De los episodios hasta ahora narrados en el romance de Rodrigo Osorio el que más interesante me parecía para el público en general es el del combate en Canedo entre la Guardia Civil y el maquis que tiene por protagonistas a Adoración y Chupaojales. Pedí ayuda a los amigos de eBierzo.com y Miradas 3 para que intentasen recabar datos entre sus audiencias (más amplias que la de esta Constelación). La cosa ha empezado a moverse pero inicié otra vía de investigación y empecé a leer El monte o la muerte (Temas de hoy, 2005), de Santiago Macías. En su página 77 se puede leer el siguiente relato de los hechos:
En la noche del 18 de febrero de 1941, una delación permitió a las fuerzas represivas descubrir la estancia de un numeroso grupo de resistentes en el pueblo leonés de Canedo. Una vez montado el dispositivo, compuesto por más de cuarenta hombres del IV Tabor de Regulares de Larache al mando del teniente Carlos Marchante, acompañados por una veintena de guardias civiles al mando del alférez de Cacabelos, Vidal Montero Sánchez, penetraron en el pueblo, donde efectuaron varios registros por las casas que el delator les había indicado. Al llegar a la ocupada por los resistentes, comenzó una refriega en la que resultaron muertos dos de los hombres del monte así como los guardias (…) Otro grupo de resistentes, que había alcanzado el exterior, fue tiroteado por las fuerzas que rodeaban el pueblo, muriendo el soldado del tercio (…) y otros dos fugitivos. Un tercero, Dalmiro (…), fue detenido y asesinado de un tiro en la cabeza por uno de los mandos de la Guardia Civil, después de prestar declaración. Su cuerpo fue enterrado en las afueras del cementerio de la cercana aldea de Campelo, junto a sus cuatro compañeros muertos: (…) A ellos hay que sumar el cadáver de Gerardo González Ochoa Pasoslargos*, quien gravemente herido logró salir del combate para fallecer a la orilla de un arroyo cercano a Canedo. Su cuerpo fue descubierto tres semanas después, el cinco de marzo.
Por otra parte, después del combate en Canedo las filas de los resistentes se vieron incrementadas con la presencia de una mujer, Adoración Canedo Canedo, dueña de una de la casas donde se habían ocultado los huidos, que había escapado del pueblo para evitar una represalia en caliente por parte de las fuerzas represivas.
Se lo acabo de leer por teléfono a Rodrigo y se ha quedado mudo: Es tal y como lo cuenta mi abuela (pueden compararlo aquí con la versión rimada que hace Osorio) pero ¿Cómo acabaría Pasoslargos transformándose en Chupaojales en la memoria de Filomena? ¿Será suyo el error o de quien le contó las partes de la historia que ella no vivió? Ella vio los cadáveres de esa fosa cerca del cementerio y recuerda siempre entre lágrimas el aspecto y el olor de los muertos... , me dice.
Estas son las partes en que la historia de Filomena coincide con lo que comúnmente conocemos como historia (y que la gente se empeña en escribir con mayúscula) pero que a mí, coincidiendo con uno de los comentantes anónimos, no es la que más me interesa de la vida de Filomena González.
*Los datos coinciden con los dados por Filomena y recogidos por Rodrigo, éste debe ser Chupaojales.
En la noche del 18 de febrero de 1941, una delación permitió a las fuerzas represivas descubrir la estancia de un numeroso grupo de resistentes en el pueblo leonés de Canedo. Una vez montado el dispositivo, compuesto por más de cuarenta hombres del IV Tabor de Regulares de Larache al mando del teniente Carlos Marchante, acompañados por una veintena de guardias civiles al mando del alférez de Cacabelos, Vidal Montero Sánchez, penetraron en el pueblo, donde efectuaron varios registros por las casas que el delator les había indicado. Al llegar a la ocupada por los resistentes, comenzó una refriega en la que resultaron muertos dos de los hombres del monte así como los guardias (…) Otro grupo de resistentes, que había alcanzado el exterior, fue tiroteado por las fuerzas que rodeaban el pueblo, muriendo el soldado del tercio (…) y otros dos fugitivos. Un tercero, Dalmiro (…), fue detenido y asesinado de un tiro en la cabeza por uno de los mandos de la Guardia Civil, después de prestar declaración. Su cuerpo fue enterrado en las afueras del cementerio de la cercana aldea de Campelo, junto a sus cuatro compañeros muertos: (…) A ellos hay que sumar el cadáver de Gerardo González Ochoa Pasoslargos*, quien gravemente herido logró salir del combate para fallecer a la orilla de un arroyo cercano a Canedo. Su cuerpo fue descubierto tres semanas después, el cinco de marzo.
Por otra parte, después del combate en Canedo las filas de los resistentes se vieron incrementadas con la presencia de una mujer, Adoración Canedo Canedo, dueña de una de la casas donde se habían ocultado los huidos, que había escapado del pueblo para evitar una represalia en caliente por parte de las fuerzas represivas.
Se lo acabo de leer por teléfono a Rodrigo y se ha quedado mudo: Es tal y como lo cuenta mi abuela (pueden compararlo aquí con la versión rimada que hace Osorio) pero ¿Cómo acabaría Pasoslargos transformándose en Chupaojales en la memoria de Filomena? ¿Será suyo el error o de quien le contó las partes de la historia que ella no vivió? Ella vio los cadáveres de esa fosa cerca del cementerio y recuerda siempre entre lágrimas el aspecto y el olor de los muertos... , me dice.
Estas son las partes en que la historia de Filomena coincide con lo que comúnmente conocemos como historia (y que la gente se empeña en escribir con mayúscula) pero que a mí, coincidiendo con uno de los comentantes anónimos, no es la que más me interesa de la vida de Filomena González.
*Los datos coinciden con los dados por Filomena y recogidos por Rodrigo, éste debe ser Chupaojales.
2 comentarios:
A mi, la vivencia de nuestros abuelos de esta guerra tan intensa me parece fascinante.
La verdad es que la experiencia de una guerra, del miedo, del hambre y las demás consecuencias nos atraen por la suerte que tenemos, de momento, de ser una generación que no la ha tenido que padecer en carnes propias. Ojalá seamos capaces de comprender lo que todos seríamos capaces de hacer en esas situaciones extremas para no generarlas.
Pienso en la sugerente descripción del mal que todos llevamos dentro que nos hace Javier Cercas en su novela LA VELOCIDAD DE LA LUZ.
Acabo de leer otra muy evocadora que, en parte, también trata de esto es una novela fantástica -de genéro- y fantástica -muy buena- LA PIEL FRÍA de Albert Sánchez Piñol (Edhasa, 2002)
Conviene reflexionar sobre todo esto.
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