luns, abril 16, 2007

Constelación decimoctava en Diario de León (V)

CUENTOS.

El número del 15 de abril de El filandón (las páginas literarias dominicales de Diario de León) vuelve a acoger algunos de mis microcuentos. Como el suplemento sigue sin tener ciberpágina los dejo aquí tal y como fueron publicados. De nuevo gracias a don Alfonso García por permitirme llegar a más lectores.

CONSTELACIÓN DECIMOCTAVA.

SERGIO B. LANDROVE.

Volver.

Al ordenar la mesa de su despacho inconscientemente colocó los bolígrafos como lo hacía cuando terminaba los deberes de la escuela. Miró su gris oficina con otros ojos y, sin despedirse de nadie, salió corriendo. Era viernes y casi podía oler el chocolate que su madre le había preparado en casa para merendar.
***

Protolaboratorio.

“Cuando comprimimos la oscuridad –dijo el Maestro- la nada llega a su mayor densidad, a, podríamos decir, su punto álgido. Es la máxima expresión de la soledad y la tristeza. El reino de la muerte. Un instante después, al que no pocos llaman pomposamente la Eternidad, se produce un fenómeno paradójico: de la absoluta oscuridad brota irrefrenable la luz y la nada se descompone en pequeñas partículas incapaces ya de afectar al conjunto.”

***


Mandarinas.

No pudo quitarse en todo el día el olor de las mandarinas de sus dedos. Ni siquiera después de lavarse tres veces las manos. Tampoco tras arrancarle el corazón, sin más ayuda que la de un cuchillo, a aquel cabrón que tanto mal había hecho a su familia.
***

Duermevela.

Me desvelo en mitad de la noche. Intentando encontrar una postura que me permita conciliar el sueño, meto mi brazo derecho bajo la almohada. Siento la frialdad del metal, sigo palpando y reconozco el objeto, es una pistola. “Estás soñando –me digo- ¿para qué ibas a tener una pistola?” Antes de abrir los ojos la vuelvo a tocar, “no es un sueño”, he reconocido el cañón, la culata y el tambor, “es un revólver”. Con cuidado lo dejo sobre el colchón a la altura de mi pecho. Lentamente abro los ojos y veo que, en realidad, es una espumadera. “Sin duda estoy soñando”, concluyo. Me acomodo y el sueño me vence.
A las ocho suena el despertador. Tras ducharme, vestirme y desayunar saco la pistola de debajo de la almohada y la guardo en el bolsillo de la cazadora. Salgo a la calle. Tengo un trabajo que hacer.
***


Querida Luisa:

Antes de la cena de mañana quería aclararte mi versión de los hechos. Mis padres siempre fueron aficionados al deporte del pedal y las escapadas, los “sprints” y los grandes “col” (que es como se debe denominar correctamente a los puertos de montaña) presidían mis juegos de mayo, junio y julio desde bien pequeño, así que fui dejando a un lado mis juguetes para fijarme en la lucha de los ciclistas, en su incansable esfuerzo bajo, generalmente, un sol de justicia.
Pero siempre me sorprendió la capacidad profética de las personas mayores. El día anterior daban por ganador a uno de los corredores y siempre acertaban. No podía entender porque no aplicaban su infalible clarividencia a otros deportes porque cuando alguien les preguntaba por el resultado de un partido de fútbol y contestaban, por ejemplo, “3-0”, no lo hacían con la misma seguridad con la que, impostando la voz, adelantaban el nombre del ciclista que subiría a lo más alto del podio de las Campos Elíseos. Ciclista que, por cierto, nunca era un velocista de acuerdo con la clasificación cuatripartita de mi madre sobre atletas del pedal, a saber: primero, velocistas o “esprinters”; segundo, escaladores; tercero, contrarrelojistas y cuarto, gregarios o “del montón”. Teóricamente, y por lo poco que yo entendía, las últimas etapas de las grandes vueltas eran “ideales para los sprinters”. Entonces, ¿por qué nunca un velocista había ganado la Vuelta a España? Para mí era todo un misterio, así que decidí (creo recordar que fue durante el segundo Tour que afronté con uso de razón después de comprobar que en Giro y Vuelta de ese año se repetían los certeros pronósticos) prestar un poco más de atención a la última etapa.
En París ganó un velocista. Una sensación de triunfo inundó mi cuerpo, mi breve razón había vencido a las predicciones de mis padres. Pero la luz que el éxito había encendido en mis ojos y la enorme sonrisa de la victoria se apagaron al ver que a lo más alto del podio subía el ciclista al que todos habían encumbrado previamente. Indignado grité: “¡Esto es una estafa! ¿Por qué no premian al que ganó el Tour? ¿Por qué sube al podio ese que hoy llegó perdido en el pelotón?” Evidentemente se rieron de mi ingenuidad y cuando, varios minutos después, lograron contener sus carcajadas, me explicaron el funcionamiento de las grandes vueltas y las diferencias entre “etapa” y “clasificación general”.
Aún me avergüenzan con una versión humillante y falsa que han ido construyendo a lo largo de veinte años de reuniones familiares. Probablemente mañana te la cuenten y no quiero que te hagas una idea falsa de mí por culpa de los que conspiran para acabar con mi imagen.

Mil besos.

6 comentarios:

Luis Rivera dixo...

Vengo aquí desde Una temporada en el infierno. te agradezco la puntualización sobre Cinqueiro. Me encuentro con tus microcuentos. Me gustan mucho, sobre todo los más cortos. "Diermevela" me impresiona. Volveré por aquí a menudo.

Coronel Kurtz dixo...

El día 22, a las 12.30, en la Plaza de Guzmán de León hay una manifestación para pedir la autonomía del Reino de León:
-Para que haya más inversiones
-Para que haya más empresas
-Para que haya más servicios públicos
-Para que tus hijos no tengan que marcharse de León
Acude a la manifestación o distribuye este e-mail.
PÁSALO.

Sergio B. Landrove dixo...

Hola, Luis y Kurtz.

Luis:

Gracias por parate a leer los microcuentos y dedicar un segundo a comentármelos. Me alegro que te gusten. Serás siempre bien recibido.


Kurtz:

Leo esto tarde para hacer correr la voz. Había visto ya cartee anunciando la maniestación. Nos sé si estoy lo bastante de acuerdo con lo que se pide (la autonomía y todo lo que ella entraña) para acudir.

En todo caso gracias por creer que aquí va a tener eco y ánimo en las reivindicación.


Sendos abrazos.

Drinking gaseosa dixo...

Una vez más por aquí para felicitarte por tus microcuentos. Me gustan especialmente "Duermevela" y "Volver".
Hasta pronto.

Anónimo dixo...

un saludo, paisano... y enhorabuena por el blog.

Sergio B. Landrove dixo...

David, gracias por la lectura y el comentario. me alegro de que te gusten los cuentecillos...

Ponferrada,gracias por la visita pero si quieres publicidad te recomiendo que te pongas en contacto con los amigos de ebierzo.com.

Sendos abrazos.