El nacimiento del concepto de NACIÓN POLÍTICA se produce en Francia en el XVIII y tiene su base en el racionalismo.
Cuarta digresión. El racionalismo. Dijo Bueno que en su Fundación habían invertido largas horas discutiendo para alcanzar una buena definición de racionalismo, rechazando la escolástica (hacer bien los silogismos) por vacía y las de otros autores. En realidad los revolucionarios fueron poco racionales pues, como acto simbólico, bajaron a la Virgen María de un altar y subieron a una artistilla que representaba a la diosa Razón… ya me dirán. Bueno y su equipo llegaron a la conclusión de que el racionalismo está íntimamente ligado con el pensamiento científico moderno (muchos de los grandes científicos de aquel tiempo estuvieron implicados en la revolución francesa) y la holización que el propio Bueno definió como el estudio de la unidad descuartizándola en partes para luego reconstruir el todo desde los elementos. Se trata pues, de definir las unidades mínimas, individuos o átomos para llegar al conocimiento del conjunto.
La holización está también en la base del concepto de nación política pues el estado que nace de la revolución es esencialmente individualista y esta defensa de lo individual se encuentra en el núcleo de lo que llamamos democracia hoy en día. La nación francesa nace de un estado anterior, el del Antiguo régimen, pero no de una nación étnica. En Francia existían diversas naciones étnicas que se acaban, precisamente, con el surgimiento de la nación francesa: la igualdad de los individuos acaba con las peculiaridades culturales, incluidos idiomas. Este concepto de nación cultural como germen de la nación política es muy moderno: fue elaborado por Fichte en 1908 que escribió que una sociedad política antes de serlo fue sociedad cultural. Sería necesario determinar –continuó Bueno- qué es “cultura” (para él es indefinible pues es lo que sucede en el pensamiento laico a la “gracia” de la Iglesia) y, en todo caso, si existen en España diferentes naciones culturales. Yo creo que sí, hay dos: la española y la gitana que no está integrada o está integrada a medias pero no se puede decir que haya diferencias culturales con Galicia, Cataluña y País Vasco.
Tras la revolución el concepto de nación política tiende a extenderse pues su base es el individuo y por lo tanto tiende a ser una nación francesa "universal" y ahí es donde juega su papel Napoleón Bonaparte.
Cuarta digresión. El racionalismo. Dijo Bueno que en su Fundación habían invertido largas horas discutiendo para alcanzar una buena definición de racionalismo, rechazando la escolástica (hacer bien los silogismos) por vacía y las de otros autores. En realidad los revolucionarios fueron poco racionales pues, como acto simbólico, bajaron a la Virgen María de un altar y subieron a una artistilla que representaba a la diosa Razón… ya me dirán. Bueno y su equipo llegaron a la conclusión de que el racionalismo está íntimamente ligado con el pensamiento científico moderno (muchos de los grandes científicos de aquel tiempo estuvieron implicados en la revolución francesa) y la holización que el propio Bueno definió como el estudio de la unidad descuartizándola en partes para luego reconstruir el todo desde los elementos. Se trata pues, de definir las unidades mínimas, individuos o átomos para llegar al conocimiento del conjunto.
La holización está también en la base del concepto de nación política pues el estado que nace de la revolución es esencialmente individualista y esta defensa de lo individual se encuentra en el núcleo de lo que llamamos democracia hoy en día. La nación francesa nace de un estado anterior, el del Antiguo régimen, pero no de una nación étnica. En Francia existían diversas naciones étnicas que se acaban, precisamente, con el surgimiento de la nación francesa: la igualdad de los individuos acaba con las peculiaridades culturales, incluidos idiomas. Este concepto de nación cultural como germen de la nación política es muy moderno: fue elaborado por Fichte en 1908 que escribió que una sociedad política antes de serlo fue sociedad cultural. Sería necesario determinar –continuó Bueno- qué es “cultura” (para él es indefinible pues es lo que sucede en el pensamiento laico a la “gracia” de la Iglesia) y, en todo caso, si existen en España diferentes naciones culturales. Yo creo que sí, hay dos: la española y la gitana que no está integrada o está integrada a medias pero no se puede decir que haya diferencias culturales con Galicia, Cataluña y País Vasco.
Tras la revolución el concepto de nación política tiende a extenderse pues su base es el individuo y por lo tanto tiende a ser una nación francesa "universal" y ahí es donde juega su papel Napoleón Bonaparte.
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