Resumen de lo publicado: Los miembros de Gabinete de crisis del CEAS ven la grabación del asesinato de Juan Carlos I y el rostro del magnicida que no parece interesado en ocultar su identidad.
Después del improperio del Arzobispo los tres hombres enmudecieron invadidos por la estupefacción. Benito Pantaleón solicitó a través del teléfono de su escritorio que hicieran pasar al experto y encendió un fluorescente que ocupaba toda la pared del fondo de su despacho de tal manera que si se sentaba junto a los miembros del gabinete y situaba al interrogado frente a ellos no podían ser reconocidos.
Don Gregorio Peces-Barba entró en paños menores, en realidad diminutos pues aquella noche no usaba los clásicos calzoncillos que podrían esperarse de un padre de la Constitución sino un pequeño tanga que imitaba en su estampado la piel de un leopardo. La sorprendente indumentaria hizo pensar a míster Citric en una frustrada noche loca del catedrático de derecho constitucional, «aunque también puede ser –pensó el estadounidense- que Pantaleón quiera vejarle y el único modo incruento que se la ha ocurrido sea este». Duarte miró de reojo al prelado que hacía verdaderos esfuerzos para contener la risa que le producía ver a uno de los apóstoles del laicismo en tan ridícula situación. Realmente el panorama era grotesco pues aquél pequeño pedazo de tela apenas se vislumbraba bajo la cúpula del vientre del catedrático.
«Buenas noches, don Gregorio. Me llamo Benito Pantaleón y no creo necesarias más presentaciones –dijo Pantaleón- Disculpe que le hayamos convocado para que emita un dictamen a horas tan intempestivas pero hay motivos más que graves…»
«Pantaleón –contestó Peces-Barba- no me toques los huevos. Por mucha urgencia que haya al menos me podríais haber dejado vestirme» «…le ruego que no hable hasta que se le pregunte. Todos hemos venido tal y como estábamos -continuó el Secretario General del CEAS acercándose al profesor para que este pudieraver su pijama azul marino de seda- yo no tengo la culpa de que estuviese… ¿a medio vestir o a medio desvestir?»
La carcajada que ya no pudo contener el padre Trisagio hizo sonrojarse al catedrático.«Señores, esto es muy serio», cortó Pantaleón después de volver a las sombras y guiñar un ojo prelado, se ve que le debía algún favor y se lo estaba pagandocon aquél espectáculo. « El príncipe Felipe ha matado al Rey y hemos de reaccionar con rapidez… ¿cuál es la situación jurídica?, ¿cómo podríamos reaccionar?». La cara del socialista pasó del rojo al blanco.
(Continuará)
Publicado en Le Rosaire De l´Aurore número nueve, mayo 2005.
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