martes, decembro 06, 2005

Uroboros.

El escritor consagrado no pudo soportar ni un segundo más aquel bodrio. Abrió la ventana, arrojó el superventas y se puso a escribir la crítica que le habían encargado. «Infumable y predecible», la tituló.
El libro, una trepidante intriga relacionada con los diarios personales de uno de los ayudantes del constructor de la catedral de León, cayó ante los pies de una anciana que paseaba por la acera aprovechando el sol del mediodía. No sin esfuerzo la mujer se agachó y recogió el tomo: « ¡Qué sorpresa! –le dijo- ¿Cómo sabías que estaba pensando en ti?» Había oído hablar tanto del libro que decidió subirlo a su casa para que la acompañase en las tardes de aquel invierno tan frío. En primavera lo terminó. Nunca había leído una novela y aquella la había seducido « ¿Hasta dónde llegará la ficción?»
Fue a la biblioteca pública y devoró dos tratados de arquitectura gótica y una historia de las herejías medievales. Unos libros le fueron llevando a otros y encontró gusto por la poesía y el teatro. Siempre se la veía con un libro bajo el brazo.
Al invierno siguiente no era capaz de comprender como Amalia, su mejor amiga, era capaz de perder el tiempo leyendo «Lo que es del César», el insustancial bestseller de moda.

2 comentarios:

Casual Gamer dixo...

Hola,

Es curioso, ¿eh?- Sinceramente, creo que podría ser una historia real. Y nos comportamos de ese modo con todo, cine, literatura, música, ¡incluso videojuegos!.

En los juegos, a los que sólo piensan en "bestsellers" se les llama "casuals", cosa que no me gusta, precisamente porque me creo el relato de hoy.

Sigues a un nivel impresionante Benacio.

Saludos

Sergio B. Landrove dixo...

Gracias por la interpretación que siempre corresponde a los lectores, no al escritor que si no comunica lo que quiere simplemente fracasa, aunque, curiosamente, a veces llega a comunicar cosas que ni él mismo sabía.

Puede que la B. sea de Benacio pero también puede que no. Dejémoslo en B.

Un abrazo.