sábado, outubro 21, 2006

Parnasillo provincial de poetas apócrifos. Algunos poetas apócrifos ( II )




El segundo libro con el que me he encontrado y que contiene parte del catálogo del vacío perfecto lírico se titula Parnasillo provincial de poetas apócrifos y lo publicaron tres amigos (Agustín delgado, Luis Mateo Díez y José María Merino) allá por 1975.

Se presenta el tomo como una antología de escritores provincianos (de la provincia de León) y en el mismo, con el distanciamiento propio de la sátira y como dice don Fulgencio Fernández en el prólogo a la edición facsimilar que en 2000 editó el diario EL MUNDO / LA CRÓNICA DE LEÓN, se hace el retrato de una época, la crítica a un sistema, (se refleja) el descontento con un clima… La época es amplia pues los más veteranos autores nacieron en 1898* y el más joven en 1946, pero les une el escribir poesía durante el Franquismo y con sus biografías e intereses se pinta un fresco, no sabría decir si esperpéntico o real, de la vida durante la dictadura española.

El tono del conjunto parece darlo el Prólogo-exordio del, también apócrifo, don Antimio Rabanal Regalado que es un canto y defensa de la literatura popular (en un sentido próximo al que defiende Agustín García Calvo) frente a los renovadores de la lírica que, siempre siguiendo al señor Rabanal Regalado, se convirtieron en espantadores (de la lírica), tañeron los cencerros de oropel como para que el vecindario se disolviese, fundaron un cenobio y entre oficiantes acólitos se quedaron en su modorra de mutuas admiraciones (…) Y en esta circunstancia (…) como con voluntad de restituir a tantos consecuentes evadidos, al personal que tomó las de villadiego porque los predios poéticos le olían a incienso y mustia cadaverina, llegan, menos dogmáticos de lo que y quisiera pero acentuados por el decoro de una labor maldita y marginada hasta las heces, estos poetas, o poetastros del Parnasillo Provincial (…). Todo lo que de Manifiesto tiene el exordio queda atenuado, de nuevo por medio de la sátira, por el Epílogo didascálico, de don Solutor García de Polvazares que frente a la manía de dar a luz apócrifos repelendos opone una breve recapitulación sobre que se pensó acerca de las cosas bellas, y que vean de cuan poco valor a esa luz aparecen sus mamarrachadas. El epílogo es una enumeración de definiciones de la poesía, desde Sócrates a Campoamor, hilvanadas por la prosa artificial y pimpolluda de don Solutor.

Como muestras del libro, algunos botones excepcionales. La defensa de lo popular está especialmente presente en la invocación a Machado, a través de Froilán Meneses Burón* y también en un romance en el que se cuenta una historia amorosa y de casualidades, quizá real, propia de este género de literatura de cordel.

En la lista de autores del índice destaca, precisamente por su nombre, BAR ASTORGA. W. C. CABALLEROS, la biografía que lo acompaña reza así:

Algunos versificadores anónimos tienen desperdigada su obra en la secreta interioridad de determinadas paredes, como buscando lectores cómplices, indiscriminados, ocasionales, que conecten con esta lírica denostada y tantas veces irreverente en los íntimos momentos de excusado, formalmente poco aptos para acceder a las artes o a las ciencias del espíritu. El tono filosofal, el consejo o el canto meramente indecoroso, con acompañamiento de grafismos fálicos, y la publicidad clínica para el alivio de purgaciones, blenorragias, sífilis u operaciones de fimosis, suelen formar parte de tales paredes un corpus poco edificante, de gracia venérea. A tal marasmo pertenecen las siguientes composiciones, de lo más decoroso dentro de la casi siempre infame “lírica de retrete” de tan amplia tradición en nuestro solar.

Tampoco han faltado los que busquen relaciones de los apócrifos con poetas acaecidos. Hay una llamada bastante evidente, al menos para los residentes en la provincia de León, en el autor VICTORINO CREMA (1898-1975) y, señala el prologuista del facsímil, muchos han visto un trasunto del poeta catalán Pere Gimferer en el más joven (y menos popular) de los apócrifos, DESIDERIO CARRETERO OSORIO (1946)

Por su juego con lo popular me gusta especialmente la obra de EDELMIRO CAPITOL (1923) (…) Natural de Madrid. (…) Reivindica, frente al Madrid centralista, el Madrid de Lavapiés. Para él lo castizo tiene muchas variantes, como inmediatamente se verá. De León asevera que “es de provincias”.

Su poema, que huele a tango y parece tener como única fuente de jerga madrileña a Luces de bohemia, es el siguiente:

MANOLA DE VALLECAS

Manola de Vallecas dio cate a un pibe curda
y el panoli bocón no guipó al guindi gris.
Naturaca el chalao recibió su mancuerna:
cien pápiros verdosos tuvo que remitir.

Manola de Vallecas cogió al chulo de pipi
y sabrosas beatas se embolsó. estaba a pré.
Despintada y pingona, visitada del nuncio,
ojerosa y pringosa, pero mucha mujer.

Por un casual la vio el cicuta vinagre
y la dijo: amos, anda, pareces Mandelón.
Se creía el viejales que era suave la puri,
si te doy un tetazo te mando a Nueva Yor.

El golferas huyó como alma que lleva
y Manola hizo un guiño a Fofito Solís.
Del brazo se lo endilga por la vieja calleja
mientras un petrimete se para y hace pis.

Bien diferente es GABINO GUTIÉRREZ PERANDONES (1924) que con el nombre artístico de “Guti” interpretaba hacia los años sesenta canciones ajadas en París (tabernillas, estaciones de Metro, una vez en una terraza). (…) Se transcriben estas canciones de sus años peripatéticos, cabeceras de un “single" ya imposible. Yo les copio una:

USTED.

Usted,
usted es un poeta doctrinal,
tribal, social.
Usted, oh gran sectario,
sicario, corsario.

Mas yo,
yo soy el vate lácteo y virginal,
ninfal, laudal.
Yo soy protocolario,
vicario, larvario.

Usted,
usted es un bribón,
coplón, rimón.
Usted es moscovita,
chinita, cubita.

Mas yo,
yo soy el elixir,
revelación.
Yo soy aeropagita
ciíta, ciíta.

Usted,
usted
es hiel.
Mas yo,
yo soy
aquél
aquél que cada noche te persigue
el que sonríe cada noche por tu amor.

Estos poetas apócrifos tienen mucho que ver con dos de los incluidos en La literatura nazi en América, de Roberto Bolaño. Son los que el llama Los fabulosos hermanos Schiaffino (Italo y Argentino) que vinculados con los seguidores ultras de fútbol se editaron, con gran éxito en su ámbito, sus poemas. Tanto los escritores acaecidos leoneses como el chileno definen a través de sus apócrifos la literatura, la verdadera literatura si me apuran, en la que muchos escritores provincianos, secretos u ocasionales no quedan mal parados. No es tema baladí.



*Bien es cierto que hay uno anterior pero parecer ser simplemente lazo de unión con la tradición apócrifa ibérica, búsqueda de antecedentes, de criterio de autor. El más viejo de los recogidos es FROILÁN MENESES BURÓN. (1882) Nieto del poeta cuyo romance “En Zamora hay una torre…” puso en público conocimiento don Antonio Machado, evidentemente en el Cancionero apócrifo. Este poeta no es otro que Froilán Meneses del que Machado simplemente dice Nació en León, en 1826. Murió en 1893 y al que le dedicó estos versos:

Aunque tú no lo confieses,
alguien verá, de seguro,
lo que hay de romance puro,
en tu romance, Meneses.

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