Los hijos de doña Angustias
no tenían casi nada,
por no tener no tenían
ni ropa que los mudara.
A última hora su madre
el vestido les lavaba
y por la noche tendido
dejaba que se secara.
Se levantaba temprano
para remendar las faldas
y que sus hijos salieran
decentes de aquella casa.
Mientras en estos trabajos
sus manos ella ocupaba
no dejaba de cantar
sin pensar lo que cantaba:
igual entonaba un tango
que canción republicana
y de «La internacional»
a una ranchera pasaba
sin darse cuenta de que
su vida hasta peligraba
si alguno de los matones
escuchaba las tonadas
que a su boca le venían
de tenerlas escuchadas.
La preciosa voz de Angustias
despierta a la niña Ignacia
que tararea con ella
bajito desde la cama.
mércores, marzo 19, 2008
Coplas de la infancia de mi abuela, por Rodrigo Osorio. (VI)
Publicado por Sergio B. Landrove el 19.3.08
Sección o secciones: Coplas de la infancia de mi abuela, Poesía.
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