luns, novembro 07, 2005

Mistificación a bordo. (y II)

ARCHIVOS DE LA O.P.A.
La práctica de la impostura (I)



Virginia Stephen, Duncan Grant, Adrian Stephen, Anthony Buxton, Guy Ridley y Horace de Vere Cole preparados para la representación.

Horas antes, en la casa de los Stephen (Fiztroy Square, 14), los jóvenes lo habían preparado todo y, como Cole financiaba el sainete, no escatimaron gastos, así para los disfraces y el maquillaje contaron con la ayuda de importantes sastres y maquilladores teatrales. Pero la puesta en escena fue cosa de los amigos: Cole y Stephen prepararon el idioma gracias a un diccionario de Swajili que tenían y acordaron que, cuando no se les ocurriera que decir, ensartarían, convenientemente desordenadas, citas en griego clásico y latín. Parece que fue Virginia Stephen la que sugirió que, como última opción, acudirían a la expresión «bunga-bunga» para pedir ayuda a otro de los conjurados si se veían incapaces de salir de algún atolladero. Tomaron el expreso de la mañana hacia Weymouth y otro amigo de Cole se encargó de enviar el telegrama que anunciaba la llegada de lo nobles africanos.
En la estación de destino les esperaba un oficial del estado mayor que les condujo al muelle donde embarcaron en una lancha de vapor que los trasladó a su objetivo. Toda la tripulación convenientemente formada los esperaba en la cubierta del buque. Uno de los oficiales del Dreadnought era primo de los Stephen y el riesgo de ser reconocidos debió de ser uno de los incentivos para llevar a cabo la representación. El Príncipe Makalen rechazó las salvas de ordenanza «para evitar a la tripulación el trabajo de limpiar los cañones» y, alegando «motivos religiosos», los falsos abisinios se ausentaron de la comida, realmente temían que se les despegasen los bigotes postizos. En la cubierta la llovizna ya estuvo a punto de acabar con la barba de uno de los nobles acompañantes del Príncipe pero Herr George Kauffmann sugirió cortésmente al almirante que sería más adecuado que la visita continuase por el interior del Dreadnought dado que los africanos no estaban acostumbrados a aquellas bajas temperaturas.
Antes de terminar la visita los nobles realizaron sus preceptivas oraciones en cubierta postrándose hacia la Meca.

Cole no pudo resistirse y contó la farsa a la prensa que publicó la foto que ilustra esta nota, en el parlamento se debatió sobre la seguridad de los buques de la marina británica y nada más que salía de su casa un grupo de chicos seguían al almirante May al grito de «Bunga-bunga, bunga-bunga».

Fuentes: Revista Historia y Vida número 171, julio de 1982, Wikipedia o pulsando aquí.

1 comentario:

Anónimo dixo...

Ahora que con novedosas ediciones se descubre la faceta de critico literario de Virgina Woolf, puede ser un buen momento para conocer su faceta de impostora (quien finge o engaña con apariencia de verdad).