mércores, novembro 29, 2006

Matías Prats. Otra esquela de Laureano Halfmöngrison.


Para mis apostillantes: anónimo, R. Chao y Taliesin, con todo mi agradecimiento.

Vista la buena acogida de la entrada anterior, que incluso despertó las ganas de implicarse de mis generalmente silentes lectores, decido publicar otra esquela de ese gran maestro de la necrológica que es el islandés Laureano Halfmöngrisom. Fue publicada en el segundo número de Le Rosaire de l´Aurore y si quieren leer la noticia que precipitó la muerte del decano de nuestros periodistas sólo tienen que pulsar aquí.




MATÍAS PRATS
1912-2004

Nació en una pequeña aldea del Mediodía francés (Saint Paul des Jacques) gobernada por un Teniente del ejército napoleónico al que sólo la ocupación nazi logró convencer de que el siglo XIX había finalizado. Cuando las divisiones nacionalsocialistas modernizaron Saint Paul, Matías ya llevaba años viviendo en España, país al que le había enviado el Teniente Moreaious como parte integrante de una leva forzosa que todos los años hacía por el día de las candelas. Cuando los quintos franceses llegaban al supuesto frente español descubrían el siglo XX en pleno esplendor y los más decidían no volver a sus casas, los menos regresaban para anunciar la muerte de Bonaparte y el progreso: fueron llamados profetas.
Matías, desertor del ejército napoleónico, vagaba por los campos de Castilla intentando descubrir su vocación, mientras sobrevivía a base de altramuces y, como bien sabe el lector, de ser herbívoro a trabajar en la radio hay sólo un paso que el señor Prats no dudó en dar. Como todo bisoño tenía ideas revolucionarias sobre la radiodifusión que jamás le dejaron llevar a la práctica por lo que tuvo que trabajar haciendo un poco de todo: maquilador, fraile (e incluso antes cocinero), antenista, lector de necrológicas, altavoz y finalmente speaker en retransmisiones deportivas, campo en el que se consagró con su memorable (y memorada) locución del Campeonato Comarcal de Softball del Valle de Arán.
Estalló la Guerra Civil que partió la vida de Matías, como la de todos los españoles, por la mitad con una angustiosa linde llena de dolor, odio y muerte. No era la primera vez que Matías se veía involucrado en una batalla que ni le iba ni le venía: desertó y se escondió durante todo el conflicto y parte del postconflicto en las cuevas de Altamira, donde, gracias a un rudimentario equipo de grabación, logró editar el programa de humor que siempre había querido hacer. Una vez finalizada su obra presentó el proyecto en RNE. “¿Qué es esto?” -dijo el Director de Programación después de escuchar dos de las cintas. “Humor. Le llamo «Corridas de toros», simulo un absurdo espectáculo de máximo interés social que consiste en lesionar al animal hasta la muerte y lo retransmito como si realmente existiera. He grabado treinta de esos espectáculos, he escrito las vidas y trayectorias de doscientos «toreros», cuarenta actuales y el resto históricos, lo que me permite dar total verosimilitud al asunto...” “Estás loco, Prats, pero haremos la prueba: mañana a las cinco de la tarde emitiremos el primero de tus programas...” Días después el Generalísimo decíde aprobar el proyecto de construcción de Las Ventas. Despechado por la utilización de su idea con fines espurios se afilia al PCE del que, tras una sonada discusión con don Rafael Alberti es expulsado y, como consecuencia de un expediente ante el Soviet Local, condenado a la mortalidad.
Tras esta condena se inicia su periplo por diferentes diarios nacionales e internacionales, legales y clandestinos: El Correo Gallego, The Times, Clarín, Al Alba, La Fe, La Verdad, El Globo, Mis Huevos,... La vejez le hace retirarse en olor de multitudes en una cena homenaje celebrada en las catacumbas romanas. La comezón periodística le impidió abandonar totalmente su profesión y así, en 1999, crea el diario confidencial virtual METÁFORAFLORIDA.COM y, más recientemente, decide incorporarse a la redacción de LE ROSAIRE que precisamente en este número publica su primera y, tristemente, única colaboración en la que desvela una oscura trama mercantil que pudo precipitar su muerte.
Que Dios acoja en su seno al Maestro.


Publicado en el número dos de Le Rosaire, octubre de 2004.

luns, novembro 27, 2006

Rubidio Padliuchenko (1962-2004)

HUMOROTECA DE L´AURORE.

El reciente presunto envenenamiento del espía Litvinenko ( EL MUNDO: La muerte de un espía, paso a paso.) me ha recordado el trágico caso de don Rubidio Padliuchenko que Laureano Halfmöngrisson dio a conocer en una de sus míticas esquelas de Le Rosaire de l´Aurore.


RUBIDIO PADLIUCHENKO
(1962-2004)



Nació como ciudadano soviético pero por suerte, para él, su padre ocupaba un alto cargo en el partido (imagínese el lector qué partido) lo que le permitió disfrutar de una infancia capitalista llena de juguetes, empachos, varicela y viajes a Cuba. En su Trolichev natal estudió hasta el equivalente a nuestro antiguo COU. La educación soviética supervisada por el Comité y siempre a espaldas de Dios causaba graves disfunciones en los pupilos que generalmente huían hacia Poniente con el firme propósito de entender el misterio de la Santísima Trinidad y otros de los que habían oído hablar a sus abuelas y en los que sabían que se encontraba La Verdad. Ávido de trascendencia y gracias a una recomendación se retiró a Siberia y allí, concretamente en el Centro de Estudios Jurídicos del Norte de Eurasia, alcanzó el primer puesto de su promoción de corredores de comercio lo que le daba derecho a representar a la CCCP (URSS) en los Juegos de Los Ángeles en los que batió todas las marcas autentificando escrituras de constitución de sociedades en comandita y en los mil metros. Aprovechó su estancia en the USA (EEUU o EUA) para huir (corriendo, por supuesto) de la delegación comunista y estableció su domicilio en Waco (Texas) dónde un filántropo asaz generoso le acogió en su rancho a cambio de favores sexuales e importantes cantidades económicas. Cuando Rubidio descubrió que David, así se llamaba el ranchero, le era infiel (violaba y defraudaba simultáneamente a otras doscientas personas) prendió fuego al cacofónico rancho y se fue. Con el fin de adquirir la nacionalidad francesa se alistó en la legión extranjera y tras participar en varias masacres en antiguas colonias se licenció recibiendo de Mitterand, a la sazón presidente de la República francesa, una importante recompensa económica con la que volvió a su Ucrania natal en cuya capital fundó el restaurante “La dovela del arco de medio punto no tiene envés” al que la Guía Michelín viene reconociendo tres tenedores desde 1998. Rubidio falleció el pasado mes de septiembre al comprobar el punto de sal de una paella que preparaba para Viktor Yúshenko.


Publicado originalmente en el número cuatro de Le Rosaire de L´Aurore, diciembre de 2004.




Más en:


domingo, novembro 26, 2006

COPLAS DE LA VIDA DE MI ABUELA, de Rodrigo Osorio. ( y VII )



Vuelve de nuevo al trabajo,
a cargar con su labor
su tía, la casa, el rebaño.
La vida es obligación.

Vuelve a la era, a la viña,
a la huerta y al molino
por evitar alguaciles
llega una vez a El Espino

y va a moler a Candín,
en las montañas de Ancares
todo el día andando sola
para tener unos panes.

La rutina era la misma
que vivió desde pequeña
pero la aguantaría poco
la buena de Filomena.

Ahora ara y ahora siembra
ahora viñas y ahora pan
los garbanzos y patatas
también dan que trabajar.

En el cuarenta y cinco
rozando los veinte años
hablando con una amiga
encontró un camino claro.

“Yo trabajo en un hotel
en Astorga principal
mi señora a su hija
busca chica que sea formal.

La señorita es muy seria
casó con guardia de Franco
y ahora se van a Madrid
a vivir en un palacio.

Si lo comparas con éste
aquél apenas es trabajo:
en casa agua corriente
y creo que otro criado.

Si quieres yo les pregunto,
cuando baje a Ponferrada.
Si vales para el trabajo
te unes para la semana.”

La señora dice sí
de las de Arganza se fía
varias tiene a su servicio
en el hotel que regía.

No sin miedo Filomena
pide licencia a su padre
que desde el primer momento
de sus trece no se sale.

Le da siete mil excusas
pero sus razones son claras
no quiere él renunciar
a quien tanto y bien trabaja.

“Padre, lo siento en la vida
sabe muy bien que no miento
si me quedo ahora en Arganza
nunca saldré ya del huerto.

Así que con o sin permiso
con o sin su bendición
voy a marchar a Madrid
aunque me eche un león.”

El padre a pesar de todo
está contento de que ella
quiera quedarse en España
y no se vaya hasta América.

Cuando sube a San Miguel
pide dinero prestado
compra maleta de cartón
para meter cuatro trapos.

A la mañana siguiente
en aquel coche de línea
Filo y Elena se marchan
no sin pena de su villa.

“Ya verás Filomenita
como aquello es mejor,
ahora da pena, pero luego
no te arrepentirás, no.”

Al llegar a Ponferrada
se quedan un día o dos
que es cuando su señora
coge el tren en la estación.

“Pararemos unos días
en Astorga, en el hotel,
luego tú y yo, Filomena,
seguiremos en el tren”

Con su maleta pequeña
su maleta de cartón
Filomena ve el futuro
como una cosa mejor.

Sentada en el banco aquel
de aquella fría estación
tiene un poquito de miedo
por la nueva situación:

“¿Cómo será ese Madrid?
¿Qué tal será mi señor?
¿Será mejor este trabajo?
¿No me arrepentiré yo?”

Los temores pronto espanta
pensando: “Esto quise yo.
Ya logré salir del pueblo
buscando vida mejor.”

Para el tren en el andén,
ellas suben al vagón
ven a lo lejos el monte
y algún rebaño ¿ilusión?

Filomena no despega
la nariz de la ventana
se despide de la buena
y rica tierra berciana.

“Cuando yo os vuelva a ver,
amigos montes nevados,
ya sabré como es Madrid
y sus calles y ¡hasta Franco!”




¡ Adiós ara, y adiós siembra
adiós viñas y adiós pan!
¡Adiós trabajos del campo
otros que quedan os harán!


Continuó y, gracias a Dios, aún continúa.

Ponferrada, 11 de noviembre de 2006.

sábado, novembro 25, 2006

COPLAS DE LA VIDA DE MI ABUELA, de Rodrigo Osorio. ( VI )




Aquellos tiempos de guerra
fueron duros, turbulentos.
La gente tenía miedo
y encima estaban hambrientos.

Los militares vivían
en cuartel de Villafranca
y para abastecer a la tropa
al pueblo le requisaban.

Un buen día dos Civiles
llegaron a San Miguel
y ordenan a Filomena
unas ovejas “vender”.

Con dos señores vecinos,
que tienen el mismo encargo,
doña Lucía e Isidro,
a la villa van andando.

El camino no es muy corto
y Lucía ya es mayor
cuando llegan va cansada
“Y aún tengo que volver yo”

Todo el día esperando
les tienen para cobrar
y cuando está anocheciendo
una miseria les dan.

La señora va cansada
y tienen la noche encima
“A este ritmo no llegamos”
los dos jóvenes matinan:

cogen a Lucía en andas
y avanzan camino abajo
pasando por Valtuille,
corren sin mucho trabajo.

Alientan en Villabuena
Quilós pasan resoplando
cuando dan llegado a Arganza
el gallo ya está cantando.

Después vino la posguerra
que no fue mucho mejor
tanto o más miedo había
y el hambre aún creció.

Las arcas de los González
estaban llenas de grano
pero el miedo a los Civiles
de pan les tenía privados.

Algunos guardias de aquellos,
ojalá hayan reventado,
abusando de sus armas
actúan como tiranos.

Y todo lo que veían
y les hacía tilín
lo tomaban para el Cuerpo.
Para el suyo, querían decir.

Filomena decidida,
como había demostrado,
cuando otro no podía
baja al molino cantando.

Normalmente al de Quilós,
de todos el más cercano,
pero si hay muchos Civiles
hace un viaje más largo.

Tras cumplir catorce años,
toda una moza ya era,
y sigue dándole vueltas
a marchar de aquellas tierras

para buscarse otra vida
que fuera algo menos sierva.
Como mandada por Dios
“la cubana” apareciera,

aquella buena señora
no era cubana que era
hija de un señor de Arganza
que se fuera a aquella tierra

hacía ya muchos años
y de visita volviera:
“Aquello es maravilloso
el que allí vive prospera”

A Filomena le arde
en los ojos la ilusión
de que le dejen marcharse
a aquella extraña nación.

“Os lo juro amigas mías
mucho trabajo allí hay
de servicio y ¡en oficinas!
para el que sepa sumar.

Casi todos tiene coche,
siempre es verano, no hiela.
Buenos sueldos para todos
¡es tierra muy postinera!”

Antes de que ella termine
Filo corre a su casa
“Madre, Padre, quiero irme
¡me lo ofrece la cubana!”

“Lo que esa dice: mentiras
y no la puedes creer
¡Cuántos marcharon y vuelven
sin donde muertos caer!

Además eres muy niña
¿y de ti quién va a cuidar?
Aquello es muy diferente
y te pueden engañar.”

“Padre, con todo respeto
se lo tengo que decir
como una mujer trabajo
debía tratarme así”

“Menor de edad eres tú
y si te marchas de casa,
mandaré a la policía
a que te busque en La Habana”

Filomena que sabía
que nada podía hacer
resignada cierra el pico
y se pone a barrer.

Cuando “la cubana” marcha
en el coche a Ponferrada.
Filo piensa: “Allí con ella
debería ir yo sentada”

Sus sueños de nuevo rotos
de alcanzar vida mejor
pero en el fondo de su alma
no pierde las ganas, no.

venres, novembro 24, 2006

COPLAS DE LA VIDA DE MI ABUELA, de Rodrigo Osorio. ( V )



A las noches: filandón
en casa de su tía había
para pasar bien el rato
con Roque y con Victorina.

Mientras hilan, tejen, cosen,
pelan castañas a los cerdos
cantan, aprenden, se ríen
y van contándose cuentos.

Y canta Filo una copla
que aprendió con los corderos
leyéndola en un librillo
que comprara en Cacabelos:

Eran dos enamorados
de hacía ya mucho tiempo
de hacía ya mucho tiempo
que estaban enamorados

y entre los dos ya tenían
un cuarto muy arreglado.
Ya van como cinco días
que César no viene a casa…

“Sigue Filo, sigue niña”
-le dijo tía Martina.
Parecía interesada,
mucho más que cualquier día.

Cuando la recitadora
llega dónde dice así:

Soy Natividad Delgado
nacida en Valladolid
saldremos en los papeles
si tú me olvidas a mí,

la tía da un respingo
“Ya me parecía a mí”

“¿Qué pasa tía, qué pasa?”
“Que ese cuento fue verdad
y un crimen bien famoso
que pasó en la capital”

“¿Cómo termina la copla?
¡Acaba ya Filomena!
Que me vienen al recuerdo
los tiempos que fui florera

allá en la Puerta del Sol
y oí yo la historia esta
de familiar bien cercano
de la novia justiciera.”

La joven al oír aquello
de su bolsillo sacó
un cuchillo bien enorme
que a su novio le clavó.

“Yo también sé una real
-dijo Roque entre susurros-
además está prohibida
pero éste es lugar seguro:

A las tres de la mañana
en Madrid se presentó
Franco con su aeroplano
a defender la nación.

Le ponen un telegrama
que a García y Galán
a las tres de la mañana
los iban a fusilar.

Galán sale de su casa
con García se encontró
tenemos la muerte en casa
por defender la nación.

García se va a su casa
y le dice a su mujer
sácame el traje de gala
que me lo voy a poner

Dime donde vas García

dime por Dios donde vas,
que tantos soldados salen
por la puerta principal.

No te lo puedo decir
pero te voy a abrazar
saca a la hija que la bese
que me van a fusilar.

Su madre que estaba allí
al suelo se desmayó
García estuvo a su lado
y a la madre levantó.

No llores madre querida
ni te recuerdes de mí
no ves que contento estoy
aunque me voy a morir


Galán se va para su casa

con una sonrisa atroz
se va a casa de la novia
y un abrazo le pidió.

No llores, Melia querida,
no llores, mi corazón
que a tu amante le fusilan
por defender la nación.


Melia se queda llorando
sin poderse contener
y su madre le decía:
hija qué vamos a hacer.

Ya se sienten los disparos

en las montañas de Jaca
porque dicen que mataron
los dos valientes de España.


García tiene una hija
Que apenas sabía hablar
Va gritando por las calles
¡Viva la libertad!

Fusilaron a Galán
fusilaron a García
eran dos republicanos
que no quieren monarquía.

Filomena impresionada
pide que cante otra vez
“Es triste pero bonito:
¡yo me lo quiero aprender!”

“Te lo enseño, Filo niña
sólo con una condición
que no la cantes a nadie
ni digas quién te la enseñó”.


*NOTA DEL AUTOR: En rojo, siguiendo la costumbre de Sergio B. Landrove en esta ciberbitácora, marco las citas. Son romances que mi abuela sorprendentemente recuerda de aquellos tiempos. No recordaba íntegro el de Garcia y Galán que completé gracias a la biblioteca del cibersitio Galicia Dixital.

xoves, novembro 23, 2006

Un paréntesis: tras los pasos de Chupaojales.

De los episodios hasta ahora narrados en el romance de Rodrigo Osorio el que más interesante me parecía para el público en general es el del combate en Canedo entre la Guardia Civil y el maquis que tiene por protagonistas a Adoración y Chupaojales. Pedí ayuda a los amigos de eBierzo.com y Miradas 3 para que intentasen recabar datos entre sus audiencias (más amplias que la de esta Constelación). La cosa ha empezado a moverse pero inicié otra vía de investigación y empecé a leer El monte o la muerte (Temas de hoy, 2005), de Santiago Macías. En su página 77 se puede leer el siguiente relato de los hechos:

En la noche del 18 de febrero de 1941, una delación permitió a las fuerzas represivas descubrir la estancia de un numeroso grupo de resistentes en el pueblo leonés de Canedo. Una vez montado el dispositivo, compuesto por más de cuarenta hombres del IV Tabor de Regulares de Larache al mando del teniente Carlos Marchante, acompañados por una veintena de guardias civiles al mando del alférez de Cacabelos, Vidal Montero Sánchez, penetraron en el pueblo, donde efectuaron varios registros por las casas que el delator les había indicado. Al llegar a la ocupada por los resistentes, comenzó una refriega en la que resultaron muertos dos de los hombres del monte así como los guardias (…) Otro grupo de resistentes, que había alcanzado el exterior, fue tiroteado por las fuerzas que rodeaban el pueblo, muriendo el soldado del tercio (…) y otros dos fugitivos. Un tercero, Dalmiro (…), fue detenido y asesinado de un tiro en la cabeza por uno de los mandos de la Guardia Civil, después de prestar declaración. Su cuerpo fue enterrado en las afueras del cementerio de la cercana aldea de Campelo, junto a sus cuatro compañeros muertos: (…) A ellos hay que sumar el cadáver de Gerardo González Ochoa Pasoslargos*, quien gravemente herido logró salir del combate para fallecer a la orilla de un arroyo cercano a Canedo. Su cuerpo fue descubierto tres semanas después, el cinco de marzo.

Por otra parte, después del combate en Canedo las filas de los resistentes se vieron incrementadas con la presencia de una mujer, Adoración Canedo Canedo, dueña de una de la casas donde se habían ocultado los huidos, que había escapado del pueblo para evitar una represalia en caliente por parte de las fuerzas represivas.


Se lo acabo de leer por teléfono a Rodrigo y se ha quedado mudo: Es tal y como lo cuenta mi abuela (pueden compararlo aquí con la versión rimada que hace Osorio) pero ¿Cómo acabaría Pasoslargos transformándose en Chupaojales en la memoria de Filomena? ¿Será suyo el error o de quien le contó las partes de la historia que ella no vivió? Ella vio los cadáveres de esa fosa cerca del cementerio y recuerda siempre entre lágrimas el aspecto y el olor de los muertos... , me dice.

Estas son las partes en que la historia de Filomena coincide con lo que comúnmente conocemos como historia (y que la gente se empeña en escribir con mayúscula) pero que a mí, coincidiendo con uno de los comentantes anónimos, no es la que más me interesa de la vida de Filomena González.

*Los datos coinciden con los dados por Filomena y recogidos por Rodrigo, éste debe ser Chupaojales.

mércores, novembro 22, 2006

COPLAS DE LA VIDA DE MI ABUELA, de Rodrigo Osorio. ( IV )




En tanto esto pasaba
Filomena no dejó
de aplicarse a las tareas
que eran su obligación.

La casa tenía limpia,
lucía como un resol
los vecinos sorprendidos
alababan su labor.

Las sábanas, blanco nieve;
los cacharros de oro son,
las huertas riega de noche
y aún cuida del rebañón.

El trabajo de pastora
su mayor tiempo ocupó
aunque era por vecera
su rebaño era el mayor.

La primera vez que al monte
ella con bichos subió,
recordaba aquella copla
de la vida del pastor

pero frío hacía en invierno,
y ni las piedras ni el roble
daban tan buen alimento
como en aquel canto noble.

Sus sueños de mejor vida
se le fueron al garete
y allá arriba en aquel monte
triste quedó de repente.

“Aquí estaré para siempre,
con las ovejas, yo sola,
sin nadie que me comprenda
pasaré la vida toda.”

Aquellos primeros días
fueron de mucha tristeza
se le acabó el apetito
la sonrisa y la paciencia.

Para que no lo notaran
ni su tía ni sus padres
toda su merienda daba
a los fieles de sus canes.

Así el monte fue su escuela
y allí arriba aprendió
con su libro a echar las cuentas
sobre losas de un montón.

De un palo se hizo fuso
y el hilar sola sacó.
También cuando se aburría
con su sombra ella bailó.

Eternos eran los días
del monte, de sol a sol,
y allí coplas también leía
y muchas memorizó.

Siendo Filo la pastora
con los rojos se cruzó
antes de aquella matanza
de la que aquí ya se habló.

Yendo a quitar escarabajos
por la renglera subiendo,
se encontró a uno lavando
sus cosas en el reguero.

Filo pasó quedamente
como si nadie estuviera
“Buenas, ¿lavando?”; “Ya ves”
-el hombre le respondiera.

Otro día con las ovejas
vio a muchos en un pinar
y más tarde una piedra
escrita ella fue a encontrar:

“Adoración, ya pasamos”
decía aquella roca.
Hizo como si no la viera
y siguió presta a sus cosas.

Pero los peores días
eran aquellos de invierno
que se oía aullar al lobo
que les daba mucho miedo.

Habían oído de la bestia
historias a más de un ciento
que si era el mismo demonio
y otros muchísimos cuentos

pero el que más recordaba
era aquél del tamborileiro
al que siguieron los lobos
y sólo salvó su perro.

“Perritos míos, valientes
yo compartí mi alimento
espero que vos ahora
nos protejáis del lobezno”

Para mejor protegerse
probaba su puntería
y muchos ratos mataba
tirando piedras y chinas

y alcanzó tal precisión,
que apartaba a las ovejas
de pastar donde no deben
a pedradas en sus piernas.

Tiempo después, una tarde
de repente y sin aviso
de detrás de un matorral
apareció el lobo listo.

Se fijó en un carnero
del rebaño, lo mejor
Filo pensó: “¡Ay, Dios mío!
Me quedo sin el castrón”.

Rápidamente la ayuda
de buen Santo ella pidió
rezándole un responsorio
que su madre le enseñó.

El lobo iba decidido
y ni un segundo dudó
recto iba hacia su presa
y a rodearla comenzó.

Los ladridos de los perros
el maligno ni escuchó
Filomena con fe ciega
el rezo continuó.

El lobo lanzóse al cuello
de su víctima lanar
y no logrará abrir sus fauces
por más que lo ha de intentar.

Incapaz de abrir la boca
el salvaje cazador
corrió a buscar alimento
cuanto más lejos, mejor.

Filomena da las gracias
al Santo grande y bueno
mientras el lobo se acerca
a matar a otro cordero

que pastaba más arriba
y como el Santo no velaba
por la salud de aquel rebaño
acometió a dentelladas

con ovejas y carneros
matando media cabaña
a pesar de tener suerte
triste Filomena estaba

por aquel otro pastor
al que su fe no ayudara.
“Es una pena tremenda
que mi suerte a él dañara”.

martes, novembro 21, 2006

COPLAS DE LA VIDA DE MI ABUELA, De Rodrigo Osorio. ( III )




Entonces el treintaiséis
llegó con su mal agüero
trajo la guerra. Y encargos
para Filo en su coleto.

A Rogelio mediohermano,
lo llamaron para el frente
dejó todos sus trabajos
caminito de la muerte.

Meses después les llegaron
con las peores noticias
“En el Teruel de Aragón
tu hijo perdió la vida”

“¡Maldita guerra, maldita
que siegas jóvenes vidas!”
-pensaba la niña Filo
llorando como perdida.

Doña Elvira en varios días
de la cama no salió
don Manuel guardó los bueyes
y en casa se recogió.

La tristeza vino a ver
a la familia González
desde el frente de Teruel
pero la vida aún sigue:

y ahora ara y ahora siembra
y ahora viñas y ahora pan
los garbanzos y patatas
también dan que trabajar.


Sola y ciega, tía Martina
necesita quien le ayude
y su hermano, don Manuel,
a Filomena le sube:

“Ya eres bastante mayor
y te tienes que encargar
del cuidado de Martina
y su casa: ¡a trabajar!

La vecera del rebaño,
trabajo menos severo,
mejor que la lleves tú.
Descansarás algo, espero.

Con las sábanas tu madre
por ahora te irá ayudando
y tú aquí, de vez en cuando,
vendrás a echar una mano”

Filomena corajuda
no pudo callarse, no:
“Si puedo cuidar la tía
sábanas puedo doblar yo”

Diez años tiene la niña
y se va a San Miguel
investida ama de casa
sin saber muy bien qué hacer.

La colada, la comida,
y otras tareas domésticas
fueron el nuevo trabajo
de la niña Filomena.

De las huertas de su tía
se tenía que ocupar
y aun de las cosas de Arganza.
Ni un rato para parar.

Sus padres que a ella siempre
quisieron dar lo mejor
llevaron a otro maestro
que de ella se ocupó,

por la noche la atendía
acabada su labor
y Filo a Arganza bajaba
para escuchar la lección.

“El duque” a él le llamaban
y era un muy buen profesor
que amor por las matemáticas
en Filomena sembró.

Pero el trabajo era mucho,
y el cansancio superior
y con tristeza en su alma
la niña las clases dejó.

“Es una pena, señores,
-el duque dijo a sus padres-
despierta y lista es un rato
para dar carrera vale.”

En el colegio veía
una forma de escapar
de aquel trabajo tan duro
que tendría que heredar.

“Tengo que aprender bastante
para poder defenderme
buscar algún buen trabajo
que mi salud poco mengüe”,

Y por eso ella estudiaba
en los ratos que podía
las cuatro reglas y otras
en un libro que tenía.

También la guerra llegó
a Arganza y a San Miguel
los falangistas y los rojos
hicieron de allí cuartel.

Unos buscando a los otros
subían en sus camiones
robaban, herían, mataban
como si fueran leones.

Después de quemar iglesias
con sus santos y sus torres
los rojos que iban huyendo
se escondieron en el monte.

Hubo mucho tiroteo
y el padre estaba en la era
sube a buscarlo la niña
pues bien valiente ella era:

“¡Padre baje, a comprar vino
han venido unos hombres!”
Con Filo baja Manuel
dejando atrás sus temores.

De Cacabelos subía
mucho la Guardia Civil
buscando a los huidos
que vagaban por allí.

Chupaojales, capitán
de los rojos montañeros,
no les dejaba parar
ni montar un campamento.

“Si nos paramos nos pillan
-decía a sus compañeros-
hay que esconderse, ser cautos
como el raposo y el ciervo.”

Cerca de allí, en Canedo,
vivía Adoración
era amiga de los rojos
su casa fue su pensión.

Ella les hacía compras
y esa fue su perdición
pues un día, en Cacabelos,
vieron comprar colección

de calcetines de lana
y allí la duda saltó.
“¿Para qué tanto escarpín
si siempre sola vivió?”

Subieron del cuartelillo
los guardias en procesión
y cuando petan en la puerta
se armó la revolución.

Muy grande fue el tiroteo
de la zona: ¡fue el mayor!
mataron todos los rojos
y algún guardia también cayó.

Los rojos armados iban
les ayudó Adoración
que tiraba como un hombre
con certera precisión.

En medio de aquel estruendo
Chupaojales le ofreció:
“Escapa, querida amiga,
tú no debes morir, no.

Que hiciste ya bastante,
huye, rápida y veloz,
a Francia, bien lejos de estos
que sólo tienen rencor.”

Adoración hizo caso
y se libró del terror
pues a todos remataron
aunque su jefe escapó.

Días después, Chupaojales,
desangrado apareció.
Huyó, pero malherido
y sólo en el monte murió.

luns, novembro 20, 2006

COPLAS DE LA VIDA DE MI ABUELA, de Rodrigo Osorio. ( II )



Cuando algún papel llegaba
a la casa de sus padres
la niña vueltas le daba:
¡Y es que leer aún no sabe!

“Hay que mandarla a la escuela
-dijo serio don Manuel-
con las ganas que ella tiene
pronto aprenderá a leer.”

A clase de doña Luisa
mandan a Filomenita
y en la cola de las niñas,
un poco asustada, grita.

El colegio no impedía
que tuviera que ayudar,
un día su madre entra:
“¡Me la tengo que llevar!”

“Tienes que ir a la tierra
allí están los trabajadores
y hay que subir la merienda
para aliviar sus sudores.”

Filomena no discute
pero piensa “¿Por qué yo?”
Carga el cesto, vega arriba,
bajo toda la calor.

Ahora ara y ahora siembra,
ahora viñas y ahora pan,
los garbanzos y patatas
también dan que trabajar.

Pero no todo era labor
y también había fiesta
en aquella dura vida
allá por los años treinta.

En San Miguel, más arriba,
subiendo para la Sierra,
vivía la tía Martina
una excelente pulpera

que siendo Santa Lucía
y preparada la hoguera,
llamado al tamborileiro
aviaba la merienda

para todos sus sobrinos:
golpea al pulpo en la piedra
y lo cuece con cachelos.
¡Parece que ya se huela!

Filomena iba oyendo
prepararse aquella fiesta
recordaba de otros años
la música y la comienda

la boca se le hizo agua
y, tal si esperar no pudiera,
su voz alzó, seria y firme:
“¿Cuándo comienza la fiesta?

Quiero ir a Mixiguel
a ver al bolboriteiro
¿Cuándo es Santa Lucía?
¡Yo no espero ni un momento!”

Sus padres y sus hermanos
rompen rápido a reir
“¡Qué cosas tiene la niña!”,
“¡No se puede resistir!”

El poco tiempo de escuela
ella lo aprovecha bien
y aunque sale a trabajar
no se olvida de leer.

Pero el trabajo era duro
y aun las manos más pequeñas
se agradecían a Dios
para adelantar tarea.

Ahora ara y ahora siembra,
ahora viñas y ahora pan,
los garbanzos y patatas
también dan que trabajar.

Arar, bimar y atoupar:
eran de viñas labor.
y luego, al fin del verano,
la vendimia: lo peor.

Y en el resto de las tierras,
las de hierba y las de huerto,
antes de echar la simiente
buena arada y esterroneo

y, ahí no acaba la cosa,
aún nos queda hablar del riego
entonces no es como ahora
y quitaba muchos fuelgos.

Un pozo con cigüeñal
tenían para un gran huerto
pero a las partes lejanas
en baldes llevan sustento.

Luego en la recolecta,
quitando de la vendimia,
lo que más trabajo daba
era la siega y la trilla.

Además para alimento
(no se me puede olvidar)
criaban un par de cerdos
y del rebaño… ¡qué hablar!

Después de tanto trabajo
quedaba tiempo de juego.
La semana y las tabas,
pasar la barca el barquero

Filomena compartía
con otras niñas del pueblo.
Y al corro y al escondite
dedicaba su más tiempo.

domingo, novembro 19, 2006

COPLAS DE LA VIDA DE MI ABUELA, de Rodrigo Osorio. ( I )


A la protagonista, en su ochenta cumpleaños.

En el pueblo de Arganza,
villa agrícola y minera
nació, allá por el veintiséis,
la señora Filomena.

Sus padres, como en la copla,
eran de esa buena gente
“que se ganaba el pan
con el sudor de su frente.”

Doña Elvira, labradora,
agricultor, don Manuel
ella con un niño chico
en segundas dio el sí a él.

A Manuel, de vez en cuando,
la gente le recordaba
aquel: “No lo verán tus ojos”
y algo él se cabreaba;

pero era hombre pacífico,
tranquilo y trabajador
y al pequeño Rogelio
demostró siempre su amor.

Siete hijos más tuvieron
pero eran tiempos tan malos
que sólo cinco vivieron
más allá de los dos años.

Felicitas, la mayor que
pronto marchó a Madrid;
después Jovita y Martina
que no salieron de allí.

El siguiente fue Manolo
que joven cayó muy enfermo
pero si ahora digo esto
adelanto mucho el cuento.

Como dije, Filomena
nació hace ochenta años
fue guinda de la familia,
la menor de aquel rebaño.

La tierra no daba tregua
y salvo los meses de invierno
doña Elvira y don Manuel
no paraban ni un momento.

Ahora ara, ahora siembra
ahora viñas, ahora pan
los garbanzos y patatas
también dan que trabajar.

Tan pronto como los niños
ayudar algo podían
los sacaban de la escuela
y llevaban a la viña,

o a la era, o a la huerta
o a ayudar en la cocina
o al molino de Quilós
para volver con harina.

Ahora ara y ahora siembra
ahora viñas y ahora pan
los garbanzos y patatas
también dan que trabajar.

A Filomena bien chica
pusieron a laborar:
“Con el campano en la mano
los pájaros has de ahuyentar

para que a nuestra cebada
no venga ave a aliviar
su apetito tremebundo
después de nos semillar”

Y Filomena, obediente,
hizo caso de su padre
y agitó fuerte el cencerro
toda, todita la tarde.

Este fue el primer trabajo
la primera obligación
en la que vio Filo niña
su futuro de sudor.

Ahora ara y ahora siembra
ahora viñas y ahora pan
los garbanzos y patatas
también dan que trabajar.

sábado, novembro 18, 2006

Coplas de la vida de mi abuela (Filomena), de Rodrigo Osorio.

El pasado domingo fui con unos amigos a comer a un restaurante de las afueras de Ponferrada al que suelo llevar a las visitas. Al entrar vimos una mesa grande preparada por lo que les planteé buscar otro sitio para evitar el barullo de las grandes reuniones. Afortunadamente la pereza y el hambre nos hicieron quedarnos. Unos instantes después, mientras decidíamos qué comer empezaron a llegar los de la fiesta y entre la veintena larga de personas vi a Rodrigo. “Hombre, qué coincidencia. ¿Una reunión familiar?”. Normalmente es afable y está siempre dispuesto a la broma pero, ese día, al verme se quedó pálido y como descolocado: Sí, mi abuela cumple ochenta años y venimos a celebrarlo en familia. Me acerqué y saludé a la señora Filomena que estaba alegre, solemne y orgullosa ante su prole. “Pasároslo bien. A ver si podemos quedar esta semana. Te llamo el martes”, me despedí de Rodrigo. Cuando, pasado un buen rato, sacaron la tarta, nos unimos al Cumpleaños feliz que hizo llorar a la homenajeada. De repente se hizo el silencio y vi que Rodrigo y otras dos chicas (luego me confirmó que eran sus primas, Paula y Miriam) estaban leyendo algo, algo con ritmo y dramatizado. Guardamos silencio también en mi mesa. Era un romance en el que se contaba la vida de doña Filomena. Cuando finalizaron aplaudimos. De repente entendí la palidez de Osorio. No le apetecía que le viese declamando un romance que, sin duda alguna, él había escrito. Es demasiado aficionado a la experimentación y la vanguardia y la ha defendido siempre tan vehementemente ante mí que reconocerse autor de un romance (nada me había dicho de que lo estaba escribiendo) suponía una pequeña derrota en nuestras discuciones literarias.

Al día siguiente le llamé. “Me gustó mucho pero con el ruido no lo pude entender del todo ¿Me pasas una copia?”. Al principio estaba reticente pero terminó cediendo. Al parecer su abuela (como podrán leer en el propio romance) siendo niña memorizó muchos versos gracias a la llamada literatura de cordel y los filandones de su localidad natal: Arganza. Rodrigo decidió entrevistar a sus dos abuelas para que las historias de su familia no se perdiesen por culpa de no tener la gente tiempo para escuchar a los demás. Aprovechando la coincidencia de las entrevistas, el gusto por los romances (que ella llama "coplas") de doña Filomena y el redondo cumpleaños empezó a escribir la vida de su abuela paterna en octosílabos. Sólo llegó a 1945 pero amenaza con continuar. Ojalá lo haga.

Para que puedan formarse su propia opinión y por sus partes de interés general: la vida en los pueblos, el maquis, etc.… publico en la Constelación el romance. Quizá si le animamos continúe la historia que termina bastante intrigante, por cierto.


Más en C18:

Rodrigo Osorio I , II , III y IV.

Relatos de R. O.:

Los también, una tribu o etnia: I y II. (En colaboración con don Pedro Gómez)

Dolor.

Una espía… y su continuación: Agradecimiento.

N´geko.