domingo, novembro 26, 2006

COPLAS DE LA VIDA DE MI ABUELA, de Rodrigo Osorio. ( y VII )



Vuelve de nuevo al trabajo,
a cargar con su labor
su tía, la casa, el rebaño.
La vida es obligación.

Vuelve a la era, a la viña,
a la huerta y al molino
por evitar alguaciles
llega una vez a El Espino

y va a moler a Candín,
en las montañas de Ancares
todo el día andando sola
para tener unos panes.

La rutina era la misma
que vivió desde pequeña
pero la aguantaría poco
la buena de Filomena.

Ahora ara y ahora siembra
ahora viñas y ahora pan
los garbanzos y patatas
también dan que trabajar.

En el cuarenta y cinco
rozando los veinte años
hablando con una amiga
encontró un camino claro.

“Yo trabajo en un hotel
en Astorga principal
mi señora a su hija
busca chica que sea formal.

La señorita es muy seria
casó con guardia de Franco
y ahora se van a Madrid
a vivir en un palacio.

Si lo comparas con éste
aquél apenas es trabajo:
en casa agua corriente
y creo que otro criado.

Si quieres yo les pregunto,
cuando baje a Ponferrada.
Si vales para el trabajo
te unes para la semana.”

La señora dice sí
de las de Arganza se fía
varias tiene a su servicio
en el hotel que regía.

No sin miedo Filomena
pide licencia a su padre
que desde el primer momento
de sus trece no se sale.

Le da siete mil excusas
pero sus razones son claras
no quiere él renunciar
a quien tanto y bien trabaja.

“Padre, lo siento en la vida
sabe muy bien que no miento
si me quedo ahora en Arganza
nunca saldré ya del huerto.

Así que con o sin permiso
con o sin su bendición
voy a marchar a Madrid
aunque me eche un león.”

El padre a pesar de todo
está contento de que ella
quiera quedarse en España
y no se vaya hasta América.

Cuando sube a San Miguel
pide dinero prestado
compra maleta de cartón
para meter cuatro trapos.

A la mañana siguiente
en aquel coche de línea
Filo y Elena se marchan
no sin pena de su villa.

“Ya verás Filomenita
como aquello es mejor,
ahora da pena, pero luego
no te arrepentirás, no.”

Al llegar a Ponferrada
se quedan un día o dos
que es cuando su señora
coge el tren en la estación.

“Pararemos unos días
en Astorga, en el hotel,
luego tú y yo, Filomena,
seguiremos en el tren”

Con su maleta pequeña
su maleta de cartón
Filomena ve el futuro
como una cosa mejor.

Sentada en el banco aquel
de aquella fría estación
tiene un poquito de miedo
por la nueva situación:

“¿Cómo será ese Madrid?
¿Qué tal será mi señor?
¿Será mejor este trabajo?
¿No me arrepentiré yo?”

Los temores pronto espanta
pensando: “Esto quise yo.
Ya logré salir del pueblo
buscando vida mejor.”

Para el tren en el andén,
ellas suben al vagón
ven a lo lejos el monte
y algún rebaño ¿ilusión?

Filomena no despega
la nariz de la ventana
se despide de la buena
y rica tierra berciana.

“Cuando yo os vuelva a ver,
amigos montes nevados,
ya sabré como es Madrid
y sus calles y ¡hasta Franco!”




¡ Adiós ara, y adiós siembra
adiós viñas y adiós pan!
¡Adiós trabajos del campo
otros que quedan os harán!


Continuó y, gracias a Dios, aún continúa.

Ponferrada, 11 de noviembre de 2006.

4 comentarios:

Taliesin dixo...

Enhorabuena, Rodrigo y, gracias, Sergio.

Anónimo dixo...

Me sumo a la enhorabuena de taliesin.Esperamos impacientes e intrigados la continuación.
Gracias

Anónimo dixo...

La Cultura en León tiene un nuevo foro y todos estais invitados a disfrutar y participar de ella:

www.culturalibreleonesa.tk

Un saludo

Sergio B. Landrove dixo...

Gracias a Rodrigo por dejarme publicar esta parte de su vida en la CONSTELACIÓN. Me alegro, taliesin y anónimo lector, que os haya gustado.

Yo le he preguntado para cuándo la continuación y él me dice que anda muy liado. Yo también espero que encuentre tiempo.

Un par de abrazos.

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