Para Abril, tolstoiana contagiosa.
Uno de los mayores temores de los familiares y amigos de Lev Nicolaievich Tolstoi debió ser: «¿Escribirá esto que le estoy diciendo? ¿Cómo lo contará?» Porque si «el carácter autobiográfico» es una de las pesquisas más seguidas por periodistas y críticos en cualquier obra de ficción, en el caso del escritor ruso la inspiración en su vida es más que palpable.
Él mismo es Levin (en Ana Karenina) y Pierre (en Guerra y Paz) y el protagonista de muchos de sus relatos (dejando a un lado los evidentemente autobiográficos como sus 3 primeras novelas: Infancia, Adolescencia y Juventud). Y muchos de los episodios de su vida se reflejan en sus ficciones. Lev Tolstoi se declaró a su mujer, Sofía Andreievna, mostrándole una larga sarta de iniciales que ella descifró en unos segundos, como hace Levin con Kitti en AK; también como Levin le dió a leer todos sus diarios de juventud a su mujer antes de casarse y un par de cientos de ejemplos más se pueden comprobar fácilmente leyendo la estupenda edición de los Diarios del escritor que ha editado El Acantilado y comparándolos con sus ficciones.
Pero la influencia entre vida y obra es extraña, tanto que llegó a contar cosas en sus novelas antes de que pasaran (o pasaron porque las contó, que en estos casos nunca se sabe). En La sonata Kreutzer narra la venganza de un marido resentido de la sexualidad y celoso (vivo retrato de Lev Nicolaievich) por la infidelidad de su mujer con un pianista. Un tiempo después la mujer de Tolstoi, Sofía Andreievna, se enamora locamente de un pianista.
Y claro la propia vida se puede convertir en novela, y más con una trayectoria como la de Lev. En 1990 Jay Parini publicó en los EUA The last station novela basada en el último año de la vida de Tolstoi en la que sobre la base de los diarios del propio escritor y las personas que le rodeaban recrea los conflictos de aquellos días. No es una novela redonda, ni quizá buena pero sí regular y muy interesante para saber algo más de la vida de Lev Nikolaievich*.
La visión que Parini da en su novela sobre las relaciones del escritor con su esposa coincide más con mis sensaciones tras leer los diarios de Tolstoi que las que defiende William Shirer en Amor y odio, el tormentoso matrimonio de León Tolstoi y Sofía Andreievna (un muy buen ensayo editado por Anaya y Mario Muchnik en 1997).
Con Parini se cierra el círculo y la vida de Tolstoi se convierte en novela para volver, 100 años después, desde la ficción a desmentirnos parte de esa realidad que aún continuamos creyendo a pesar de todos los esfuerzos del maestro ruso.
* Hay una adaptación cinematográfica a puntito de estrenarse ¡¡el año que viene es el centenario de la muerte de Lev Nicolaievich y amenaza tormenta conmemorativa!!
Él mismo es Levin (en Ana Karenina) y Pierre (en Guerra y Paz) y el protagonista de muchos de sus relatos (dejando a un lado los evidentemente autobiográficos como sus 3 primeras novelas: Infancia, Adolescencia y Juventud). Y muchos de los episodios de su vida se reflejan en sus ficciones. Lev Tolstoi se declaró a su mujer, Sofía Andreievna, mostrándole una larga sarta de iniciales que ella descifró en unos segundos, como hace Levin con Kitti en AK; también como Levin le dió a leer todos sus diarios de juventud a su mujer antes de casarse y un par de cientos de ejemplos más se pueden comprobar fácilmente leyendo la estupenda edición de los Diarios del escritor que ha editado El Acantilado y comparándolos con sus ficciones.
Sofía Andreievna y Lev Nicolaievich (Fuente de la foto.)
Pero la influencia entre vida y obra es extraña, tanto que llegó a contar cosas en sus novelas antes de que pasaran (o pasaron porque las contó, que en estos casos nunca se sabe). En La sonata Kreutzer narra la venganza de un marido resentido de la sexualidad y celoso (vivo retrato de Lev Nicolaievich) por la infidelidad de su mujer con un pianista. Un tiempo después la mujer de Tolstoi, Sofía Andreievna, se enamora locamente de un pianista.
Y claro la propia vida se puede convertir en novela, y más con una trayectoria como la de Lev. En 1990 Jay Parini publicó en los EUA The last station novela basada en el último año de la vida de Tolstoi en la que sobre la base de los diarios del propio escritor y las personas que le rodeaban recrea los conflictos de aquellos días. No es una novela redonda, ni quizá buena pero sí regular y muy interesante para saber algo más de la vida de Lev Nikolaievich*.
La visión que Parini da en su novela sobre las relaciones del escritor con su esposa coincide más con mis sensaciones tras leer los diarios de Tolstoi que las que defiende William Shirer en Amor y odio, el tormentoso matrimonio de León Tolstoi y Sofía Andreievna (un muy buen ensayo editado por Anaya y Mario Muchnik en 1997).
Con Parini se cierra el círculo y la vida de Tolstoi se convierte en novela para volver, 100 años después, desde la ficción a desmentirnos parte de esa realidad que aún continuamos creyendo a pesar de todos los esfuerzos del maestro ruso.
* Hay una adaptación cinematográfica a puntito de estrenarse ¡¡el año que viene es el centenario de la muerte de Lev Nicolaievich y amenaza tormenta conmemorativa!!
4 comentarios:
S.S.C.V no abandonaré el bosque para buscar setas
Gracias
Veo que hay más tolstoianismo entre lso lectores de esta Constelación. Gracias por leer y dejar su comentario, amigo anónimo.
tralará
-Paul Sicks-
Paul, como siempre, me vences. Yo para intentar transmitir algo de Tolstoi necesité la parrafada vacía de ahí arriba. Tú con 3 modestas sílabas me colocas donde Tolstoi, casi seguro, hubiera hecho: a este lado de La Verdad.
Un beso reverencial.
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