venres, marzo 14, 2008

Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio.(III)

Seis años recién cumplidos
Ignacia los va luciendo
corre por las calles, juega,
pero poco dura esto
porque un buen día su abuela
sigue del padre consejo
y dice «Ya tes edade:
¡tienes que ir al colegio!»
Ignacia no quiere ir,
la gente le mete miedo:
que si pegan, que si riñen,
¡que si los niños son «buenos» !
La noche antes no duerme
pensando en aquel tormento
que ha oído que es la escuela
en que enseñan sufrimiento.
Después de desayunar
Basilisa dice «¡Ea,
rápido, Ignacia, la mano
que hoy te es día de escuela!»
Conoce bien el camino
que va hasta la Calexa
pero parece más largo
de la mano de su abuela,
porque las cosas sin ganas
se hacen siempre arriba cuesta.
Ignacia contiene el llanto
y las ganas de a carreras
escapar de aquella mano
que la lleva hasta la escuela.
Cuando llegan al umbral
cerrada encuentran la puerta.
Una sonrisa ilumina
el rostro de la pequeña.
Basilisa no se rinde
porque ¡menuda era ella!
y con firme decisión
peta en portal de madera.
Al rato, el director,
que su nombre Augusto era,
sale y pregunta «¿Qué quieren
a hora tan tempranera?»;
«¡Buenos días, caballero,
traigo a mi nieta a la escuela»;
«Pues debe volver tal día
que hoy es jornada de fiesta.»
Basilisa afloja mano
ya Ignacia corre ligera,
nada en las lágrimas, canta
y deja sola a su abuela.
Vuelve a casa sonriendo
se abraza a su hermana Celia
que junto a los más pequeños
dejara en una llorera
por el miedo que tenían
de perder a primogénita.
«¿Ya saliste? ¡Tan temprano!»
«No, hoy no había escuela
asi que podemos jugar
un ratín a la chinela»
Pero al cabo de unos días
hizo la abuela la cuenta
y dijo a Ignacia: «¡Prepara
que mañana es día de escuela!»
¡Otra vez vinieron lágrimas,
gritos y hasta pataletas!
Que como el paredón creía
que eran las lecciones esas.

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