Cambio, por enésima vez, el subtítulo a esta constelación después de terminar de leer un libro de José María Merino titulado Días imaginarios (2002) y que, curiosamente, tiene ciertas similitudes con este “diario virtual”, salvando las evidentes distancias entre el señor Merino y este aprendiz. Los días imaginarios de Merino contienen cien textos breves (ficciones, microensayos, cartas apócrifas, comentarios de la actualidad…) que unidos forman una especie de diario ficticio.
Entre ese libro y este diario virtual existe, pues, la relación de “no-plagio” a la que me referí, incitado por Benito Pantaleón, en notas pasadas que, si la bautizamos desde mi perspectiva (segundo autor que escribe una obra sin conocer otra previa con la que guarda evidentes semejanzas) podríamos bautizar de preplagio. Claro que eso sería ser juez y parte.
Entre ese libro y este diario virtual existe, pues, la relación de “no-plagio” a la que me referí, incitado por Benito Pantaleón, en notas pasadas que, si la bautizamos desde mi perspectiva (segundo autor que escribe una obra sin conocer otra previa con la que guarda evidentes semejanzas) podríamos bautizar de preplagio. Claro que eso sería ser juez y parte.
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