar
deja el yantar preparado.
El resto lo hace Ignacia
que los días son muy largos:
barre, friega, limpia, cose,
da la merienda a Luciano,
habla con él y le canta,
le espanta moscas del lado.
El abuelo también cuenta
a la niña muchos casos:
de Cacabelos y el mundo,
del presente y del pasado.
Al colegio sólo va
cuando le deja el trabajo
pero aprende muchas cosas
escuchando a don Luciano.
Así un día en la escuela,
la maestra ha preguntado:
«¿Quién descubrió las Américas?»
y todos se han callado.
La niña Ignacia recuerda
lo que su abuelo ha contado
y muy bajito va y dice:
«Colón, el marino osado»
Josefina, la maestra,
a pesar del tono bajo
oyó lo que dijo Ignacia
y le pide que hable alto.
Ignacia repite fuerte
el nombre del buen cristiano
y Maximina le dice
al resto del alumnado:
«¡ Y casi no viene a clase!
¿Quién esto te ha enseñado?»
Ignacia llena de orgullo:
«¡Mi buen abuelo Luciano!»
domingo, marzo 23, 2008
Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio. (X)
Publicado por Sergio B. Landrove el 23.3.08
Sección o secciones: Coplas de la infancia de mi abuela, Poesía.
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