luns, febreiro 06, 2006

Sabino Ordás, un centenario preterido. (IV)

ARCHIVOS DE LA O.P.A.
Quién no es quién (III)

Sabino Ordás charla con Aparicio y Merino. Crémenes 1994*.


Sobre las colaboraciones de Sabino Ordás en Pueblo Literario ha escrito José María Merino:

Sabino Ordás valoraba la imaginación, la narratividad, la infusión vital de la oralidad, gustaba con eclecticismo de muchas cosas diversas, desde la historia antigua a los comics, por poner dos ejemplos, aborrecía por igual a santones y mercachifles, disfrutaba con la obra de muchos escritores extranjeros y defendía, a la manera de Miguel Torga, que “lo universal es lo local si fronteras”**.

e inmediatamente reconoce la influencia del pensamiento del patriarca de Ardón en su obra:

pero pienso que aquellos artículos de Sabino Ordás, su gusto por el apócrifo –tan incardinado, por otra parte, en la cultura ibérica, más que española-, por la imaginación sin barreras, por el respeto a las buenas historias ha seguido nutriendo un buen sesgo de nuestra obra (se refiere a la de Juan Pedro Aparicio, Luis Mateo Díez y a la suya propia).

También Díez reconoce la influencia de don Sabino en su discurso de ingreso en la Real Academia:

En la figura de Sabino Ordás se cifra el magisterio de quienes, desde la amistad y el compromiso de tantas ilusiones comunes, buscamos un espejo de lucidez, una metáfora compartida que contuviera la ejemplaridad literaria, intelectual y moral, que necesitábamos.

La deuda es reconocida también por Aparicio, buen ejemplo de ello es su microrrelato La confesión, que antes cité, en el que recupera uno de los apócrifos creados por el maestro.

La obra que el recuperado maestro ha publicado con posterioridad a aquellas cenizas del Fénix se limita a un conjunto de prólogos a diferentes obras, fundamentalmente e sus discípulos. El propio don Sabino ironiza con su condición de prologuista en, como no, el prólogo a la segunda edición de Los caminos del Esla (Edilesa, 1995) de Aparicio y Merino:

Siempre me niego y siempre acabo cediendo. De seguir así, ellos tan industriosos y yo tan feble, a no pasar mucho tiempo me presentarán, estoy seguro, otro libro para que asimismo lo prologue, éste el de los prólogos que yo mismo haya hecho de sus libros. Mas, ¿cómo negarme? Si desde que ha fallecido Ricardo Gullón, mi fraternal amigo, sólo ellos y Luis Mateo Díez se detienen en Ardón para pegar la hebra conmigo… (Otra vez. Y ya van… 11 de septiembre de 1994)

La importancia de la obra de Sabino Ordás es indiscutible tanto por sí misma como en cuanto a la influencia en la literatura de sus discípulos que contribuyeron a da un nuevo giro a la literatura española del que tanto hemos y estamos disfrutando. El olvido del centenario de don Sabino por las instituciones aún se puede reparar ¿qué hay de malo en celebrar los ciento un años del nacimiento de uno de los patriarcas de nuestras letras? Quizá haya pecado de abogado del diablo con esta nota y sea el de Ardón el que ha rechazado el reconocimiento público. No lo sé. En todo caso hoy, como cualquier día del año pasado es un buen momento para sumergirse en la rica prosa de Sabino Ordás.

De arriba a abajo y de izquierda a derecha: José sánchez Carralero, Óscar Campillo, J.P. Aparicio, José MAría Merino, Jesús Egido y Sabino Ordás.*


*Fotografías de Jesús Egido en Los caminos del Esla. Edilesa. 1995.

**Noticias de Sabino Ordás. José María Merino. Ínsula. Número 688. Abril 2004.

Ningún comentario: