martes, xaneiro 13, 2015

Debemos dar aos malos o amparo do dereito?



Eu que son bastante agnóstico sempre rezo a San Thomas More. Moito ten feito este home (en vida e tras o seu pasamento) polo estado de dereito tal e como o coñecemos.

Cómpre nestes días en que tanta parvada se está a dicir e nos que nos Estados comezan a mudar as normas para restrinxir as liberdades, recordar a figura deste resistente, xurista e logo santo (católico).

Na película sobre More A man for all seasons, de Robert Bolt recréase unha escena desas que de non ser verdade serve polo menos para reflectir o espíritu do protagonista e para dar unha resposta a miña pregunta inicial.

A transcripción da escena a tomo dun artigo (El diablo y la ley) que lle publicaron a Andrés de la Oliva Santos no xornal ABC o 09.11.1986:


Está Tomás Moro, ya canciller (y sin embargo siempre jurista), con su mujer, Alicia; su hija, Margarita, y su vehemente yerno, Roper. Acaba de marcharse de vacío el viscoso Rich, un trepador que, al no recibir de Moro la prebenda esperada, amenaza con alinearse junto a los enemigos mortales del canciller. Roper y Alicia claman por el arresto inmediato de Rich.


Roper: Arrestadlo.


Alicia: ¡Sí!


Moro: ¿Por qué?


Alicia: ¡Porque es peligroso!


Roper: Por calumnia; es un espía.


Alicia: ¡Lo es! ¡Arréstalo!


Margarita: Padre, ese hombre es malo.

Moro: Eso no es bastante ante la ley.


Roper: ¡Sí lo es para la ley de Dios!


Moro: Dios entonces puede detenerlo.


Roper: ¡Sofisma sobre sofisma!


Moro: Al contrario, la sencillez suma: la ley. Yo entiendo de la ley, no de lo que nos parece bueno o malo. Y me atengo a la ley.


Roper: ¿Es que ponéis la ley del hombre sobre la ley de Dios?


Moro: No, muy por debajo. Pero deja que te llame la atención sobre un hecho: yo no soy Dios. Tú quizá encuentres fácil navegar entre las olas del bien y del mal; yo no puedo, no soy práctico. Pero en el bosque espeso de la ley, ¡qué bien sé hallar mi camino! dudo que haya quien me pueda seguir dentro de él, gracias a Dios... (Esto lo dice para sí)


Alicia:(exasperada, señalando por donde se marchó Rich): Mientras que hablas, se escapó.


Moro: El propio diablo puede escaparse mientras que no quebrante la ley.


Roper: ¿De modo que, según vos, el propio diablo debe gozar del amparo del Derecho?
Moro: Sí. ¿Qué harías tú? ¿Abrir atajos en este selva de la ley para prender más pronto al diablo?.


Roper: Yo podaría a Inglaterra de todas sus leyes con tal de echar mano al diablo.


Moro: (interesado y excitado): ¿Ah, sí? (Avanza hacia Roper.) Y cuando hubieses cortado la última ley, y el diablo se revolviese contra ti, ¿dónde te esconderías de él? (Se aparta.) Este país ha plantado un bosque espeso de leyes que lo cubre de costa a costa, leyes humanas, no divinas. Pero si las talas, y tú serías capaz; ¿te imaginas que ibas a resistir en pie los vendavales que entonces lo asolarían? (Tranquilo.) Sí, por mi propia seguridad yo otorgo al diablo el amparo de la ley.»


Os gobernos e as administracións no poden actuar ao marxe da lei por moi bos fins que manifesten perseguir. E na actualidade, a diferencia dos tempos de Thomas More, sobre os regulamentos e as leis atópanse as constitucións e os tratados internacionais que obligan aos xestores do poder represivo a respetar uns límites (sen dúbida insuficientes para os individuos) que foron postos para garantir a liberdade de todos, si, tamén a dos malos. Porque a súa liberdade é un ben que todas temos a obriga de defender.

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