Cuando comprimimos la oscuridad –dijo el Maestro- la nada llega a su mayor densidad, a, podríamos decir, “su punto álgido”. Es la máxima expresión de la soledad y la tristeza. El reino de la muerte. Un instante después, al que no pocos llaman pomposamente “la Eternidad”, se produce un fenómeno paradójico: de la absoluta oscuridad brota irrefrenable la luz y la nada se descompone en pequeñas partículas incapaces ya de afectar al conjunto.
Y todo vuelve a donde empieza completando un círculo del que sólo somos partículas subatómicas en un grano de arena en una playa infinita
ResponderEliminarGracias, anónima partícula, por su interpretación de mi relato.
ResponderEliminarHago mi comentario simplemente para aprovechar que no se llamará "comment" sino "apostilla"
ResponderEliminarGracias.
Me alegro de que le haga ilusión que su apostilla sea llamada por su nombre. Si lo prefiere le llamamos "glosa" y nos vamos a hacer juegos acuáticos al muro de la Real academia.
ResponderEliminarGracias por su interés.
Hola,
ResponderEliminarSegún Isaac Asimov, en uno de sus muchos cuentos, el científico del laboratorio no es otro que un computador en el hiper-espacio. Sólo tiene un propósito: averiguar cómo invertir la entropía.
Parece que cada uno lo ve como quiere ;-)
Saludos
Son todo metáforas para describir con nuestras cortas entendederas -más o menos extensas- lo que nos rodea.
ResponderEliminarPero ya se sabe que "nada se sabe".
Gracias por su comentario.