domingo, novembro 19, 2006

COPLAS DE LA VIDA DE MI ABUELA, de Rodrigo Osorio. ( I )


A la protagonista, en su ochenta cumpleaños.

En el pueblo de Arganza,
villa agrícola y minera
nació, allá por el veintiséis,
la señora Filomena.

Sus padres, como en la copla,
eran de esa buena gente
“que se ganaba el pan
con el sudor de su frente.”

Doña Elvira, labradora,
agricultor, don Manuel
ella con un niño chico
en segundas dio el sí a él.

A Manuel, de vez en cuando,
la gente le recordaba
aquel: “No lo verán tus ojos”
y algo él se cabreaba;

pero era hombre pacífico,
tranquilo y trabajador
y al pequeño Rogelio
demostró siempre su amor.

Siete hijos más tuvieron
pero eran tiempos tan malos
que sólo cinco vivieron
más allá de los dos años.

Felicitas, la mayor que
pronto marchó a Madrid;
después Jovita y Martina
que no salieron de allí.

El siguiente fue Manolo
que joven cayó muy enfermo
pero si ahora digo esto
adelanto mucho el cuento.

Como dije, Filomena
nació hace ochenta años
fue guinda de la familia,
la menor de aquel rebaño.

La tierra no daba tregua
y salvo los meses de invierno
doña Elvira y don Manuel
no paraban ni un momento.

Ahora ara, ahora siembra
ahora viñas, ahora pan
los garbanzos y patatas
también dan que trabajar.

Tan pronto como los niños
ayudar algo podían
los sacaban de la escuela
y llevaban a la viña,

o a la era, o a la huerta
o a ayudar en la cocina
o al molino de Quilós
para volver con harina.

Ahora ara y ahora siembra
ahora viñas y ahora pan
los garbanzos y patatas
también dan que trabajar.

A Filomena bien chica
pusieron a laborar:
“Con el campano en la mano
los pájaros has de ahuyentar

para que a nuestra cebada
no venga ave a aliviar
su apetito tremebundo
después de nos semillar”

Y Filomena, obediente,
hizo caso de su padre
y agitó fuerte el cencerro
toda, todita la tarde.

Este fue el primer trabajo
la primera obligación
en la que vio Filo niña
su futuro de sudor.

Ahora ara y ahora siembra
ahora viñas y ahora pan
los garbanzos y patatas
también dan que trabajar.

2 comentarios:

Anónimo dixo...

Esto es Historia. Es una pena que se pierdan los filandones, las tardes en las lareiras y la sabiduría de la gente que vivió una época en la que -aunque fuese por necesidad- se apreciaba el verdadero valor de la cosas.¡Qué mejor que un romance para expresarlo!
Muchas gracias a Rodrigo por dejarse llevar por la circunstancia y plasmarlo en el papel y a Sergio por valorarlo y lograr que se publique en esta bitácora.
Seguiremos leyendo

Sergio B. Landrove dixo...

La verdad es que se nota el cariño con que Rodrigo escribió esta copla. Me alegro que confirmen mi decisión de publicarla.