sábado, novembro 25, 2006

COPLAS DE LA VIDA DE MI ABUELA, de Rodrigo Osorio. ( VI )




Aquellos tiempos de guerra
fueron duros, turbulentos.
La gente tenía miedo
y encima estaban hambrientos.

Los militares vivían
en cuartel de Villafranca
y para abastecer a la tropa
al pueblo le requisaban.

Un buen día dos Civiles
llegaron a San Miguel
y ordenan a Filomena
unas ovejas “vender”.

Con dos señores vecinos,
que tienen el mismo encargo,
doña Lucía e Isidro,
a la villa van andando.

El camino no es muy corto
y Lucía ya es mayor
cuando llegan va cansada
“Y aún tengo que volver yo”

Todo el día esperando
les tienen para cobrar
y cuando está anocheciendo
una miseria les dan.

La señora va cansada
y tienen la noche encima
“A este ritmo no llegamos”
los dos jóvenes matinan:

cogen a Lucía en andas
y avanzan camino abajo
pasando por Valtuille,
corren sin mucho trabajo.

Alientan en Villabuena
Quilós pasan resoplando
cuando dan llegado a Arganza
el gallo ya está cantando.

Después vino la posguerra
que no fue mucho mejor
tanto o más miedo había
y el hambre aún creció.

Las arcas de los González
estaban llenas de grano
pero el miedo a los Civiles
de pan les tenía privados.

Algunos guardias de aquellos,
ojalá hayan reventado,
abusando de sus armas
actúan como tiranos.

Y todo lo que veían
y les hacía tilín
lo tomaban para el Cuerpo.
Para el suyo, querían decir.

Filomena decidida,
como había demostrado,
cuando otro no podía
baja al molino cantando.

Normalmente al de Quilós,
de todos el más cercano,
pero si hay muchos Civiles
hace un viaje más largo.

Tras cumplir catorce años,
toda una moza ya era,
y sigue dándole vueltas
a marchar de aquellas tierras

para buscarse otra vida
que fuera algo menos sierva.
Como mandada por Dios
“la cubana” apareciera,

aquella buena señora
no era cubana que era
hija de un señor de Arganza
que se fuera a aquella tierra

hacía ya muchos años
y de visita volviera:
“Aquello es maravilloso
el que allí vive prospera”

A Filomena le arde
en los ojos la ilusión
de que le dejen marcharse
a aquella extraña nación.

“Os lo juro amigas mías
mucho trabajo allí hay
de servicio y ¡en oficinas!
para el que sepa sumar.

Casi todos tiene coche,
siempre es verano, no hiela.
Buenos sueldos para todos
¡es tierra muy postinera!”

Antes de que ella termine
Filo corre a su casa
“Madre, Padre, quiero irme
¡me lo ofrece la cubana!”

“Lo que esa dice: mentiras
y no la puedes creer
¡Cuántos marcharon y vuelven
sin donde muertos caer!

Además eres muy niña
¿y de ti quién va a cuidar?
Aquello es muy diferente
y te pueden engañar.”

“Padre, con todo respeto
se lo tengo que decir
como una mujer trabajo
debía tratarme así”

“Menor de edad eres tú
y si te marchas de casa,
mandaré a la policía
a que te busque en La Habana”

Filomena que sabía
que nada podía hacer
resignada cierra el pico
y se pone a barrer.

Cuando “la cubana” marcha
en el coche a Ponferrada.
Filo piensa: “Allí con ella
debería ir yo sentada”

Sus sueños de nuevo rotos
de alcanzar vida mejor
pero en el fondo de su alma
no pierde las ganas, no.

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