domingo, abril 09, 2006

La credibilidad de lo inverosímil. ( II )


Pero no está tan claro que lo fantástico no pueda ser instrumento para el engaño. La argumentación de Lewis se cae por su propio peso si atendemos a los debates entre los defensores de la selección natural y los de la teoría del diseño inteligente. (Entendiendo esta última, incluso, en sus posturas menos extremas y no las siempre más atractivas para hacer mofa de aquellos que creen el Génesis en su literalidad) Lo inverosímil (campo en el que podemos encuadras no sólo al fenómeno ovni y a los esoterismos sino también a la física de partículas y otras muchas verdades científicas que son literalmente “increíbles” para la mayor parte de los mortales) no me parece un auténtico límite para la credibilidad. La frontera está quizá en la lógica interna. Si la narración que va a ser base de la farsa está bien trabada poco importa lo que se diga. Esa lógica interna se puede fundar en elementos tan insignificantes como la apariencia del narrador o su criterio de autoridad:

Este asteroide (el B 612) sólo ha sido visto una vez con el telescopio, en 1909, por un astrónomo turco. El astrónomo hizo, entonces, una gran demostración de su descubrimiento en un Congreso Internacional de Astronomía, Pero nadie le creyó por culpa de su vestido. Las personas mayores son así.
Felizmente para la reputación del asteroide B 612, un dictador turco obligó a su pueblo, bajo pena de muerte a vestirse a la europea, el astrónomo repitió su demostración en 1920., con un traje muy elegante. Y esta vez todo el mundo compartió su opinión.

(Le petit prince (1953) Antoine de Saint-Exupéry. Traducción al castellano Bonifacio del Carril para Ultramar-Emecé.)

También la construcción lógica puede asentarse en la credibilidad del medio a través del que se difunde (no es lo mismo una conferencia que una conversación en un bar) y, cuando se quiere hacer creer algo especialmente fantástico y el engaño se ejecuta ante los ojos del espectador, es necesario acudir a las artes mágicas y distraer la atención con algún otro elemento. Welles nos lo enseñó en F for Fake (Fraude) dejándonos ver como fijamos la atención en estímulos obvios para alejarnos del meollo del asunto:


El culo de Oja Kodar elemento que Welles usa para distraer la atención del público (¡ y hasta de Picasso!) en su soberbia película Fraude.


Se puede rebajar la incredibilidad de una mentira especialmente evidente acudiendo a métodos narrativos muy sencillos pero eficaces; incluir el elemento inverosímil en una enumeración con otros en el que el primero sea el único inexistente y dudoso. Lo deja claro Herman Hesse en su relato Herman Lauscher:

A pesar de ello, ya que yo mismo jugaba con mi inventiva infantil, se originaron en mi interior numerosas dudas. La duda más sincera la tenía contra la realidad de un Orbis pictus, mi libro de láminas preferido, que me acompañó desde que empecé a contemplar libros hasta que, ya un muchacho crecido, ejecutaba en mi vida el papel inverso que juegan Robinson y Gulliver en la vida real. Dudé durante mucho tiempo de que todas aquellas imágenes tuviesen su origen en la naturaleza, temeroso de que fueran meras fantasías pictóricas. Cuando contemplaba las reproducciones de caballeros o edificios u otros objetos históricos, me acordaba con satisfacción de mi astucia: también yo había dibujado a Aquiles y también había perfilando grandes catedrales y cosas parecidas, y las había hecho pasar ante mis camaradas por cosas verdaderas o por fieles reproducciones. Cuando mi padre se enteró de ello, abrió el libro por una de sus últimas páginas y me enseñó la imagen de una de las iglesias de nuestra ciudad, cuadro en que hasta ahora no me había fijado y que reconocí, inmediatamente, con gran consternación por mi parte. Desde aquel momento y durante bastante tiempo me persuadieron las palabras de mi padre haciendo que no albergase dudas.

(Herman Lauscher de H. Hesse. Traducción de Víctor Scholz para Plaza y Janés)

Por el mero hecho de aparecer los grabados en un catálogo en el que se encontraba también una reproducción del templo de su ciudad, Lauscher deduce que los demás también existen. Éste mismo método parece que fue usado por el traductor de Las mil y una noches para incorporar algún relato propio en la compilación y hay quien asegura que también Borges, Bioy y Ocampo colocaron apócrifos en su célebre antología del relato fantástico.

2 comentarios:

Anónimo dixo...

Obra maestra la de Welles, y como muchas obras maestras olvidada por la mayoría. Esa mayoría que sabe de Howard Hughes lo que han visto en "El Aviador".
Por cierto, podríamos enlazar la técnica de Welles en esta película con el comentario que hace en "Apuntes para una filología del camelo (I)" sobre todo en relación con el fragmento de Sanchez-Ferlosio. Me refiero al hecho de que Welles comienza la película con una abasalladora amalgama de conceptos, nombres, ideas, situaciones...y uno no se sitúa, pero poco a poco todo va adquiriendo sentido y al final la realidad se hace diáfana... ¿o es la ficción?
Siga con su blog. Muchas gracias

Sergio B. Landrove dixo...

Ciertamente es más "inquieresante" (por ponernos Jabberwockies) el Hughes de Fraude que el de El aviador.

Fraude es un apelícula que cobra sentido según avanza e, incluso, cuando la ves por segunda o tercera vez. Poco a poco se va haciendo diáfana; aunque no sé i llegará a ser tan comprensible para mí. Me faltan visionados.

Gracias por su comentario y su lectura.