sábado, abril 19, 2008

Maldición.

Tu gesto más absurdo
y el más inverosímil
llevarán en su seno
semilla de costumbre.

mércores, abril 09, 2008

La responsabilidad del lector.



Siempre he creído que la ignorancia sobre los antecedentes del autor y lo que nos quiere decir es la mejor posición para acercarnos a una obra de arte y poder valorarla. Sólo de esa manera podemos disfrutar de las novelas, por ejemplo, tal cual son: libres de condicionamientos absurdos como la fama o el criterio de autoridad. En el caso de las obras «clásicas» es prácticamente imposible acceder a ellas sin prejuicios pero, paradójicamente, son las que suelen sorprendernos más, porque la idea popularizada suele alejarse mucho de la realidad que nos muestran.
A mí, el otro día, Luis Buñuel me enseñó a leer a Max Aub. Les cuento:

I. Los crímenes ejemplares de Max Aub.




Uno de mis libros favoritos es Crímenes ejemplares, de Max Aub. Una compilación de microcuentos que David Hidalgo ha descrito de manera inmejorable:

[…] Desde los años 40, deudor quizás del carácter fragmentario de sus novelas, aparece en Max Aub el uso del microcuento en el que se conjugan la efectividad inmediata con la autonomía narrativa. Una de sus obras más populares está formada por microrrelatos en torno al homicidio. Se trata de Crímenes ejemplares (1957), libro esencial en la configuración de la nueva narrativa en el que se funden la brevedad y el realismo maravilloso en una serie de relatos en los que los supuestos autores de diferentes crímenes dan cuenta de las razones que los motivaron a ello. La contribución de estos textos va más allá de la simple concepción del microcuento y del humorismo del que están dotados, ya que en el fondo de los relatos se observa un profundo alegato a favor de la tolerancia y el respeto y contra el egoísmo. […]

[La realidad del deseo. Max Aub en el laberinto del exilio. David Hidalgo Vernalte. Trabajo de investigación. Inédito.]



Portada de la primera edición (1957)




II. La revelación buñuelesca.

Leyendo las memorias de Buñuel que transcribió Carrière (el cineasta se lo agradece en la nota preliminar* pero los editores españoles, hasta donde yo sé, no le reconocen autoría alguna en la portada) un pasaje me llamó poderosamente la atención:

[…] El mismo año […] rodé El río y la muerte […] Inspirada en la facilidad con que puede uno asesinar a su prójimo, la película contenía un gran número de asesinatos aparentemente fáciles e, incluso, gratuitos. […] Sin embargo la mayoría de los sucesos que cuenta esa película son auténticos y pueden, de paso, permitir echar un vistazo a este aspecto de las costumbres mexicanas. […] Hay países de ese continente [América Latina] en los que la vida humana -la propia y la ajena- tienen menos importancia que en otras partes. Se puede matar por un sí, por un no, por una mala mirada, o, simplemente, «porque tenía ganas.» Los periódicos mexicanos ofrecen todas las mañanas el relato de algunos sucesos que asombran siempre a los europeos.


Aquí paré de leer, me acordé de Aub, amigo de Buñuel en México, e imaginé que juntos habrían hablado mil veces de este tema. Además, dado su humor negro, los soñé recopilando recortes de periódico en los que se narraban las excusas más inverosímiles y jocosas. Proseguí con el libro:

Por ejemplo, entre los casos más curiosos: un hombre espera tranquilamente el autobús. « ¿Llega a Chapultepec?» «Sí», responde el primero [sic] . « ¿Y para ir a tal sitio?» «Sí», responde el otro. « ¿Y para ir a San Ángel?» «Ah, no», responde el hombre interrogado. «Bueno –le dice el otro- pues ahí tienes por los tres.» Y le mete tres balazos en el cuerpo […]
O también (es uno de los primeros casos que leí en la Prensa a mi llegada): un hombre entra en el número 39 de una calle y pregunta por el señor Sánchez. El portero le responde que no conoce a ningún señor Sánchez, que seguramente vive en el 41. El hombre va al 41 y pregunta por el señor Sánchez. El portero le responde que, sin duda alguna, Sánchez vive en el 39 y que el portero del primer inmueble se ha equivocado.
El hombre vuelve al 39, llama al primer portero y le explica lo que pasa. El portero le ruega que espere un momento, pasa a otra habitación, regresa con un revólver y abate al visitante. Lo que más me asombró de esta historia fue el tono con que la contaba el periodista, como si le diese razón al portero. El titular decía: Lo mata por preguntón.

[México (1946-1961) en Mi último suspiro, de Luis Buñuel. DeBolsillo Traducción: Ana María de la Fuente]

La verdad es que poca diferencia hay entre los casos que cuenta Buñuel y los que recoge Aub, basten para demostrarlo 3 ejemplos:

Me salpicó de arriba abajo. Eso, todavía, pase. Pero me mojó toditos los calcetines. Y eso no lo puedo consentir. Es algo que no resisto. Y, por una vez que un peatón mata a un desgraciado chófer, no vamos a poner el grito en el cielo.

*

¡Y aquel jijo cerró a seises, cuando estaba tan claro como el día que yo tenía la última blanca! No lo volverá a hacer. Y se decía campeón de Tulancingo. ¿Para qué hablamos?


*



¿Ustedes no han tenido nunca ganas de asesinar a un vendedor de lotería, cuando se ponen pesados, pegajosos, suplicantes? Yo lo hice en nombre de todos.

La duda estaba sembrada ¿Y si en realidad Crímenes ejemplares no es una recopilación de relatos, como creemos, sino de noticias, tal y como dice Aub en la nota previa? ¿Y si hemos jodido Crímenes ejemplares por leerlo mal, confiando en el espíritu juguetón y falsario de Aub por encima de lo que nos dice en la nota? Quizá en este caso el libro se ha estropeado al haber sido leído por intelectuales y no por lectores desprejuiciados.

III. CODA: Una cita de (mala) memoria.


AGRICULTOR (A): ¿Me vas a dejar leer a mí la novela?

ESCRITOR ARGENTINO (E): No, no te voy a dejar, ¿Vos sos intelectual?

A: No, pero…

E: Y entonces, ¿para que te voy a dejar? ¿Para que me la leas mal y me la jodas?

A: A la novela no le va a pasar nada porque…

E: ¡Ah! ¿Qué no? Va a ser la primera novela que se joda por leerla mal.

A: Hombre nunca había oído…

E: ¡Porque no sos intelectual!

[Amanece que no es poco (1989) Dirección y guión de José Luis Cuerda.]





*Yo no soy hombre de pluma. Tras largas conversaciones Jean-Claude Carrière, fiel a cuanto yo le conté, me ayudó a escribir este libro.

mércores, abril 02, 2008

Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio. (y XIX)

Y aunque al padre no le gusta
que la escuela haya dejado
para cuidar a los niños
de una familia de al lado,
como Ignacia va creciendo
tiene que buscar trabajo.
Ella no se encuentra bien
en la casa en la que ha dado.
El trabajo no le importa,
pero sí los otros tratos:
come peor que en su casa
para tal, ¡no vale cambio!
Así que deja a los niños
de sus padres al cuidado.
A casa de don Camilo
entra de chica, al rato.
Son 9, pero no dan
al agua ni medio palo.
Encima, de vez en cuando,
le riñen sin razonarlo.
De nuevo Ignacia decide
abandonar el trabajo
y esperar por uno bueno,
o siquiera… menos malo.
Entonces, como por magia,
le ofrecen otro contrato
para servir en la casa
de un hombre adinerado.
Que si es de Cacabelos
en Ponferrada ha acabado
y que tiene 6 hijos
que no los da bien ciudado.
A Ignacia se le iluminan
los ojos sólo al pensarlo
«¡Yo viviendo en Ponferrada!
¿quién podría imaginarlo?»
Después de hablar con los padres,
acepta el nuevo encargo.
Y ella a la ciudad se marcha
mirando a todos los lados:
«¡Qué grande es! ¡Cuánta gente!
¡Cuánta luz! ¡Es un milagro!»,
piensa Ignacia mientras entra
en Ponferrada soñando.
Cuando suben a la casa
que ha de estar a su cuidado
la señora va y le dice
«Contigo hoy no contábamos,
no tengo para ti cama
pero puedo arreglarlo:
¡en buhardilla de vecina
estarás como en palacio!»
Le preparan una cama
y después de haber cenado,
le dicen «¡Hasta mañana
que aprenderás tus encargos!»
Ignacia de la emoción
no da el sueño conciliado
y mira por la ventana
los faroles alumbrando.
«¡Qué bonito que está todo!
¡Y que grande la ciudad!
¿Viviré aquí para siempre?
¿Qué será, Señor, será?»
La gente va por la calle
y no deja de cantar.
La niña Ignacia escucha
un son que le es familiar
(lo aprendió del buen Luciano
que lo solía cantar)
y acompañando a los mozos
que por la calle lo van
cantando medio borrachos
ella empieza a musitar:

«Cuando, silenciosa,
la noche misteriosa
envuelve con su manto la ciudad,
el eco de tu voz
yo escucho junto a mí,
y siento que es mayor mi soledad...
A mi mente acuden
recuerdos de otros tiempos,
y todo se hace oscuro para mí.
Me falla el corazón
y pierdo la razón,
y siento ya la angustia de morir.
El pasado me atormenta.
Imposible es olvidar...
Quiero de mi mente alejar la visión,
pero más la vuelvo a recordar.
Cuando, silenciosa,
la noche misteriosa
envuelve con su manto la ciudad,
el eco de tu voz
yo escucho junto a mí,
y siento que es mayor mi soledad...»*





*Noche triste, letra de Carmelo Larrea.






Nota de Landrove: Aquí terminan las Coplas de la infancia de Ignacia, la abuela de Rodrigo, afortunadamente la protagonista aún sigue dando guerra (de la buena no de la que tanto sale en estos versos) y este romance sólo se ocupa de sus primeros 15 años… Cabe pues la esperanza de que continúe el poema. Desde aquí animo a Rodrigo a hacerlo y le agradezco que me lo hay prestado para habitar esta Constelación.

martes, abril 01, 2008

Le Rosaire de l´Aurore. Noviembre y diciembre de 2007.

Queridos lectores:

La guerra (la puta guerra, ya saben) ha complicado aún más la distribución de nuestra hoja volandera pero, lejos de amilanarnos por las requisas de papel y tinta y de dejarnos vencer por el inexorable paso del tiempo, desde la redacción de LR hemos decidido continuar a nuestro ritmo recuperando
los números retrasados para contar, tal cual pasaron y pasan, los hechos y desastres de un guerra que nos quieren ocultar.

Pueden haber dificultado el ejercicio de nuestro derecho a difundir libremente ideas, pensamientos y opiniones durante unos meses pero (salvo con una oferta económica considerable) no nos callarán.

Esperamos seguir contando con su atención en estos tiempos de crisis para el periodismo mitocondriaco.


Sergio B. Landrove.
Subdirector Plenipotenciario.



Así que ya podemos entonar nuestro tradicional reclamo:



«¡LE ROSAIRE HA SALIDO! ¡DESCÁRGUESE LE ROSAIRE










LR. 25 de noviembre de 2007. Número treinta y cinco. Edición restoespañola.

LR. 28 de noviembre de 2007. Número 35. Edición valenciana.

LR. 30 de diciembre de 2007. Número 36.