domingo, maio 08, 2011

Sánchez Ferlosio y la ficción (I)


Desde que le dieron el premio Cervantes y pasó a tercera primera linea de la actualidad hay un par de coletillas que acompañan a cualquier presentación de Rafael Sánchez Ferlosio: que si ha renegado de El Jarama; que si ha abandonado la literatura; que si aborrece la ficción;...
En una reciente entrevista (“Estamos dirigidos por ignorantes”, El mundo, 27/02/2011) Antonio Lucas vuelve al tópico y dice:

Se marchó de las buenas letras en los 60 y sin despedirse: entró en un silencio editorial de dos décadas del que saldría con el armisticio de varios ensayos y tras una navegación obsesiva por los pliegues de la gramática, Odia la literatura. Es, como él dice, un ex-escritor.

Dejando a un lado que el propio Sánchez lo diga (quién mejor que él para saber lo que es) ; de que de un ensayista difícilmente se puede decir que haya abandonado la literatura (en los antaño omnipresentes manuales de Anaya, Lázaro Carreter nos enseñaba que los géneros literarios eran poesía, narrativa y ensayo, cada uno con sus variedades, y me sigue convenciendo su criterio) y de que ha publicado cuentos y microcuentos (muchos de sus pecios hacen equilibrios sobre la frontera del ensayo y la narrativa) no hay que olvidar el uso que hace de la ficción (lo no acaecido, si lo prefieren) en sus ensayos.

Un ejemplo encontramos en el parágrafo 3 del capítulo XIII de Non olet (Destino, 2003) en el que para mostrarnos un ejemplo de publicidad de un producto vigorizante transcribe, entre comillas, lo siguiente:

Recientes hallazgos arqueológicos realizados por la asociación autónoma neozelandesa “Austral Archeological Society” en el estrato inferior de sus excavaciones de Gromba Salamnea, donde han podido recogerse hasta el momento cerca de dos millares de cantos rodados, todos ellos sistemáticamente raspados, conservando todavía pequeñas adherencias de residuos vegetales, que tras escrupulosos análisis en los laboratorios de la Royal University de Aucklan, se ha podido demostrar no habiendo lugar a la más mínima duda que el alto valor energético del liquen amarillo (Saxiferus aurea Linnei) único ingrediente del vigorizante para uso general LIQUESÁN que HIERBASANA S.A., San Cugat del Vallés, tiene el más sumo gusto de ofrendar a su dignísima clientela era ya conocido y abundantemente utilizado entre las ilustres civilizaciones protohistóricas de los pueblos Camino del Mar. (Sin colorantes ni aditivos)
Presentado en tres formatos: pequeño, 50 grs., mediano, 100 grs. y familiar, 250 grs. Infusión: media cucharilla de café empezando a hervir el agua por tazón tamaño desayuno.

En medio de un ensayo no hay razón para sospechar que esta cita, como ninguna otra, sea mentira, pero lo es y Rafael Sánchez no lo oculta pero juega con que lo podamos descubrir.
En primer lugar copia (con bastante ironía) el estilo propio de los prospectos de los productos “sanitarios” alejándose de su forma habitual de escribir y luego introduce, como criterio de autoridad, dos referencias que salen de lo que los periodistas llamarían su “literatura” (la parte de su escritura dedicada a la narrativa ficticia): Gromba Salamnea y los pueblos Camino de Mar que nos remiten a sus Crónicas de las guerras barcialeas de las que sólo se han publicado algunos fragmentos: la novela El testimonio de Yarfoz y otros sueltos en el volumen El geco.

Y de este párrafo surgen dos preguntas que no sirven para nada:

¿Es menos real el ejemplo porque sea ficticio?

¿Está la cuenca del barcial en Nueva Zelanda, como confiesa Sánchez Ferlosio en estas líneas?

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