Me desvelo en mitad de la noche. Intentando encontrar una postura que me permita conciliar el sueño meto mi brazo derecho bajo la almohada. Siento la frialdad de un metal, palpando reconozco el objeto, es una pistola. «Estás soñando –me digo- ¿para qué ibas a tener una pistola?» Antes de abrir los ojos la vuelvo a tocar, «no es un sueño.», he reconocido el cañón, la culata y el tambor, «es un revolver». Con cuidado lo dejo sobre el colchón a la altura de mi pecho. Lentamente abro los ojos y veo que, en realidad, es una espumadera. «Sin duda estoy soñando», concluyo. Me acomodo y el sueño me vence.
A las ocho suena el despertador. Tras ducharme, vestirme y desayunar saco la pistola de debajo de la almohada y la guardo en el bolsillo de la cazadora. Salgo a la calle. Tengo un trabajo que hacer.
A las ocho suena el despertador. Tras ducharme, vestirme y desayunar saco la pistola de debajo de la almohada y la guardo en el bolsillo de la cazadora. Salgo a la calle. Tengo un trabajo que hacer.
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