Hace unas semanas el Rucho me pasó un romance con el que pretendía llamar la atención sobre la salvaje tala de los chopos que había en el parque de la Concordia en Ponferrada. Por causas ajenas a mi voluntad no he podido publicarlo aquí hasta ahora, menos mal que otros (aquí y aquí ) que, por suerte, tienen más lectores lo hicieron en su debido momento.
RÍOS DE SAVIA.
RÍOS DE SAVIA.
Para A., que se abraza a los árboles.
Que ya cortaron los chopos,
chopos, chopitos, choperos,
y corrió a ríos su savia
junto al río verdadero.
Que ya cortaron los chopos
porque lo mandó el Dinero.
Oíd, vecinos y amigos,
la historia que hoy os cuento
y aunque os la diga en verso
no penséis que me la invento.
La historia de un genocidio
salvaje, brutal y cierto
sucedido aquí al lado
mientras guardamos silencio.
Las causas de la matanza
las ignoro de momento
pero, por lo que yo sé,
nadie estaba descontento
con el poblado de chopos,
chopos, chopitos, choperos,
que vivían junto al río,
aquí mismo en el paseo,
que desde la vieja térmica
llega hasta el puente Cubelos:
eran unos cuantos chopos,
igual casi medio ciento,
que silenciosos miraban
como discurría el tiempo
como sólo ven las plantas
a su ritmo arbóreo y lento.
De vez en cuando reían,
animados por el viento,
y agitaban las sus hojas
entonando un canto viejo.
Por el verano, su sombra
buscaba yo cual poseso
para huir del sol injusto
cuando cae a plomo y peso.
En primavera, mi amigo,
los maldecía, es cierto,
cuando echaban sus semillas
a volar por nuestro cielo.
Y entre el polen y la grana
-con su blanco cubrimiento-
despertaban las alergias
y ponían perdido el suelo.
Su mayor inconveniente
era éste que les cuento
no piensen que se lo oculto
aunque los eche de menos
no voy a hablar sólo bien
por el hecho de haber muerto
que yo no soy periodista
y aún menos politiquero.
Que ya cortaron los chopos
chopos, chopitos, choperos,
y corrió a ríos su savia
junto al río verdadero.
Tras talarlos, mutilados
mandó venderlos Progreso
¡qué no frenan treinta vidas
el avance del Dinero!
Y más compensa al que obra,
al constructor cementero,
acabar con lo que había
para empezar desde cero.
Ya sabéis que son devotos
de lo último y lo nuevo
ya sea ridículo, hortera
minimalista o de acero
ellos se lanzan a usarlo,
pegue o no con el proyecto,
cumplen su ciego tesón
de ser de los más modernos:
por eso cortan los chopos,
chopos, chopitos, choperos.
Y no descarte el lector
que planten ahora otros nuevos
que nos cobrarán a todos
a través de Ayuntamiento
diciendo que son mejores
« ¡Cómpreme chopo transgénico!»
Y nosotros, como bobos,
aceptaremos el cuento,
les tomaremos cariño
y luego los lloraremos
cuando dentro de unos años
mande de nuevo el Progreso
que se corten y se vendan:
«Que no se estila el chopero.»
Amiga, ¡cuidado! ¡Quite!
deje pasar al Dinero
viene abriéndose camino
a sangre, a savia y a fuego.
Vecino, ¡quieto! ¡Cuidado!
nuestra vida no es un «pero»
cuando vienen mercenarios
a hacer lo que quier’ Dinero.
Que ya cortaron los chopos,
chopos, chopitos, choperos,
y corrió a ríos su savia
junto al río verdadero.
Que ya cortaron los chopos
porque lo mandó el Dinero.
Del Romancero anticapitalista.
*También publicó el romance el semanario Bierzo 7 en su número 1183 del pasado 28 de junio.
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