venres, setembro 30, 2005

Le Rosaire de l´Aurore.

Me preguntan si existe ese pasquín en el que digo que se publica Gerifalte instántaneo. Su existencia es indudable, se trata de un libelo de dos páginas editado por las Ediciós da Mitocondria de don Apropiano J. Allen y dirigido por mi viejo amigo Gervasio Friztgerald. Su tirada física es limitada (en la actualidad no supera los veinte ejemplares) pero los interesados pueden acceder a todos sus números en versión PDF pulsando aquí.

GERIFALTE INSTÁNTANEO. Capítulo 7.

Resumen de lo publicado: La inviolabilidad de la que goza don Felipe de Borbón desde el mismo instante en que asesinó a su padre obliga al gabinete de crisis a buscar soluciones al margen de la ley para que no se quiebre la estabilidad de España con el asesoramiento de Pces-Barba, catedrático de derecho constitucional.

Con un gesto Pantaleón ordenó guardar silencio al resto de los miembros del gabinete, se levantó y acompañó a don Gregorio a la puerta, «Muchas gracias. Su colaboración ha sido imprescindible, profesor»; « ¿Debo guardar silencio?», preguntó Peces-Barba habituado a preservar secretos de Estado. «Haga lo que crea conveniente. Los hechos son increíbles y nadie confiará en su realidad y, paradójicamente, estando en lo cierto, al no creer lo increíble, se confundirán pues, una vez más, lo increíble es la verdad. Tanto guardando el secreto como difundiendo la noticia nos ayuda…», «Eso me suena, Pantaleón, creo que lo leí en una novela de Torrente Ballester» «Ya sabe que lo que no es tradición es plagio» le contestó amenazador Alfredo, el chófer de Troche, que en ese momento acudía a la llamadada del Secretario General del CEAS, al tiempo que ofrecía un albornoz al catedrático. «Alfredo, acompaña al señor Peces-Barba a su casa o a dónde quiera ir». Ya en el ascensor don Gregorio se puso la bata. Hacía un rato que, preocupado por la situación política, se había olvidado de su desnudez. Era, sin duda, un hombre de Estado.

(Continuará)

Publicado en Le Rosaire de l´Aurore número once, julio 2005.

Antilia.

Antilia Carballo (también tengo heterónimos femeninos) le dice a Rodrigo "No te resultaría difícil ganar ese concurso infantil ". Una afirmación cierta que no podemos evitar sentir preñada de envidia, fruto quizá del escaso reconocimiento público que ha tenido, hasta el momento, la obra de la escritora coruñesa.
Ese "escaso reconocimiento publico" se concreta en la difusión de este microrrelato en las páginas literarias que un diario viene publicando en los meses de agosto desde 2001.

martes, setembro 27, 2005

Una buena noticia.

Rodrigo Osorio, el alter ego del que les escribí el otro día, acaba de ganar un certamen literario organizado por la Concejalía de Juventud de su localidad natal, Ponferrada. Por mucho que los periódicos se empeñen en afirmar otras cosas el relato se titula N´geko y es el siguiente:

Sus padres habían muerto y no podían verle en aquél que era, sin duda, el momento más feliz de su vida. La idea casi le obsesionaba al saltar al terreno de juego “¡Qué pena que no estén aquí!”. Se aferraba a su vieja fe en la inmortalidad del alma. Miró hacia lo alto (¿Por qué no al suelo, como hacía su abuelo cuando hablaba con los muertos? Quizá llevaba demasiado tiempo en Inglaterra), miró hacia el cielo y murmuró “Papá, mamá esto lo voy a hacer por vosotros”. N´geko, jugador nacionalizado inglés, saltó al terreno de juego. Era la joven revelación de la “Premier League”. Un joven deportista de élite que de la noche a la mañana se había convertido en multimillonario. Dos mansiones, una colección de deportivos descapotables y siempre acompañado de las más bellas modelos de la tierra, N´geko era la envidia de todo el mundo. Era “indispensable” (así lo habían dicho varios de los más prestigiosos comentaristas deportivos) en el “Golden Team”, nombre por el que también se conocía a esta selección inglesa que había ido arrasando en los campeonatos del mundo juveniles y ahora llegaba, al fin, al absoluto. Nunca habían perdido un partido en competición oficial. “Su precisión, su rapidez y el juego aéreo los han convertido en el mejor equipo de fútbol que hemos visto en mucho tiempo” dijo Pelé en una entrevista a un diario deportivo brasileño. Ahora, ante la final contra Brasil, se habían recordado aquellas declaraciones.
Al llegar al centro del campo N´geko se santiguó, no era cristiano pero era una extendida costumbre entre futbolistas. El número nueve relucía en su espalda. Iba a comenzar el partido. Las gradas estaban a rebosar de banderas inglesas y brasileñas, el público estaba absolutamente entregado. A N´geko le hubiera gustado en aquel momento tener super-visión como la de los héroes de sus tebeos favoritos para saber si en la tribuna estaba Mara, su actual pareja, con ella, una superestrella de Hollywood, creía haber descubierto el amor. “Es imposible, entre cien mil personas no la encontraré” Después de pensar esto dudó de si era auténtico amor lo que sentía.
Al otro lado de las cámaras, que en aquel justo instante le enfocaban, millones de personas estaban pendientes de él que iba a echar a rodar el esférico. Las apuestas tenían un claro favorito: Inglaterra, ellos. Lo mejor de todo era que el equipo no estaba confiado, parecía que no notaban la presión, solamente sentían unas enormes ganas de divertirse jugando.
Puso su pie derecho sobre el balón, la grada guardó silencio. Recordó el campo del colegio, tierra y piedra, aquél día en que el ojeador le preguntó: “¿Quieres hacer unas pruebas para jugar en el Manchester United?” Él, con diez años, no se lo podía creer. Las hizo. Se trasladó al Reino Unido. Estudiaba y jugaba al fútbol. A pesar de la férrea disciplina no podía dejar de ser feliz: había conseguido abandonar la miseria. El segundo día uno de los profesores les dijo “Habéis empezado el curso doscientos alumnos de todo el mundo. No tengo que deciros que no todos acabaréis jugando en el primer equipo, ni siguiera todos llegareis a ser profesionales. Pero podéis serlo y si lucháis, los mejores lo conseguiréis.” Su abuelo le repetía cuando era pequeño: “No pierdas ninguna de las oportunidades que se te presenten. Ninguna. Agárrate fuertemente a ellas y no las sueltes. Si resistes lo conseguirás todo”. Para él el estricto régimen alimentario no fue un problema, en su país no estaba acostumbrado a comer todos los días. Entrenaba también en los momentos de descanso y estudiaba dos horas más que el resto de sus compañeros, en aquella escuela de fútbol daban mucha importancia al rendimiento académico.
Al sonar el silbato N´geko golpeó el balón. El lateral izquierdo Higgins avanzaba por su banda en jugada ensayada mil veces y cuando el defensa central se lo devolvió a N´geko, éste hizo un pase milimetrado a Higgins que remató ferozmente dando con la bola en el travesaño. Un murmullo de queja salió de la grada. El balón estaba en poder de los brasileños. N´geko reculó hacia su campo y vio los brillantes que relucían en sus botas formando su nombre. Hacer esas zapatillas había sido un acierto, con parte de los beneficios construyó una depuradora de agua en su pueblo. Walters, uno de los defensas, había arrebatado el balón al delantero canarinho. N´geko avanzó hacia la portería contraria ocupando su posición, a su izquierda sabía que estaba Higgins y a su diestra, un poco más retrasado, el lateral derecho, Benjamin. Le llegó el balón. Corrió. El público se levantó de sus asientos y gritaba enfervorizado. Pasó a Benjamin, éste se lo devolvió en una pared que, si marcaba gol, sabía que iba a ser una de las jugadas más comentadas del día siguiente. Dos defensas brasileños intentaban frenarle. Limpiamente le arrebataron el balón. También dijeron algo entre dientes, algo sobre su madre. El ataque de los sudamericanos estaba tan bien organizado como el suyo. Walters se había adelantado demasiado ocupando posiciones ofensivas, la defensa inglesa pivotaba sobre el central “pieza fundamental en el juego de los insulares”. Una falta de Thiney, defensa izquierdo, acabó con el ataque. “¡A la barrera!” –gritó Johnson. N´geko se unió a sus compañeros. Lanzaba Silvinho, “un auténtico Guillermo Tell de los libres directos”, Johnson le tenía bien estudiado, detuvo el tiro: “¡Arribaaaa!”. Salió corriendo, la pelota debía ir hacia sus pies y así lo hizo. Él frente a Reis, uno de los defensas de la selección brasileña. Paró el esférico, lo deslizó con la punta de su bota hacia atrás, lo elevó con el tacón y le hizo un perfecto sombrero. El público aplaudió a rabiar. Reis no se apartó. N´geko no fue capaz de llegar a su propio pase antes que el resto de la defensa. En la banda derecha Benjamin comenzó a gritarle que no era el único en el equipo.
Ese individualismo había comenzado en la escuela del Manchester, por aquél entonces publicaron un reportaje en The Times centrado en su historia, la del estudiante con mayor proyección de futuro de acuerdo con la opinión de sus profesores. Fue portada en el dominical. Ahí comenzaron las envidias de sus compañeros. Se sintió solo y aún comenzó a entrenar más para demostrarles de lo que era capaz. En la escuela potenciaron su individualismo por ser una de las características esenciales de todo gran delantero centro. Después de aquella portada lo entrevistaron para varias televisiones. Su carrera mediática había comenzado, sus tristes peripecias de huérfano de guerra alimentaron el fenómeno. La gente comenzó a quererle.
El contraataque brasileño les sorprendió a todos. N´geko pedía perdón a Benjamin y Walters (¿Qué le pasaba hoy a Walters?) aún seguía adelantado. Johnson no pudo hacer nada. Gol. La grada estalló en una explosión verde y amarilla a ritmo de samba. “¡Mierda!”. Benjamin corrió a coger la pelota del fondo de la red. No podían perder más tiempo. Lo puso en el centro. N´geko sacó de nuevo. Se la pasó a Walters, éste a Thiney que dio un patadón que hizo al balón cruzar medio campo hasta los pies de Higgins. Reis y sus dos compañeros en la retaguardia, Pessoa y Mansarda, parecían infranqueables. N´geko gritó: “A mí” lo que quería decir que había que pasar la pelota a Benjamin, libre en su banda y apoyado por Kenneth en el ataque. El cambio de juego despistó a la defensa pero no al portero que detuvo el tiro de Watson, otro de los mediocampistas. El entrenador gritó “Seguid jugando así. Rápido. Sois invencibles”
¿Habría ido Mara a verle? Ayer estaba en Grecia presentando su última película y dijo que quizá pudiera acercarse en la segunda parte pero, al decírselo, le tembló la voz. Sabía que le iba a dar una sorpresa pero... ¿cuál? Suponía que era una visita antes del partido pero el entrenador no la habría dejado pasar. Esperaba, al menos, un mensaje en el móvil pero también el entrenador les había quitado los teléfonos siete horas antes del encuentro... ¿Estaría en la grada? Quería celebrar el campeonato con ella. Le habían ofrecido un papel en su próxima película si ganaban el Mundial. Le apetecía mucho trabajar con Mara, quizá así pudiesen verse algo más de unas horas. Estaba muy enamorado.
El árbitro pitó anunciando el final de la primera parte. Fueron al vestuario. Les esperaban quince minutos de bronca, conocía muy bien a su entrenador, era el profesor de la escuela de fútbol que le había considerado “el chaval con mejor proyección de futuro”, en su tiempo había sido uno de los grandes. Ahora era Caballero del Imperio Británico. Pensaba ser como él en el futuro, un hombre respetado que frecuentaba los mejores ambientes de Inglaterra, amigo personal del príncipe y todo un juerguista. Él fue el que le aconsejó invertir en arte y comprar la mansión en España. “Menorca es un paraíso, ya verás”. Lo era. El último verano lo había pasado allí con una rubia monumental... “¿Cómo se llamaba?” Fue, de nuevo, la envidia de sus compañeros y portada en todos los periódicos. Por aquél entonces le ofrecieron lo de las zapatillas. Los de la empresa le visitaron en Menorca, le prestaron un yate para todo el verano y le cedieron un avión privado durante año y medio. No se pudo negar. Sólo puso una condición que en las zapatillas que hicieran para jugar él su nombre estuviera escrito con diamantes. Aceptaron.
No hubo cambios en el segundo tiempo. Salieron con más rabia, tenía ganas de jugar pero lo importante era ganar. “Lo importantes es ganar ─ había dicho el entrenador─ pero no podéis desatender la defensa, otro gol de los brasileños dejaría sentenciado el encuentro”. Todos retrasaron un poco sus posiciones. Brasil también salió a la defensiva pero algo más confiado por la ventaja en el marcador.
Claire recuperó el balón para Inglaterra inmediatamente después del saque y avanzó por el centro del campo. Tuvo que retrasarlo a la defensa pues los brasileños aún estaban ocupando su parte del césped. Todos comenzaron a jugar como mejor sabían, al primer toque, con la intención de sorprender a los cariocas. Una perfecta triangulación entre Higgins y N´geko que terminó en los pies de Benjamin dejó a éste solo ante Esteves, el portero brasileño. El delantero amagó un primer tiro que engañó al veterano cancerbero rematando a continuación lo que fue el primer gol de los británicos, las gradas recuperaron su predominante color rojiblanco. Cuando N´geko fue a abrazar a Benjamin miró hacia la tribuna y el resplandor de flashes le hizo saber que Mara había llegado justo para el segundo tiempo. Tenía que marcar un gol y dedicárselo, en el fragor de la batalla había olvidado a sus padres y sólo tenía ojos para la escultural pelirroja protagonista de “Holocausto: Mañana”. Se secó el sudor de la cara con la manga de la camiseta. Benjamín le dijo con tono de reto: “El siguiente lo tienes que marcar tú”.
Los brasileños no se dieron por vencidos y plantaron cara con una férrea defensa al hombre que apenas hizo brillar a los delanteros ingleses durante el resto de la segunda parte. Las cosas se estaban poniendo serias y el entrenador inglés decidió arriesgar. Sacó a otro centrocampista más ofensivo, Stuart que sustituyó al, hasta entonces, imperceptible O´Connor. El ataque comenzó a hacer mella en los americanos, Reis cada vez se movía más lentamente, Pessoa parecía no haberse recuperado del todo bien de la lesión de la última semana y N´geko creyó ver en el espacio defendido por el de Bahía su oportunidad de marcar. Se acercó a Walters y susurró “Pessoa”, poco a poco todos fueron sabiendo lo que había que hacer. En un contraataque subieron por la banda izquierda, Higgins estaba extenuado pero sabía que ese podía ser el último esfuerzo del partido. Era una finta, una finta que funcionó. Mansarda, el defensa brasileño más fresco, se acercó a aquella banda dejando a Pessoa en su lugar. Walters cambió el juego como un relámpago retrasando para Stuart que envió a Benjamin que ahora avanzaba por el centro del terreno de juego. Cuando Pessoa advirtió el avance de N´geko era demasiado tarde. Estaba solo con el balón en sus pies, frente a Esteves. No dudó ni un segundo: golpeó el balón con todas sus fuerzas. “A esa distancia N´geko es infalible” ─dijeron, a la vez, todos los periodistas radiofónicos destacados en el encuentro. El veterano portero no pudo pararlo. La grada era una fiesta. N´geko salió corriendo hacia el centro del campo con los brazos extendidos en cruz volando aupado por los gritos de los aficionados ingleses. Sus compañeros le seguían para abrazarle. Johnson saltaba en la portería.
Desde una de las bandas un todoterreno con una enorme cruz roja en el capó atravesaba el campo levantando una enorme polvareda. El público enmudeció. El conductor señaló a su acompañante, un médico, a un niño de diez años que corría con los brazos en cruz sobre las ruinas de su casa destrozada por un bombardeo.
“¿No son increíbles los niños? Está jugando aún después de lo de esta mañana”
“Para”─dijo el médico. Se bajó y acercándose al niño le preguntó: “¿Vivías aquí?”
El flamante campeón del mundo comenzó a llorar y señalando los escombros contestó: “Mis padres estaban en casa. Los han matado.”







N´Geko es un relato de Sergio B. Landrove que recibió el primer premio del Concurso de Relatos CIMA 2005 organizado por la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento de Ponferrada. De acuerdo con las bases del mismo al Ayuntamiento corresponden sus derechos.

sábado, setembro 10, 2005

GERIFALTE INSTANTÁNEO. Capítulo 6.

Resumen de lo publicado: Para que emita un informe sobre la situación jurídico-política tras el magnicidio el Secretario General del CEAS hace llamar a don Gregorio Peces-Barba, catedrático de derecho constitucional.


Don Gregorio Peces-Barba pensó en la posibilidad de que todo fuera una broma pero inmediatamente se puso en situación: unos encapuchados le habían sacado de la cama en mitad de la noche y, con los ojos vendados, le habían conducido a una habitación en la que otro hombre, el que ahora se le había presentado como Pantaleón, le dijo que España le necesitaba más que nunca y que en breves instantes volvería por él para solicitarle un dictamen. Al socialista le sonaba la cara de Pantaleón, era uno de esos viejos funcionarios que ocupan cargos de escasa relevancia como tapadera mientras atienden necesidades esenciales del Estado « Este Pantaleón –pensó- debe ser un pez gordo pues hasta hoy nunca había oído su nombre…y aquí estoy en tanga delante de unos tipos que desde la sombra me hacen preguntas sobre la Corona» El Rey había fallecido asesinado por su propio hijo no había ninguna duda.
«Entonces, si le he entendido bien, –resumió el Secretario General- en el mismo instante en que mató a su padre el príncipe se convirtió en Rey y, por lo tanto, en inviolable e irresponsable por lo que no puede ser juzgado. En su opinión, el ya Felipe VI tampoco puede ser detenido mientras modificamos la Constitución pues sería imposible hacerlo sin rebasar los plazos de la prisión preventiva y sería una medida de dudosa constitucionalidad»
«Efectivamente», contestó el catedrático. « ¿Entonces qué nos recomienda hacer?»; «No sé cuáles son sus propósitos»; «Los mismos que los suyos»; «Quizá…se podría intentar inhabilitar en las Cortes a don Felipe». Citric intervino: «Pero eso supondría revelar la verdad y poner en evidencia a la Institución. Dar motivos a los republicanos para encastillarse en sus posturas con el consiguiente quebranto de nuestra precaria estabilidad institucional, sinceramente, no me parece una solución»

(Continuará)
Publicado en Le Rosaire de l´Aurore número diez, junio 2005.

mércores, setembro 07, 2005

The god of the labyrinth, de Herbert Quain.

ARCHIVOS DE LA O.P.A. Catálogo del vacío perfecto (II) THE GOD OF THE LABYRINTH de Herbert Quain.La primera noticia que tenemos de esta novela nos llega de la mano de Jorge Luis Borges, autor que me temo será citado asiduamente en estas notas. En su libro El jardín de senderos que se bifurcan (1941) que luego incorporó al ya mencionado Ficciones (1944) aparece un relato titulado EXAMEN DE LA OBRA DE HERBERT QUAIN. The god of the labyrinth (1933), del que desconocemos si hay traducción al castellano, fue el primer libro publicado por Quain. El narrador del cuento de Borges nos confiesa que le «es imposible recuperar los pormenores de la acción; he aquí su plan; tal como ahora lo empobrece (tal como ahora lo purifica) mi olvido. Hay un indescifrable asesinato en las páginas iniciales, una lenta discusión en las intermedias, una solución en las últimas. Ya aclarado el enigma, hay un párrafo largo e introspectivo que contiene esta frase: “Todos creyeron que el encuentro de los jugadores de ajedrez había sido casual” ». Nada más sabemos por Borges. Años después recibimos nuevas del intrigante relato policial en la novela O ano da morte de Ricardo Reis (1984) de José Saramago; en ella Ricardo Reis regresa a Portugal tras la muerte del poeta Fernando Pessoa. Reis es uno de los heterónimos que sobrevive a su autor si podemos hacer caso a Saramago. De la biblioteca del trasatlántico en el que hace el viaje desde América toma (y no devuelve) un ejemplar del mencionado libro de Quain atraído por su título para saber «qué dios, qué laberinto» pero descubre «una simple novela policíaca, una vulgar historia de asesinato e investigación, el criminal, la víctima (…) el detective… » Saramago nos regala el párrafo inicial de la novela que, junto a la frase antes citada, es lo único que conservamos de la interesante obra de Herbert Quain. La novela comienza así: «El cuerpo que fue encontrado por el primer jugador de ajedrez, ocupaba, con los brazos abiertos las casillas de los peones del rey y de la reina y las dos siguientes en dirección al adversario, a mano izquierda una casilla blanca a mano derecha una casilla negra… » El juego de espejos entre Saramago y Borges es muy sugerente: ¿Se trata de un cadáver diminuto, quizá el de una pieza de ajedrez o de un tablero enorme? Por lo poco que sabemos de Quain cualquiera de las dos hipótesis es posible pero sólo el azar quizá nos permita seguir leyendo. Quién no es quién QUAIN, HERBERT (¿? ─Roscommon, 1941) Escritor irlandés que según su propia confesión no pertenecía al arte sino a la historia del arte. Es autor de las novelas The god of the labyrinth (1933) y April March (1936) y de la comedia heroica The secret mirror. Probablemente su mejor obra sea la colección de argumentos Statements (1939) de la que, de acuerdo con muy reputadas opiniones, Borges plagió su relato LAS RUINAS CIRCULARES.

GERIFALTE INSTANTÁNEO. Capítulo 5.

Resumen de lo publicado: Los miembros de Gabinete de crisis del CEAS ven la grabación del asesinato de Juan Carlos I y el rostro del magnicida que no parece interesado en ocultar su identidad.

Después del improperio del Arzobispo los tres hombres enmudecieron invadidos por la estupefacción. Benito Pantaleón solicitó a través del teléfono de su escritorio que hicieran pasar al experto y encendió un fluorescente que ocupaba toda la pared del fondo de su despacho de tal manera que si se sentaba junto a los miembros del gabinete y situaba al interrogado frente a ellos no podían ser reconocidos.
Don Gregorio Peces-Barba entró en paños menores, en realidad diminutos pues aquella noche no usaba los clásicos calzoncillos que podrían esperarse de un padre de la Constitución sino un pequeño tanga que imitaba en su estampado la piel de un leopardo. La sorprendente indumentaria hizo pensar a míster Citric en una frustrada noche loca del catedrático de derecho constitucional, «aunque también puede ser –pensó el estadounidense- que Pantaleón quiera vejarle y el único modo incruento que se la ha ocurrido sea este». Duarte miró de reojo al prelado que hacía verdaderos esfuerzos para contener la risa que le producía ver a uno de los apóstoles del laicismo en tan ridícula situación. Realmente el panorama era grotesco pues aquél pequeño pedazo de tela apenas se vislumbraba bajo la cúpula del vientre del catedrático.
«Buenas noches, don Gregorio. Me llamo Benito Pantaleón y no creo necesarias más presentaciones –dijo Pantaleón- Disculpe que le hayamos convocado para que emita un dictamen a horas tan intempestivas pero hay motivos más que graves…»
«Pantaleón –contestó Peces-Barba- no me toques los huevos. Por mucha urgencia que haya al menos me podríais haber dejado vestirme» «…le ruego que no hable hasta que se le pregunte. Todos hemos venido tal y como estábamos -continuó el Secretario General del CEAS acercándose al profesor para que este pudieraver su pijama azul marino de seda- yo no tengo la culpa de que estuviese… ¿a medio vestir o a medio desvestir?»
La carcajada que ya no pudo contener el padre Trisagio hizo sonrojarse al catedrático.«Señores, esto es muy serio», cortó Pantaleón después de volver a las sombras y guiñar un ojo prelado, se ve que le debía algún favor y se lo estaba pagandocon aquél espectáculo. « El príncipe Felipe ha matado al Rey y hemos de reaccionar con rapidez… ¿cuál es la situación jurídica?, ¿cómo podríamos reaccionar?». La cara del socialista pasó del rojo al blanco.

(Continuará)

Publicado en Le Rosaire De l´Aurore número nueve, mayo 2005.

Una pregunta sugerente.

“¿Toda obra de un heterónimo es apócrifa?” –me preguntó Rodrigo, otro de mis yos, ayer por la tarde.
Más allá del “todo problema es cuestión de nombre” del filósofo tudense no supe qué contestarle. Su pregunta me sumergió en una lógica de muñecas rusas, en el eterno problema del afinador de diapasones. Sólo se puede contestar a la gallega -“Depende”- o con un artículo. Me pongo a preparar el artículo.

GERIFALTE INSTANTÁNEO. Capítulo 4.

Resumen de lo publicado: Benito Pantaleón muestra a los miembros del gabinete de crisis un video en el que se ve como un hombre embozado persigue al Rey por los pasillos de la Zarzuela.

Desde la tercera cámara, la que grababa el corredor de la primera planta, se veía andar, quizá hacia su alcoba, al Jefe de Estado que por el aspecto de los labios (no graban el sonido las cámaras de seguridad) parecía que iba silbando ajeno al individuo que le acechaba. El perseguidor alcanzó al Rey y sacó una espada de debajo de la capa asestándole una estocada en el costado antes de que don Juan Carlos I pudiera reaccionar. “Ese golpe no era mortal de necesidad”, comentó Pantaleón. El asaltante pateó la herida de Su Majestad que se retorcía de dolor mientras sobre el suelo de mármol la sangre se mezclaba con la leche. El hombre levantó la espada y con un hábil golpe separó la magna cabeza del muy regio cuello, después soltó el sable (ya en el suelo se veía que era un sable) y escapó corriendo por donde había venido frotándose los brazos doloridos por el esfuerzo que conlleva toda decapitación. Antes de bajar las escaleras miró a la cámara y levantó desafiante el dedo corazón. “¡Pedazo cabrón!”, el Mitrado no pudo contener su ira al ver el rostro del regicida.
(Continuará)
Publicado en Le Rosaire de l´Aurore número ocho, abril 2005.

martes, setembro 06, 2005

"Constelación decimoctava"

El nombre de esta bitácora lo tomo prestado de un poema de Gerardo Diego incluido en su libro Fábula de Equis y Zeda (1932) que dice:

AMOR

Góngora 1927

Era el mes que aplicaba sus teorías
cada vez que un amor nacía en torno
cediendo dócil peso y calorías
cuando por caridad ya para adorno
en beneficio de esos amadores
que hurtan siempre relámpagos y flores

Ella llevaba por vestido combo
un proyecto de arcángel en relieve
Del hombro al pie su línea exacta un rombo
que a armonizar con el clavel se atreve
A su paso en dos lunas o en dos frutos
se abrían los espacios absolutos

Amor amor obesidad hermana
soplo de fuelle hasta abombar las horas
y encontrarse al salir una mañana
que Dios es Dios sin colaboradoras
y que es azul la mano del grumete
—amor amor amor— de seis a siete

Así con la mirada en lo improviso
barajando en la mano alas remotas
iba el galán lacrándole el aviso
de plumas blancas casi gaviotas
por las calles que huelen a pintura
siempre buscando a ella en cuadratura

Y vedla aquí equipando en jabón tierno
globos que nunca han visto las espumas
vedla extrayendo de su propio invierno
la nieve en tiras la pasión en sumas
y en margaritas que pacerá el chivos
u porvenir listado en subjuntivo

Desde el plano sincero del diedro
que se queja al girar su arista viva
contempla el amador nivel de cedro
la amada que en su hipótesis estriba
y acariciando el lomo del instante
disuelve sus dos manos en menguante

«A ti la bella entre las iniciales
la más genuina en tinta verde impresa
a ti imposible y lenta cuando sales
tangente cuando el céfiro regresa
a ti envío mi amada caravana
larga como el amor por la mañana

Si tus piernas que vencen los compases
silencioso el resorte de sus grados
si más difícil que los cuatro ases
telegrama en tu estela de venados
mis geometrías y mi sed desdeñas
no olvides canjear mis contraseñas

Luna en el horno tibio de aburridas
bien inflada de un gas que silba apenas
contempla mis rodillas doloridas
así no estallen tus mejillas llenas
contempla y dime si hay otro infortunio
comparable al desdén y al plenilunio

Y tú inicial del más esbelto cuello
que a tu tacto haces sólida la espera
no me abandones no Yo haré un camello
del viento que en tus pechos desaltera
Y para perseguir tu fuga en chasis
yo te daré un desierto y un oasis

Yo extraeré para ti la presuntuosa
raíz de la columna vespertina
Yo en fiel teorema de volumen rosa
te expondré el caso de la mandolina
Yo peces te traeré (entre crisantemos)
tan diminutos que los dos lloremos

Para ti el fruto de dos suaves nalgas
que al abrirse dan paso a una moneda
Para ti el arrebato de las algas
y el alhelí de sálvese el que pueda
y los gusanos de pasar el rato
príncipes del azar en campeonato

Príncipes del azar Así el tecleo
en ritmo y luz de mecanografía
hace olvidar tu nombre y mi deseo
tu nombre que una estrella ama y enfría
Príncipes del azar gusanos leves
para pasar el rato entre las nieves

Pero tú voladora no te obstines
Para cantar de ti dame tu huella
La cruzaré de cuerdas de violines
y he de esperar que el sol se ponga en ella
Yo inscribiré en tu rombo mi programa
conocido del mar desde que ama»

Y resumiendo el amador su dicho
recogió los suspiros redondeles
y abandonado al humo del capricho
se dejó resbalar por dos rieles
Una sesión de circo se iniciaba
en la constelación decimoctava

GERIFALTE INSTANTÁNEO. Capítulo 3.

Resumen de lo publicado: Cuando Duarte llega a la oficina de Benito Pantaleón el gabinete de crisis le espera, el Código Gamma se ha activado. No es un simulacro.

“Todo sucedió esta misma noche, ayer después de la cena, concretamente a las 22:17 horas”, contestó Pantaleón y comenzó a repartir unas cuartillas entre los asistentes diciendo “Ya sabéis: el reglamento es el reglamento”. En los papeles los tres hombres pudieron leer: «GABINETE DE CRISIS POR CÓDIGO GAMMA. ORDEN DEL DIA. 1. Exposición del supuesto de hecho. 2. Opinión de expertos. 3. Ruegos y preguntas. EL SECRETARIO GENERAL.» “Podría describíroslo pero una imagen…”, dijo don Benito mientras introducía una cinta de video en un aparato reproductor que tenía en una mesa auxiliar.
En una pantalla partida en cuatro (las imágenes parecían obtenidas por cámaras de seguridad) se veía un enorme salón, dos pasillos y una escalera, todo bastante lujoso. “Es la Zarzuela”, dijo el Arzobispo. Don Juan Carlos de Borbón y Borbón avanzaba con un vaso de leche por uno de los pasillos confirmando la afirmación del Prelado. Se detuvo un instante a dar cuerda a un reloj que, probablemente, nadie había puesto en hora en cientos de años y continuó su camino. Cuando comenzaba a subir las escaleras hacia el primer piso, y su imagen se veía en contrapicado desde la perspectiva de otra de las cámaras, una sombra, que pronto se concretó en individuo embozado tras una capa y tocado con sombrero de ala ancha, cruzó rápidamente el pasillo siguiendo al Monarca.
(Continuará)
Publicado en Le Rosaire de l´Aurore número siete, marzo de 2005.

luns, setembro 05, 2005

La biblioteca de babel.

Catálogo del vacío perfecto (I).

LA BIBLIOTECA DE BABEL es el título de un conocido relato de Jorge Luis Borges incluído en su libro Ficciones (1944) en el que describe una biblioteca infinita que guarda todos los volúmenes con todas las posibles combinaciones de letras en todos los idiomas.

«…se dedujo que la Biblioteca es total y que sus anaqueles registran todas las posibles combinaciones de los veintitantos símbolos ortográficos (número aunque vastísimo no infinito) o sea todo lo que es dable expresar: en todos los idiomas. Todo: la historia minuciosa del porvenir, las autobiografías de los arcángeles, el catalogo de la Biblioteca, miles y miles de catálogos falsos, la demostración de la falacia de esos catálogos, la demostración de la falacia del catálogo verdadero, el evangelio gnóstico de Basílides, el comentario de ese evangelio, la relación verídica de tu muerte, la versión de cada libro en todas las lenguas,… »

Custodia todos los libros que se han escrito, los que se van a escribir y también los que nunca se escribirán. En sus anaqueles podemos encontrar, junto a muchos de los libros que hay en otras bibliotecas (los libros acaecidos) otros que no han sido escritos (volúmenes no acaecidos o invisibles) pero también existen y son reales pues tenemos noticia de ellos gracias a los libros visibles. En esta sección se pretende ir dando forma al catálogo de esos libros intangibles que conforman el “vacío perfecto”.
Evidentemente no es un proyecto original, en inglés, se puede consultar the invisible library.

GERIFALTE INSTANTÁNEO. Capítulo 2.

Resumen de lo publicado: Duarte Troche i Poch recibe una llamada en mitad de la noche que le alerta de la activación del “código gamma”. En pijama se encamina a la sede del Tribunal Constitucional.


Sin reducir la velocidad el beemeuvedoble negro descendió a la segunda y última planta del aparcamiento del Tribunal Constitucional y, una vez allí, continuó hasta el muro del fondo dónde dos plazas permanecen siempre vacías amparadas por sendos letreros en los que se lee “RESERVADO”. Cuando Alfredo pulsó un botón situado en la palanca de cambios el muro se abatió mostrando una rampa que daba acceso a una tercera planta, semejante a las dos anteriores, y usada como aparcamiento para la sede central de la más secreta de las organizaciones secretas, el C.E.A.S.[1], de la que don Duarte Troche era Director del Departamento Narrativo. En la cochera, normalmente vacía a esas horas, había otros tres cochazos: uno, el mercedes de don Benito Pantaleón, Secretario General del CEAS; otro, un chrysler con matrícula del cuerpo diplomático que el señor Troche imaginaba a quién podía pertenecer y el tercero, un audi repleto de aros que le era totalmente desconocido.
Mientras Alfredo terminaba de aparcar don Duarte bajó corriendo del coche y tras teclear su clave descendió en el ascensor (perdón por la paradoja) hasta la más profunda planta (la sexta desde la superficie, contando las tres del aparcamiento) dónde estaba el despacho del señor Pantaleón y también el suyo. Instintivamente colgó la gabardina en el perchero y al entrar en la oficina de su superior se encontró con que, también en pijama, le esperaban Pantaleón; el Arzobispo de Santiago de Compostela, Ramón Trisagio que, pudorosamente, llevaba la sotana sobre un sobrio pijama de arpillera y Alexander Citric III, Consejero General de la Leberger & Co. en España y propietario, como había sospechado, del chrysler plateado. “Buenas noches, Duarte” –dijo Pantaleón. “Señor, Ilustrísima, Mr. Citric…-saludó Troche abandonando la esperanza de que fuera un simulacro al ver al Gabinete de Crisis en pleno- ¿Cuándo ha pasado?”

(Continuará)

[1] Este acrónimo, de acuerdo con la opinión más extendida, encierra el nombre del Comité para la Erradicación de las Actividades Sectarias, denominación trasnochada que corresponde a la realidad del momento de su creación conservado hoy, quizá, como parte de la técnica del despiste, elemento esencial de sus actuaciones. El CEAS fue una organización secreta originariamente vinculada a la Corona española de la que el devenir histórico le hizo desligarse llegando a alcanzar durante el siglo XIX una independencia calificada por los expertos como “muy peligrosa”. Hoy es una sociedad mercenaria que siguiendo siempre los rígidos principios de su código de conducta y la literalidad de las cláusulas del contrato firmado con su cliente ha sido capaz de servir simultáneamente a israelíes y palestinos y colaborar a un tiempo con el IRA y con el gobierno de Su (de ellos, los Ingleses) Majestad…aunque, tal y como están las cosas, sus principales clientes suelen ser las compañías transnacionales. Más sobre esta entidad irá conociendo el lector si tiene a bien continuar realizando la acción que le da nombre.

Publicado en Le Rosaire de l´Aurore número seis, febrero de 2005.

GERIFALTE INSTANTÁNEO.Capítulo 1.

Primera parte
EL RUGIDO DEL LEÓN.


El teléfono sonó rompiendo el conticinio. “Es el móvil de las emergencias” acertó a pensar, lo que le desperezó completamente. Contestó antes del tercer pitido. “Diga”; “Duarte, ha pasado. Código gamma. En diez minutos en el punto de encuentro”.Apenas podía creer que fuese verdad “Código gamma, ¿será posible?” murmuraba mientras se calzaba y, simplemente, se echaba la gabardina sobre su pijama blanco de rayas azules modelo Rock Hudson. Bajó las escaleras de dos en dos y en la calle, tras mirar el reloj, comenzó a andar deprisa hacia el lugar fijado. Eran las cuatro de la mañana de un martes y el barrio estaba completamente desierto. Tardó cinco minutos en llegar a la Plaza de la Concomitancia, allí un enorme coche negro le esperaba. “Hola Alfredo”, dijo al conductor. “Buenas noches, señor Troche. Hace un frío como para destetar hijos de puta”; “Ciertamente”; “En el asiento tiene la documentación sobre el caso”; “¿Sabes algo?”; “No, debe de ser gordo porque no me han adelantado nada”.Don Duarte Troche i Poch abrió un sobre lacrado y comenzó a leer el informe que contenía mientras Alfredo conducía a gran velocidad hacia el centro de la ciudad. Veinte minutos después el coche se introdujo en los bajos de un extraño edificio cilíndrico que se alza en el número seis de la calle Doménico Scarlatti, la sede del Tribunal Constitucional. Ya en el aparcamiento se dirigieron, sin bajarse del lujoso vehículo, a su destino.

(Continuará)

Publicado en Le Rosaire de l´Aurore Número cinco, enero de 2005.

Los archivos de la Organización del Poder Apócrifo (O.P.A)

Fue Italo Calvino en Si una noche de invierno un viajero el que hizo que nos fijásemos en esta extraña y secreta organización. Dejo escrito:
«La O.P.A. (…) desgarrada por luchas intestinas y escapando al control de su fundador Ermes Manara, se ha escindido en dos ramas. Una secta de iluminados partidarios del Arcángel de la luz, y una secta de nihilistas partidarios del Arconte de las sombras. Los primeros están persuadidos de que en medio de los libros falsos que anegan el mundo han de encontrarse los pocos libros portadores de una verdad quizá extrahumana o extraterrestre. Los segundos consideran que sólo la falsificación, la mistificación, la mentira intencionada puede representar en un libro un valor absoluto, la verdad no contaminada por las pseudoverdades imperantes (…)»
Uno de mis yos, que pretende mantener su nombre en el anonimato parcial de las siglas JCN, perteneció y quizá aún pertenezca a los apócrifos ¿En que rama? Militó, por lo que me ha contado, desde su fundación y, siempre bajó las órdenes directas de Manara, participó en las principales operaciones de la O.P.A., hay quien dice que tuvo un papel principal en el asunto del “Padre de los relatos”. Hoy, rota ya la disciplina tras el cisma, a veces le da por contar batallitas que son, se lo aseguro, muy interesantes.

GERIFALTE INSTÁNTANEO. Presentación.

Hace ahora un año Gervasio Friztgerald, director de Le Rosaire de l´Aurore uno de los pocos pasquines que hoy en día se publican, se dirigió a mí para ofrecerme un espacio en su libelo. “Landrove, puedes ocuparlo en lo que quieras: opinión, ficción, entrevistas… Siempre que se ajuste a la línea editorial, ya sabes: humor mitocondríaco.” Lo del humor mitocondriaco, denominación que acuñamos en nuestros años universitarios, quizá requiera alguna explicación más que ahora no viene demasiado a cuento y que el lector atento podrá descubrir si tiene a bien leer el resultado de aquél ofrecimiento que con consentimiento de Ediciós da Mitocondria doy a la luz también a través de internet. Es una novela por entregas que comenzó a publicarse en Le Rosaire el pasado mes de enero. Cada nueva entrega será difundida, a la vez, en el pasquín y en esta constelación.

"Inúmeros".

«Vivem em nós inúmeros
Se penso ou sinto, ignoro
Quem é que pensa ou sente.
Sou somente o lugar
Onde se sente ou pensa…»


Así lo dejó escrito Ricardo Reis, uno de los más relevantes heterónimos de Pessoa, y así somos todos “inúmeros” ¿Cuántos habitan en mí? Una completa sociedad con la que poco a poco he aprendido a ir conviviendo. Muchos dicen que los he inventado, quizá pero en la acepción etimológica de la que hablaban los personajes de GTB

Prolegómenos.

« “Si no disponen de esa persona, invéntenla.” “¿En el sentido etimológico de descubrir o en el más popular de sacar algo de la nada?” “En este último, precisamente, pero, entiéndanme bien: sacar algo de la nada que siga siendo nada al mismo tiempo que lo es todo” »
(Gonzalo Torrente Ballester, en La isla de los jacintos cortados)