sábado, xullo 14, 2007

Gerifalte instantáneo.


LOS LIBROS ANTES DE TIEMPO.

En diciembre de 2004 se me vino a la cabeza una idea para una novela. Los primeros apuntes que guardo son del día de inocentes y en ellos esbozo un esquema general de la trama:



La idea siguió rondándome la cabeza y el 10 de enero por la tarde, en un arrebato, escribo los capítulos de la primera parte (El rugido del león) y decido ofrecérselos a Gervasio Friztgerald para Le Rosaire de l´Aurore (en aquellos tiempos sólo aspiraba a ser colaborador del ínclito pasquín que he terminado por subdirigir plenipotenciariamente). Gervasio aceptó y me animó a continuarlos: Me alegra que hayas recuperado tu tono más absurdo precisamente para una historia de espías como ésta, además el desarrollo de la trama, tal como lo planteas, me agrada. Lo publicaremos por microentregas, me dijo.
Puntualmente fui revisando y rescribiendo los capítulos de lo que finalmente se tituló Gerifalte instantáneo para Le Rosaire ajustándolos al espacio que me ofreció Friztgerald. La historia, claro, fue desarrollándose por sí misma al margen del esquema original aunque el mismo continuaba como objetivo a desarrollar.
La vida real hizo acto de presencia y tuve que dedicarme a otros menesteres. Cuando pude recuperar el desarrollo de Gerifalte la realidad de los protagonistas (Leonor de Borbón nacida y otra niña en camino) hacía un poco inútil continuar con la trama tal y como la había planteado dos años antes. Era una novela por entregas para escribir en poco tiempo, en tres o cuatro arrebatos narrativos como aquel del 10 de enero de 2005, y no habiéndolo podido hacer todo perdía un poco de sentido.

P.S. En ningún caso descarto continuar la novela, pero ahora no me apetece hacerlo. En esta Constelación están los catorce capítulos que logré escribir y publicar (Pueden leerlos pulsando aquí). En el camino quedaron otros que, si bien estaban escritos y me divertían, carecían de relevancia para la trama. Un ejemplo sería este que transcribo tal y como estaba en el primer borrador:

10 de enero de 2005.

Se extrajo el semen y se durmió a la Reina Letizia que aquella noche tras acostarse con el doble* de su marido fue sedada y fecundada con éxito. La sucesión estaba asegurada.
«Señor», dijo Duarte tras presentar el correspondiente informe, « aquí ya he terminado ¿Puedo unirme a Ego**?»; «Aún no, Walter ha perdido el rastro. El F 16 de Felipe VI ha pasado Noruega y continúa hacia el norte, hacia Islandia»; «Se está metiendo en la boca del lobo. Ego conoce Islandia como la palma de su mano»; «Sí, pero el Rey no es tonto. Creo que nos intenta engañar aunque no sé cómo»; « ¿Piloto automático?»; «Es demasiado simple pero no lo descarto… También puede que tenga un cómplice»; «Pero quién podría ser»; «Eso es lo que tienes que averiguar. Vete con Alfredo a la Zarzuela»


FIN DEL CAPÍTULO


El Teatro Real no es el mejor sitio para pasar desapercibido en pijama pero como el propio Duarte diría «todo es cuestión de actitud». Aprovechando una banda multicolor que llevaba en el maletero y un gorro frigio se presentó en la entrada como el embajador de Grecia, las invitaciones que le había conseguido Pantaleón hicieron el resto. Desd el palco tres se dispuso a cumplir las órdenes de su jefe.
En el segundo acto de la zarzuela La hija del horchatero de Rudesindo Pi, justo cuando el tenor canta aquello de:



«Eres guapa y esbelta
y de grácil figura
pero lo que me gusta
más de ti, ricura,
es que tus manos
saben a menta»



Troche lo vio claro (de sobra son conocidos los efectos potenciadores del raciocinio de nuestro género chico): Felipe seguía en España. Simplemente había ordenado a un miembro de su Guardia que hiciese ese vuelo zigzagueante mientras él se escondía en Palacio. Sacó el teléfono móvil del gorro frigio: «Pantaleón, Felipe no se ha ido» Todo el auditorio le reprendió con un estruendoso «Ssssssssssss». Duarte continuó: «En el avión no va él. Ordena regresar a Ego» Desde el palco doce la presidenta del Tribunal constitucional, gran amante de la lírica castiza, sacó un revólver con el que disparó al maleducado. Afortunadamente Alfredo intuyó las intenciones de la magistrada y apartó de un empujón al que para todos era embajador de Grecia al grito de « ¡Cuerpo diplomático, cuerpo diplomático!» Los propios guardaespaldas de la presidenta la redujeron pero los disparos pusieron nerviosos a los abonados que comenzaron a sacar sus propias armas de fuego y se apuntaron, amenazantes, los unos a los otros. Una mosca, algo gorda, que cruzó la platea o desencadenó todo. La masacre del teatro real impidió a los medios reflejar la noticia del accidente de un F16 español en territorio británico. A Pantaleón no le gustaba deber favores al MI 6 pero, en este caso, era «imprescindible»

La historia, tras la huida de Felipe, se terminó desarrollando de otra forma pero este capítulo me continúa gustando aunque necesita varias escrituras más.


*Los dobles de los miembros de la familia real han sido siempre prudentemente esterilizados.

**Nota de 2007: En el primer borrador Walter Ego era el agente encargado de la persecución de Felipe VI. En la redacción definitiva (la publicada en LR) no se da nombre alguno del perseguidor.

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