luns, abril 03, 2006

La ficción nuestra de cada día.

Cuando escribí sobre el interesante proyecto del colectivo Todoazen (El año que tampoco hicimos la revolución. Caballo de Troya. 2005) me llamaron la atención las siguientes afirmaciones de sus miembros:

Nos gusta decir que (el colectivo) es una “célula de investigación”. Está formado por un grupo plural de gentes interesadas en “las narraciones de nuestro tiempo”, entendiendo el término narración en su sentido más amplio: lo que nos cuentan. Incluye la narrativa literaria en su modalidad más tradicional: libros de cuentos, novelas pero especialmente nos interesan otras narraciones menos obvias: la narración que vehicula la publicidad, la prensa, la música moderna, la administración judicial, etc. (…) Con ocasión de unas jornadas sobre la Literatura revolucionaria durante la República en las que participaba (se refieren a Constantino Bértolo, editor del libro) como ponente, nació la idea de “escribir” esa narrativa en la que flotamos, en la que estamos sumergidos y que muchas veces nos pasa inadvertida. Surgió la idea y nos animó a llevarla a cabo y en cierto sentido, ya como editor, nos ayudo a perfilarla.

Rebelión: Entrevista con el Colectivo Todoazen

Con ella hacen referencia a un presentimiento que nos turba, al menos, una vez al día cuando leemos el periódico “¿Será verdad?”. Ayer Javier Marías escribía en El País Semanal (afortunadamente también se puede leer en su ciberbitácora) sobre el particular; sin llegar del todo al fondo del asunto. Se limitaba a señalar lo necesitados que muchos de nosotros estamos de ser noticia (en nuestra sociedad sólo existes si sales en los papeles o en las televisiones) y como el periodismo tal y como está concebido puede ser peligrosa fuente de noticias.

LA ZONA FANTASMA: El defensor de ficciones. 2 de abril de 2006.

También ayer, curiosamente, Ricardo Chao en su Corazón de León desentrañaba una de esas ficciones nuestras de cada día el verdadero origen de la ínclita foto del miliciano abatido firmada por Robert Capa.

Imagino que dentro de no mucho tiempo volveré sobre el tema, si Dios quiere.

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