martes, marzo 25, 2008

Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio. (XII)

Don Antonio, el señor cura,
a Luciano visitaba,
eran muy buenos amigos
a pesar de la sotana.
«Mire, don Antonio, tengo
una duda bien clavada.
Si el lobo come en el monte
a uno que allí paseaba
y no se encuentra su cuerpo,
ni en cementerio descansa
sino que abona los pinos,
las encinas y castañas
¿ese también va al Cielo?»
Estallan las carcajadas:
« ¡Luciano, qué cosas tienes
siempre de broma tú andas!»
Con Ignacia, don Luciano
ensaya muchas tonadas
cantan canciones de Misa
y también de las de casa.
Le gusta mucho la Salve
y le dice siempre a Ignacia
«Si la ensayásemos bien
tú la cantabas por Pascua
que yo se lo pido al cura
por la amistad que me guarda»
Desde que tiene la idea
no paran ya de cantarla
4 veces por la tarde
y 5 por la mañana.
Cuando ya está satisfecho
a don Antonio le salta:
«¿Dejaría que mi nieta
la Salve en Misa cantara
en Fiesta bien principal,
por ejemplo… ¡por la Pascua!?»;
«Si lo hace bien no hay reproche
para organizar cantata»,
le responde don Antonio,
«pero tengo que probarla»;
«Ignacia, ven un momento,
para el señor cura canta
la Salve como ensayamos
que le apetece escucharla»
La niña canta muy seria
como el abuelo enseñara
el cura al final aplaude
de tanto como gustara:
«¡Claro que vas a cantar
en Misa Mayor, Ignacia!»
Al abuelo de contento
casi se le caen las lágrimas,
se le hincha mucho el pecho,
luce sonrisa en la cara.
Tristemente no llegó
al momento que esperara
porque Luciano murió
antes de fecha fijada.

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