xoves, novembro 03, 2005

Presciencia.

Sentada en su sillón leía, para hacer tiempo, una revista. Sin saber muy bien la razón (una foto le llevó a un pensamiento y éste a otros) imaginó un perro, grande y negro, aullando al firmamento. Desde la calle, atravesando la consistencia de los cristales, le llegó un aullido. Miró por la ventana y sonrió ante la casualidad. Continuó ojeando la revista. Un breve artículo reseñaba una obra de teatro que había visto hacía tiempo en otra versión. Recordó a la amiga que le había acompañado a la representación. Sonó el teléfono. « ¡Cuánto tiempo! Precisamente ahora estaba pensando en ti…» La sonrisa se transformó en gesto preocupado. Tuvo miedo y se murió.

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