sábado, abril 29, 2006

España no es un mito ( III )

Ocuparse del problema de España lleva a decir a uno como a Ortega que, por cierto, era ateo: “¡Dios mío! ¿Qué es España?” -dijo Bueno- Entiendo bien al filósofo que pretende expresar con esa exageración la extrema dificultad de una definición de España. Para intentar resolver este problema de total actualidad es necesario penetrar en la evolución del concepto nación.

Segunda digresión. La trampa del psicologismo. Antes de ocuparse del concepto señaló que si lo que los nacionalistas quieren el reconocimiento de sus regiones como nación es porque el término “nación” es útil y da ciertos privilegios que anhelan y que no es necesario buscar en grandes conspiraciones sino, más bien, en sueños infantiles. Es seguro que Pujol, Maragall e Ibarretxe lo que quieren es sentarse en el Consejo de la Unión Europea y en la ONU con sus señoras pero con conocer este fin (el real) no nos debemos conformar. Últimamente nos hemos quedado en la vertiente subjetiva, pecamos de psicologistas, y es necesario para mientes en como estos infantiles deseos afectan a lo objetivo, alo sustancial para saber si es necesario defenderlo y cómo.

Comparó el término “nación” con los conceptos “número” o “vertebrado” que no se pueden definir con dos palabras sino que es necesario llenar con la exposición sistemática de todo lo que engloban. La nación comprende una amplia variedad de acepciones que lejos de estar desligadas están entretejidas entre sí.
La palabra viene del verbo latino nasco que significa nacer y engloba, siempre según el profesor Bueno, tres grandes grupos de acepciones: nación biológica, nación étnica o cultural y nación política. A continuación haré un resumen del resto de su exposición.

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