sábado, setembro 16, 2006

El historiador.

César, Cayo Julio César, sacó la tablilla que llevaba guardada en su coraza y entornando los párpados para leer, tenía los ojos cansados de escribir por las noches a la débil luz de una bujía, repitió el texto que le habían preparado. Alzó la mano para detener a sus hombres, se bajó del caballo y dió dos pasos. Justo cuando cruzaba el arroyo declamó ALEA IACTA EST mientras sus lugartenientes intentaban componer el gesto solemne que el general les exigía en esas ocasiones.
Al tercer paso, César tropezó con la raíz de un roble y, ya en el suelo, pronunció otras palabras que, tristemente, decidió no incorporar a sus crónicas.


Cautela: Después de escribir esta ocurrencia tuve la sensación de que ya la había leído antes, si alguien conoce el original del que robé, inconscientemente, la idea le agradecería que me lo comunicase.

2 comentarios:

Anónimo dixo...

Ja, ja, ja....MUY BUENO...nunca me contaron la historia de César así...

Sergio B. Landrove dixo...

Sólo es un episodio pero, con tiempo, se podrían revelar muchos detalles curiosos de la vida de César y otros muchos personajes históricos...

Muchas gracias por su lectura y me alegro de que le guste.