sábado, febreiro 04, 2006

Sabino Ordás, un centenario preterido. (II)

ARCHIVOS DE LA O.P.A.
Quién no es quién (III)

En México compartió un apartamento con José Bergamín aunque según manifiesta don Sabino nunca se dirigieron la palabra. Junto a Max Aub, que calificaba a Ordás de amigo entrañable de endemoniado carácter, promovió la exposición del pintor Jusep Torres Campalans. El patriarca de Ardón escribió la presentación del programa de aquella ya mítica muestra que descubrió al mundo al amigo de Picasso del que hablaremos aquí otro día. Campalans, siempre generoso, le regaló el retrato que acompaña a estas líneas donde ensaya un remedo de fauvismo poco habitual en su estilo.

Retrato al óleo de Sabino Ordás. Jusep Torres Campalans. Sin fecha. Colección particular.

Tras su paso al país del norte puso en marcha, y dirigió durante sus primeros años, el PROGRAM IN CREATIVE WRITING de la universidad de Arkansas para después trasladarse a Utah donde ejerció como profesor de español en la universidad de Salt Lake City. Su jubilación coincidió con la muerte de Franco lo que le decidió a regresar a España y lejos de integrarse en los cenáculos literarios capitalinos, a los que dedicó críticas certeras desde Pueblo Literario, volvió a su Ardón natal.

Una casual conversación que tres jóvenes escritores (Juan Pedro Aparicio, Luis Mateo Díez y José María Merino) mantuvieron en 1976 sobre el exilio leonés con Ricardo Gullón les descubre la figura de Ordás y deciden buscarlo. Sus pesquisa les llevaron a América hasta que una carta desde Utah les hizo girar su vista hacía su León natal. Tras su primer encuentro con el maestro salen entusiasmados con las ideas de don Sabino que, todo hay que decirlo, coincidían mucho con lo que ellos intuían e iban en contra de las que regían el panorama literario español del momento. Piensan que es necesario dar la palabra al maestro para entroncar la nueva narrativa con las raíces de la literatura anterior a la dictadura.

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